El amor todas las cosas iguala.
No fue sino hasta que el dolor desapareció que se atrevió a volver a abrir los ojos, esperanzado en que su tormento terminara, que pudiese volver a engañar a su mente y corazón que lo que su cuerpo sentía no era miedo, que no lo habían vuelto a profanar con las repugnantes manos de los hombres que se daban cita en su pequeña jaula de oro. Ya no tenía ni más ni menos lágrimas que derramar ante tales actos. Y por fin escuchando los pasos alejarse, volviendo a quedar solo en la habitación, Guillermo se levantó de la cama. Debía prepararse para volver a la falsa realidad a la que estaba acostumbrado. Así que tomando algunos objetos del armario se aventuró a dejar la habitación, tomaría algo de agua para lavar su cuerpo y posteriormente se centraría en arreglarse. Esperaba que esta noche no tuviese algún "encargo".
El joven actor continuó con su patética rutina, cerrando su mente intentando contener los malos recuerdos en los más profundo de su subconsciente, a un lado de las palizas cuando niño y las esperanzas banas que poco a poco había dejado de creer de todo aquel que había dicho ayudarlo. Era una marioneta rota que solo caminaba porque así le habían dicho. No tenía nadie en quien confiar, mucho menos en quien creer, a lo único que podía aferrarse para vivir era el deseo de escapar, de huir por la puerta y tomar un barco, alejarse y perderse en cualquier parte, mirar con sus propios ojos las imágenes que en sus libros aparecían. Él solo era una grulla con las alas rotas.
Guillermo se miró en el espejo, observando así el reflejo que se mostraba ante su persona, podía mirar su piel pálida ahora adornada con cardenales rojizos/lila, algunos rasguños y sobre todo, un labio inflamado del que estaba seguro sería la mayor batalla a enfrentar cuando tuviera que colocar el maquillaje. El cliente había sido muy brusco con él. Sin embargo centró su atención en el pincel frente su mano. Debía pintar. Colocar de nueva cuenta la capa protectora que por unas cuantas horas lo dejaban ser solo un actor más, vivir la vida de alguien diferente que al menos podía morir y ser libre. Poco a poco levantó su máscara.
— Sore wa anata no bandesu, isoide... (Daos prisa, es vuestro turno)— escuchó la voz de uno de sus compañeros al otro lado de la puerta, y supuso que no faltaba mucho para que lo viniesen a buscar para entrar en escena. Por lo que dando los últimos e invaluables detalles en sus ojos prosiguió a colocarse el kimono verde con plateado y estampado de sakuras, aquel que le habían entregado cuando había presentado su primer papel protagónico en escena. Aquel que había llevado el día de "su" muerte.
Y con tranquilidad completó su transformación, ahora volvía a ser "Yukio", la joven dama que terminaría llorando por su amado hasta volver a encontrarse con él en la muerte. Guillermo le temía a la muerte. Por mucho que interpretara aquel papel él no podía siquiera imaginar la propia, tener que agonizar o esperar a que alguien encontrase su cuerpo... y pensar en lo que había al otro lado de la muerte tampoco le llamaba, él no iría nunca al paraíso porque no creía en dios, ni en el dios de los católicos ni en los dioses de la tradición japonesa, no creía en nada.
Rápidamente entró en escena, dejando que la música y el ambiente lo llevaran consigo a un mundo imaginario, sutil, donde él podía ser relativamente feliz, eran las pocas horas donde su alma volaba alto, pensando que no estaba atrapado entre las paredes de un antiguo teatro y una habitación vacía. No miró a los presentes más que por pequeños momentos, y desarrolló la escena con la misma pasión de siempre, moviéndose con gracia en cada momento, disfrutando de la música. Él amaba bailar.
Sentía su cuerpo tan frágil, adolorido, mientras seguía bailando sin prestar atención siquiera a los hombres que solo le miraban con deseo, era la última escena, era el final de "su vida" para volver a su propio infierno. Solo debía fingir clavar la espada en su pecho y acabar con el sufrimiento de su personaje. Guillermo debía volver a la realidad. Fue entonces que abrió los ojos segundos antes de que la escena concluyera, observando de rápido a los presentes, dejándole bastante sorprendido cuando divisó a la lejanía la silueta de un caballero conocido. Vaya peripecia le había traído la vida....
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Caballero (One-shot Wigetta)
FanfictionBueno, mi nombre no es importante así que podeís llamarme "Narrador" y estoy aquí por lo mismo que vosotros habéis decidido atravesaros las montañas hasta mi humilde morada, para volver a escuchar una sonata triste, la historia de un hidalgo y un es...