Capítulo 22

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–Eh... Esto... Puedo explicarlo– miro a Kyron buscando las palabras adecuadas.

El que no le haya contado lo de Auden se que va a pasarme factura al ver como me mira, lo que me da rabia, ya que no estábamos empezando a llevar mejor. Lo que sí tengo claro es que no me arrepiento de salir con Auden, diga lo que diga.

–¿El qué, Kay?– interrumpe –¿El que te estés acostando con uno de mis mejores amigos?

–No tienes ni idea de lo que estás hablando, Kyron. Apenas llevamos 2 semanas saliendo.

Me cabrea la situación. Él lo verá todo como si yo le estuviese traicionando y es cierto que se lo tenía que haber contado antes pero su tono de voz despectivo me ofende... ¿Quién se cree que soy? ¿Acaso no me conoce lo más mínimo? Que crea que soy así de facilona me duele y más aún cuando el que lo piensa él. 

–Te parecerá bonito ¿no? ¿esta es una especie de venganza para ti por haberte tratado "tan mal" estos últimos años?– pregunta. Cuando dice "tan mal" hace comillas con los dedos, lo que hace que me encienda aún más y apriete los puños en mis costados, conteniéndome a no decirle cuatro cosas bien dichas. 

Kyron sigue plantado en la puerta, como si fuera una granada a punto de estallar, y me sorprende la ironía de la situación; el que él esté saliendo también con mi mejor amiga. Lo peor de todo es que tenga el morro de reprochármelo.

–Ella no tiene la culpa. Además, yo podría decir lo mismo de lo tuyo con mi prima– interviene Auden leyéndome la mente. No me esperaba que saliese en mi defensa, pero se lo agradezco.

A Kyron se le empiezan a marcar las venas del cuello y, por un momento, temo que se abalance sobre Auden. No porque Auden no se sepa defender, sino porque algo me dice que se le da bien y que dejaría a mi hermano destrozado. Antes de que hagan realidad mis pensamientos aparece mi madre, interrumpiendo el enfrentamiento.

–¿Qué pasa aquí?– pregunta a nadie y a todos en particular.

–Que tu hija es una puta– responde Kyron y, acto después, se da media vuelta y se va.

–¿Qué está diciendo?– vuelve a preguntar mi madre, esta vez, mirando a Auden que sigue sentado al lado mía en la cama, con los apuntes esparcidos alrededor nuestra.

–Se cree con derecho a opinar en algo por lo que, da la casualidad, que está haciendo lo mismo– contesto, enfadada.

–Creo que debería irme– señala Auden antes de levantarse de la cama y dirigirme una mirada. –Te veo mañana.

Asiento y veo como se marcha por donde, unos minutos atrás, salió Kyron. Nos quedamos a solas mi madre y yo. Ella me mira, confusa, sin entender nada de lo que está pasando, lo que me recuerda que hace unos días era yo la que se sentía así con todo lo de mi padre.

–¿Qué tal con el terapeuta?– cambio de tema.

–¿No vas a explicarme lo que ha pasado?

–No quiero que estés entre medias, así que no– discrepo, antes de que ella empiece a hacerme más preguntas.

–Si necesitas algo ya sabes donde estoy– dice, para sorpresa mía. Hace como cuatro horas me estaba degollando con la mirada y ahora está postrada enfrente mía ofreciéndome ayuda. Si que es bueno el doctorcito. –El doctor Simon es bueno en lo que hace– comenta, leyéndome el pensamiento. –Siento mucho la escenita que monté en la comida, agradezco que os hayáis preocupado.

Guau.

–No hay de qué– digo, conmocionada con su disculpa.


(...)


El martes coincido con Ty en clase y, tras estar un rato preguntándole por su nariz, decidimos quedar por la tarde para repasar la exposición oral del jueves. Solo pensar que tengo que hablar en público hace que se me ponga el pelo de punta. Cuando me insultaban, la mayor parte de las veces era cuando tenía que salir a la pizarra. Siempre escuchaba murmullos sobre mí y risas poco discretas. Desde entonces, se me hace casi imposible no tener pánico escénico y, cuando hablo en público, me pongo tan nerviosa que incluso a veces tartamudeo.

El resto del horario escolar es como casi siempre y, tras un examen, me encuentro con Amie. Últimamente apenas hablamos tanto como antes y no sé si es porque se me están acumulando los problemas o porque hay demasiados exámenes de por medio y muy poco tiempo, lo que me entristece bastante.

–Hola– sonrío mientras le doy un abrazo rápido –Cuanto tiempo.

–La verdad es que sí, ¿te pasa algo conmigo?– pregunta directamente.

–Guau, que directa– sonrío, esta vez, un poco incómoda. –Últimamente tengo demasiados problemas familiares, siento muchísimo no haberte contado nada pero no quería estar entre medias entre mi hermano y tú.

Suspira y, por un momento, noto tristeza en su mirada. –Ya me contó Kyron lo de vuestros padres– noto una punzada en el pecho por la mera mención de mis padres. –Lo siento, Kay. Tenía que haberte ayudado o algo este finde pero Kyron me ha pedido un tiempo. Desde lo de vuestros padres está muy raro y, además, hoy ha venido a preguntarme sobre lo tuyo con Auden. Cuando se ha dado cuenta de que yo lo sabía se ha ido hecho una furia. Siento que esto se ha acabado– confiesa, con lágrimas en los ojos. 

Me siento realmente mal por ella, además de culpable. El que esté saliendo con Auden parece que le está pasando factura a ella también, lo que no es justo. No tenía ni idea de hasta qué punto estaban mal las cosas. 

–Lo siento, Amie. Por todo– digo, abrazándola de nuevo para darle consuelo –Todo va a salir bien, ya lo verás.

Ni si quiera yo me creo mis propias palabras pero, realmente, espero hacerla sentir mejor. Noto como asiente antes de separarla de mí para ver sus enormes ojos color chocolate.

–Pase lo que pase voy a estar aquí, tanto si se trata de mi hermano como si no. ¿Me has entendido?– pregunto.

–Se supone que te tendría que estar consolando yo a ti, por los problemas familiares y eso... –se limpia las lágrimas con el dorso de la manga del jersey –Lo siento, soy muy mala amiga.

–Nah, así me distraes de mis propios problemas.

Antes de que acabe de decirlo ya tiene una sonrisa en la cara.


(...)


–He pensado que, para que los dos hagamos el mismo trabajo podríamos dividirnos las diapositivas del Power Point, ¿te parece?– le pregunto a Tyler, con el que he quedado para repasar lo del trabajo del jueves .

–Me parece perfecto, Kay, pero como ya has dicho no te gusta hablar en público así que, si quieres, yo puedo hablar más que tú y así no tienes que hablar tanto. Además que tú te has encargado más que en la realización del trabajo– propone Ty y asiento, agradecida. Es la primera vez en días que sonrío de verdad.

–Gracias.

–Es lo mínimo que podía hacer– repone quitándole importancia.

En ese momento, escucho la melodía de un teléfono. No le doy importancia hasta que Ty me avisa de que es el mío.

–¿Sí?– pregunto cautelosamente ya que no me he fijado en quién llamaba.

–Kay, ¿dónde estás?– la voz de Auden inunda mis oídos y me doy cuenta de que está molesto.

–Repasando el trabajo de biología con Tyler ¿por?– le respondo con el mismo tono que él a utilizado al hablarme.

–Tu hermano se acaba de presentar borracho como una cuba en la casa de mis tíos. Ha venido a buscar a mi hermana pero, como no está aquí, quiere desquitarse conmigo.

–Voy para allá.

¡Con mi hermano no, por favor! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora