Desahogarse

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Este es un capito en el que me voy a desahogar emocionalmente. En el que, no por primera vez, voy a intentar sacarlo todo.  Y creeme, lector, que esto es lo más dificil que he hecho en mi vida.

Para esas personas, cuya opinion me importa, quiero decirles que, si escribo esto aqui, es por que no tengo el valor suficiente como para decirlo a la cara. Es por que soy cobarde. 

Pero decidí escribir esto por que creo que tengo que ser sincera. Puede que aún despues de esto, no esté preparada para decirlo a la cara, para hablarlo a la cara, pero si tú, querida amiga, querido amigo, quieres hablar conmigo sobre esto, hazlo. Yo haré mi mejor esfuerzo.

Aunque disfraces la cobardía de valentía y atrevimiento, en el fondo de tí siempre seras un cobarde.

Yo siempre me callo todo. Siempre hay cosas que guardo dentro de mi, siempre guardaré secretos. 

Por que tengo un estupido autoestima. Por que temo las opiniones de las personas. Por que temo de las personas. 

Lo que quiero contar, lo que de verdad me duele, y quizá cada vez que lo recuerde me duela, es que estoy peleada con mi madre.

Sí. No tengo ni quince años y ya estoy peleada con mi madre.

Joder, que aun vivo con mis padres. Aún vivo con ella.

Para las personas que me conocen, quizá esto sea dificil de creer, por que la han visto. Pero es la verdad.

No odio a mi madre. No, aunque hubo un tiempo en el que quería hacerlo.

Dije que era lista, ¿no? Bueno, todo esto, fué por que soy lista.

Para quienes sean inteligentes, pero no les vaya bien en la escuela, quizá lo entiendan.

Que tu padre o madre o alguien te regañe por no aprovechar tus aptitudes.

Esto es lo que me pasó. Lo que pasó. Que mi madre me regañaba por sacar malas notas. Todos los días, durante casi dos meses.  Me gritaba. 

Mas o menos, cuando estaba en primero de secundaria, antes de las vacaciones de Navidad. 

Lo que esto provoca, el impacto emocional de esto, es fuerte. Es grande. 

Casi no pude soportarlo. Que mi madre me regañara, que me gritara, no pudé soportarlo realmente. Lloraba. Ella me hizo llorar muchas veces. Recuerdo ese cansancio emocional que te provoca el llorar.

Quizá, si no le tuviera pánico a la muerte, no habría nadie escribiendo estas palabras. Me habría suicidado, quizá. 

Supongo que, gracias a ese pánico, aun estoy aqui, sonriendo por mis amigos, por esa gente que me importa.

Se puede decir que estuve deprimida. Muy deprimida y hay quien lo notó. 

Un amigo, Larry, lo notó. Notaba que yo no sonreía de la misma manera. Pero jamás le dije nada.

¿Cómo fué que, dos años después estoy aqui?

La esperanza de irme de casa, de escapar de casa, en el momento adecuado. En el momento que más doliera. En el momento en el que yo sintiera que no podría más. 

Jamás llegó ese momento. 

Incluso un año después, si recordaba eso, me ponía a llorar. No sé muy bien por qué exactamente, pero lloraba. Escribí, en algún cuaderno que aun conservo y está guardado en un maletín con clave, que jamás le perdonaría a mi madre eso: hacerme llorar y hacerme sentir inutil. 

Recuerdo haber escrito esto:

"¿Cómo puedo sentirme querida, si ni mi propia madre me apoya en las buenas y en las malas? ¿Sobre todo en las malas?"

No sé cómo lo llamarías tú, pero eso no fué apoyo. No fue nada bueno. Al menos, yo no le veo lo bueno.

Sé que ella intenta acercase a mi. Sé que ella me quiere. Y yo la quiero a ella, pero jamás sera igual. Jamás le perdonaré eso, aunque sea capaz de reir con ella.

Lo siento mucho.



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