SUELTAME

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Otra vez ese maldito sonido retumbando en mis oídos, extendí mi mano intentando hacerlo cesar, torpemente hice caer el reloj, de nuevo, diablos! Es el segundo que rompo este mes, como si me sobrará el puto dinero, mierda!! Ahora ese maldito me lo hará pagar, pero al menos ya no esta ese molesto sonido.

Mire al suelo los pedazos del roto reloj y sin más aún soñolienta me dispuse a levantarme y dirigirme al cuarto de baño, me mire al espejo con horror y de mis ojos comenzaron a brotar lagrimas, de nuevo estaba sangrando la herida de mi brazo y las marcas en mi abdomen comenzaban a tomar un color entre morado y negro, suspiré mientras secaba mis ojos, otro día acababa de empezar y no era momento para ser débil.

El sonido del móvil me hizo resaltar, corrí al tocador mientras aún limpiaba mi brazo, leí el nombre en la pantalla, al instante me estremecí por completo, era su nombre en la pantalla.

Como siempre, todas las mañanas y a la misma hora exacta, extendí mi mano para tomar la llamada cuando me percate de que todo mi cuerpo estaba temblando, respiré hondo y me dispuse a responder

-Ya e e estoy des despierta—Dije sintiendo temor de lo que diría después

-Estas lista para este día?— dijo el con su voz gruesa y autoritaria

-Ca casi, no tardaré señor Blas

-Recuerda me cumples, te cumplo pero si no

-Ya lo sé, me lo has dejado muy claro, no es necesario que cada mañana me recuerde.... Suspire—estoy haciendo lo que me ha pedido cierto?

Odiaba como cada día tenía que escucharle y guardarle respeto al ser que me había arruinado la existencia

Hubo un momento de silencio que me pareció eterno cuando finalmente escuche algo del otro lado de la línea

-Se puntual perra!

Y sin más cortó la llamada, corrí a darme una ducha antes de que se me hiciera tarde, limpie la herida, puse una venda y finalmente con mucho esfuerzo y con un dolor exasperante termine de vestirme

Salí a tomar el ascensor ya que estaba en un quinto piso pero al parecer de nuevo estaba averiado, comencé a correr a toda velocidad por las escalares antes de que uno de los gorilas de Blas subiera a buscarme y me propinara unos buenos golpes.

De pronto me detuve en seco, ahí estaba ella con los ojos inchados y el rostro marcado de golpes.

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