La mañana en la que moriría, Nina no podía recordar cuando se había recostado en su cama, solo sentía un intenso ardor en sus muñecas y el embriagante sueño que la invadía. Adormecida, alcanzó a escuchar el tintineo metálico del móvil que había sobre su cama, la única pieza colorida en su gris habitación y sonrió mientras miraba los pajarillos azules, siete hermosos arrendajos que se movían como si fueran reales y no simples figurillas de metal enganchadas con un hilo.
Al igual que el cielo que comenzaba a amanecer, la gris colcha comenzaba a teñirse de rojo alrededor de Nina, mientras los ojos de esta se cerraban por última vez, guardando la imagen de las aves azules al volar.
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CUENTOS DE DEMONIOS. El arrendajo y el Cuervo
ParanormalNadie dudó del suicidio de Nina. Era una muchacha poco agraciada, con malas calificaciones, tanto que dejó la escuela y se abocó a un horrible trabajo, sin amigos, novio o carisma alguno, incluso su familia la odiaba. No, nadie dudó de que Nina habí...