Parte 3: Promesa

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Llevaba contados ya los 7 meses a su lado, viviendo entre las sombras, otorgándoles la espalda a dios y sus amigos, quienes atentos se mostraban ya sospechando de él; sin embargo, Samuel evadía con insistencia tanto su persona como la realidad. No era ya de su agrado compartir tiempo en su presencia, no tenía cavida en sus pensamientos sino para la figura que le esperaba cada noche en aquel teatro; quien le sonreía y renovaba sus fuerzas con cada gesto, cada palabra, cada beso.

Y mil veces quiso ausentarse de la ciudad en compañía de Guillermo. Que no le volviesen a ver ni siquiera su propia sombra, mas el impedimento del deber lo detenía. Y a pesar de la negación que el mundo podía darle por cometer pecado, se le hacía imposible no dejar de mirarle, sonreírle, acariciarle y sentir entre sus manos su piel de fino tacto. Sentía demasiado por aquel esclavo, que incluso era capaz de enfrentar todo un ejército si era necesario. Lo amaba y se hubiese jugado las manos en el fuego si este se lo hubiera pedido.

Aquel día el valeroso caballero había sido citado en casa de su buen amigo Frank, quien había enviado a uno de sus mensajeros con urgencia haciendo temer a Samuel de lo peor con aquella insistencia; no obstante, al encontrarse de vuelta en casa, su temor fue mitigado por la sonrisa de su compañero, quien le saludó con un abrazo y lo guió al interior de la casa, donde comenzó a interrogarlo.

— Mis sospechas con vos parecen estar siendo acertadas...— comenzó su amigo. Samuel se quedó en silencio, esperando a escuchar el tipo de acusación que le tenía preparada su casi hermano. — Si no pareciera ser algo urgente vos ya no os pararíais aquí— vio a su amigo sonreír un poco decaído— mi madre a intentado contactar a vuestra casa para que vengáis a cenar con vuestra madre, pero no ha tenido una respuesta satisfactoria ¿Acaso hay algo que os apetece contarme? He sido vuestro amigo por años Samuel y en estos últimos meses os mostráis distante...—

— Mi más sincera disculpa amigo mío, no ha sido de mi intención faltaros el respeto a vuestra madre y a vos, es solo que mi cabeza anda un poco en las nubes... — contestó el mayor, quedándose en la puerta de la habitación, mirando a su amigo moverse por el lugar buscando unos papeles.

— Veo Samuel, amigo mío, que esto tiene algo que ver con una doncella ¿Será acaso que vos estás viendo a alguien? — preguntó Frank detrás del escritorio del despacho donde habían terminado. Samuel sonrió sin vergüenza alguna, desplegando una resplandeciente aura, que alegró el rostro de su amigo y alimentaba la curiosidad del hombre por saber tal motivo de tan grata felicidad.

— Vos sabrás que llevo tiempo escapando, he de pensar que vos tenéis en mente la respuesta a mis actos. — contestó el mayor, acercándose hasta donde se encontraba el otro hidalgo.

— ¿Entonces es cierto que alguna dama os ha robado el corazón, amigo? —

— El corazón y la cabeza y el cuerpo, no puedo siquiera pensar en otra cosa que no sean sus ojos, el brillo con el que me mira y yo también le miro, la piel de porcelana que osa esconder la pureza y el alma de tan incandescente humano ¡Si pudieras ver amigo mío! Es la otra mitad que he buscado en mi corta vida ¡Oh, mi pequeña Garza! Que con dolor han sido arracadas sus alas, no quiero vivir una vida sin ella, que al levantarme cada mañana pueda admirar el sol y su silueta. Es sin duda, amigo querido, la respectiva persona que me ha robado el aliento. — dijo Samuel sin dudarlo, mirando con gran felicidad a su compañero, Frank mientras tanto solo sonreía negando con la cabeza, su amigo estaba bobamente enamorado, algunas buenas nuevas debían de haber después de mucho tiempo; sin embargo, recordó la razón por la cual había sido llamado, e interrumpiendo la felicidad de su amigo habló.

— Bueno, amigo mio, supongo que será de mi total desagrado daros malas noticias... — estiró el brazo, entregando con sumo pésame la carta que arruinaría por completo su felicidad. Samuel la tomó dudoso ¿Tan mal era el asunto? Y con basta sorpresa miró el sello real en el sobre. — Su majestad quiere que partamos a Barcelona en un mes — comentó Frank, resumiendo en pocas palabras el mensaje que Samuel leía. — Como has de recordar, su majestad se encuentra preocupado por habladurías que los barrios bajos difunden en la ciudad, y teme que la guerra interna se desate, la paz con Francia no durará mucho, así que amigo mío, debemos presentar nuestra espada al frente. — el menor miró la expresión de la repentina melancolía que atormentaba ahora a su amigo. — Lo lamento mucho Samuel. — dijo como último, dejando que el contrario saliera a paso veloz de la habitación.

Caballero (One-shot Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora