—Qué deliciosa está —Samuel dejó salir un sonido gutural desde su garganta para reafirmar su comentario, satisfecho con la cena—. No sabía que podías preparar pizza.
El responsable de aquella comida rió quedamente con la boca cerrada, aceptando completamente el halago. Sus ojos brillaban de manera engreída.
—Naturalmente, jefe —Rubén tomó otra rebanada cubierta con pepperoni de la charola al centro de la mesa para decorar—. Hay muchas cosas que aprendí hacer fuera de la escuela. Te sorprendería.
—Se supone que debías pagar por ella, no usar los materiales del local —Alex tomaba un champiñón y lo llevaba a su boca—. Además, me debes tu paga.
—¿Acaso apostaron? —Samuel sorbió de su agua. Los miró divertido por sobre el vaso. No cambiarían jamás.
—Sí —se adelantó a decir el más pequeño—. Y Rubén perdió. Era de esperarse.
—Cállate ya, pequeñajo. ¿No te basta con haber ganado?
—Basta, chiquillos —el mayor los detuvo, divertido, deseaba saber de qué iba todo eso y después dejaría que se mataran con insultos entre ellos—. ¿Y en qué consistía la apuesta?
—¿Recuerdas, cuando llegaste, trayendo a tu padre? —Alejandro sintió un puntapié en la espinilla. Pero fingió no haber sentido nada. Aunque juró que Rubén pagaría por eso.
Y Samuel pretendió no haber notado los movimientos de sus amigos.
—Sí, claro —contestó, aquellas piezas no se vieron bien para él durante diez minutos. Estaba llegando al cansancio y juró estar a punto de arrojarlos. Bueno, no literalmente hablando. Porque su trabajo se habrá llevado.
—Rubén creyó que si comía uno, no te darías cuenta de ello —Alejandro miró a quien, en cuestión, era tema central de la conversación—. El resto de la historia ya podrás imaginarla.
—Así que fuiste tú, tío —Samuel alzó la voz, una pequeña vena se asomaba en su frente—. ¿Sabes lo que me costó ponerlos en su lugar?
—¿Sabes lo deliciosos que eran? —Rubén se encogió de hombros, restándole mucha importancia al comentario de su jefe.
—¿Y sabes tú qué es delicioso también? El descuento en tu salario, Rubén —Samuel se levantó, tomando su plato para ponerlo en el lavavajillas.
Alejandro rió sin disimulo. Pero paró rápidamente, casi pareció haber quedado sin aire, pues jadeó antes de hablar.
—No. ¡Voy a recibir menos!
—It's a cold and it's a broken hallelujah —cantó Rubén, sujetando su vaso con ambas manos.
...
—¿Qué les pareció el primer día, hijos? —El mayor De Luque estrechó los hombros de su primogénito de manera cariñosa; tenía que admitir: lo había hecho maravillosamente.
—Creo que bien —Samuel tenía a Alejandro a su derecha, ayudándolo con las cuentas; estaban a nada de terminar. Ya habiendo cubierto los impuestos y recuperado la inversión de ingredientes, las ganancias reales no eran muchas. Pero sí más de lo que ellos mismos esperaban.
—Ahora sólo queda dividir entre tres esto... y restarle lo de la pizza a Rubén —Alejandro tecleó en la calculadora con ayuda de un lápiz.
—Estoy orgulloso de ambos —habló el padre, sentándose junto a Samuel, pero asegurándose de que fuese escuchado por Alejandro también—. Tienes un carisma natural para hablar con las personas. Debiste verte, entablando conversaciones con los clientes y personas que conozco que pueden ofrecerte oportunidades de crecer en el ámbito pastelero.
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3 bodas. 1 pastel. [Wigetta]
FanfictionMadrid era el lugar donde vivía. Madrid era la ciudad donde creció. Pobre Samuel, no sabía... En un organizador se perdió. Entre fiestas pasaba sus días. Para hacer felices a otros nació. Guillermo amaba lo que hacía. Y en una pastelería pronto se e...