Capítulo 15

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Después de la cirugía fui a ver a Tyler otra vez antes de irme. Él se tenía que quedar una noche en observación, a pesar de que ya le habían colocado la nariz. Me despedí de él prometiéndole que iba a acabar la presentación de Power Point y, a pesar de que él aseguró que no era necesario, yo me sentía demasiado culpable.

Salgo del hospital y me siento en la acera, debería llamar a mi hermano para que me viniese a recoger ya que yo no he traído el coche pero justo voy a meterme la mano en el bolsillo cuando diviso a Auden apoyado sobre su moto moviéndose nerviosamente. En cuanto me ve viene hacia mí. Tengo ganas de decirle cuatro cosas, ¿quién va por ahí pegando a la gente? Llega a mi lado se sienta junto a mí en bordillo.

–¿Por qué narices has pegado a Ty?– en el momento que pronuncio «Ty», Auden hace una mueca como si le irritase escuchar su nombre.

–¿Qué es eso de "ayer estuviste genial"?– cita desquiciado las palabras que Tyler dijo esta mañana. En el momento que lo pregunta me doy cuenta que lo ha malinterpretado todo.

–Ayer quedamos en su casa para hacer el trabajo de biología pero, como ya veo, tú lo has malinterpretado todo completamente. Se supone que soy tu novia y tú no haces más que decepcionarme con tus actos. En un momento puedo estar como en una nube cuando estás conmigo y al siguiente te pones a pegar a la gente en mis narices porque no confías en mí.

–¿Entonces no pasó nada ayer?– pregunta esperanzado –He estado de los nervios todo el rato pensando que os habíais acostado– se pasa la mano por el cuello.

Este tío es imbécil a más no poder.

–Pero a ver, ¡¿es que tú solo te quedas con eso después de todo lo que te he dicho?!–. Noto que me empieza a arder la cara por la furia –Soy virgen, Auden, el otro día fue la primera vez que besé a alguien vas tú y piensas que me he convertido en una zorra– las lágrimas están comenzando a acumularse en mis ojos. Apenas llevamos una semana saliendo y siento que esto va a acabar muy pero que muy mal. No entiendo por qué me duele tanto lo que Auden hace, aunque es obvio que me gusta más de lo que debería.

Me intento levantar de la acera pero Auden me agarra del brazo para que no me vaya.

–Puedo llegar a ser imbécil, lo admito. Pero no pienso disculparme por haberle pegado, se lo tenía merecido– me mira –Nunca he pensado que eras una zorra, no te menosprecies, por favor– suplica.

–Nadie se merece ser pegado a no ser que se lo merezca.

Se le oscurecen los ojos y me suelta el brazo decepcionado, veo en sus ojos el daño que le ha hecho mi comentario, como si le hubiesen dado una puñalada, como si le hubiera dicho que él se lo merece, aunque no entiendo el por qué.

Doy media vuelta y busco el coche con la mirada, pero me vuelvo a dar cuenta de que no lo he traído. Tonta de mí.
Saco el móvil de mi bolsillo y Auden se da cuenta porque se levanta de la acera y me sigue.

–No hace falta que llames a nadie, yo te llevo–se ofrece. No me apetece discutir más con él por lo que asiento con la cabeza y me monto en su moto negra mate después de haberme puesto el casco.

(...)

Aparca la moto lo más cerca de mi casa posible y se quita el casco a la vez que yo, haciendo un amago de hablarme.

–Lo siento, de veras que lo estoy intentando.

–En vez de intentar cambiar de golpe empieza por confiar en mí.

En estos momentos estoy demasiado cabreada con él y siento que voy a estallar en cualquier momento, así que se me ocurre el mejor remedio: dormir... y comer Nutella, claro.

–¿No me vas a dejar, no?– se le nota el miedo en los ojos y me da pena, pero no puede hacer lo que le dé la gana y luego salirse con la suya sin que haya consecuencias.

–No lo sé, Auden. Si sigues así probablemente sí... No quiero estar discutiendo todo el rato contigo– suelto un cansado suspiro.

Me mira frustrado –No sé mantener a la gente a mi lado.

–Por algo se empieza, yo tampoco he estado en una relación nunca y me resulta tan raro como a ti.

Me despido de él y le doy una rápida mirada a esos ojazos azules antes de entrar en mi casa.

–¿Cómo ha ido?– pregunta Kyron al entrar en casa. Me quedo con la boca abierta ante lo raro que está hoy, ojalá se quede así para siempre. Debe ser que me quedo un rato sumergida en mis pensamientos porque Kyron pasa la mano enfrente de mi cara.

–¿Estás bien?– vuelve a preguntar. Esta vez no espero tanto para contestarle.

–Eh...sí, sí, claro ¿por qué?– me tenso ante lo raro de la situación. Mi hermano se da cuenta por lo que dice:

–Tranquila, Kay...soy solo yo. ¿Quieres cenar? Has estado todo el día en el instituto y en el hospital, debes de estar agotada– sus ojos parecen sinceros a si que me relajo un poco, a pesar de que sigo estando alerta por si acaso.

–Mmmm, pues no me vendría mal la verdad, gracias, ¿tú ya has cenado?– pregunto curiosa. Me empiezo a morder la uña en un acto reflejo.

–Que va, te estaba esperando. Papá está en un viaje de negocios, supongo que no te extraña a estas alturas y mamá está en el despacho de papá, también trabajando. Ellos ni siquiera sabían que no estabas en casa así que por eso te he dicho lo de cenar. No soy tan malo como te he hecho creer– busca mi mirada.

–¿Por qué ahora me dices todo esto? Te he necesitado desde hace tiempo– me están empezando a escocer los ojos, demasiadas emociones en un día. Él para de hacer los huevos revueltos y lo pone en dos platos antes de entregarme uno y sentarse a mi lado enfrente de la barra de la cocina.

–Porque es cuando me he dado cuenta de que yo también te hecho en falta– murmura. Empieza a comer y se le nota incómodo por su confesión, porque no para de revolverse en el asiento. Prefiero dejar esta conversación pendiente para otro momento ya que no tengo ganas de discutir más, por lo que decido cambiar de tema.

–¿Qué pasa entre Amie y tú?– levanto una ceja. Me acuerdo cuando Kyron y yo éramos pequeños y él siempre se cabreaba conmigo porque no sabía levantar la ceja. Me río ante el recuerdo y él parece haberme leído la mente por lo que también se ríe. Hace mucho que no le escuchaba reír.

–Pues bueno...es una buena amiga, supongo que eso ya lo sabes– responde como si nada restándole importancia haciendo un movimiento con la mano.

–Oh, ¿solo amiga?– vuelvo a levantar la ceja.

–Agh, Kay, metete en tus asuntos– bromea.

En cuanto terminamos de cenar nos damos las buenas noches y subimos a nuestros respectivos cuartos. Ya en mi cuarto, cojo el portátil y termino la presentación de Power Point, tal y como le prometí a Ty.

Después de terminar con el Power Point, continúo leyendo el libro que me empecé ayer y me invade la mejor sensación del mundo: paz. Cuando tengo un libro en la mano siempre siento que soy libre y que puedo estar al menos un rato en paz, sin necesidad de preocuparme en el día a día, únicamente pensando en la vida de los personajes. Siempre viene bien un respiro.

¡Con mi hermano no, por favor! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora