1- Tres ángeles. Un demonio.

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Dedicado a Salo2183

Ha pasado un mes de la muerte de Mark. Aún me culpo por eso. Tengo en mi memoria sus ojos negros pidiéndome por favor que nos fuéramos de ese lugar. Si tan sólo hubiese hecho caso a su petición, estaríamos los dos sentados en la azotea de esta fábrica abandonada, donde me trajo hace ocho años atrás.

Siento como nuevamente se me empañan los ojos. Mierda, otra vez llorando.

Mi alma se marchó con su muerte, le di una nueva esperanza al corazón, luego de la tragedia de mis padres. Y aquí otra vez, muriéndome por dentro, extrañando a esos tres ángeles que me cuidan desde el cielo, y maldiciendo por haberse llevado su vida en lugar de la mía.

Limpié mis lágrimas una vez más con el puño de mi buzo queriendo desaparecer de este mundo.
Cada vez que me deseo la muerte, pienso en las últimas palabras de Mark «cuida de mi hijo».
No puedo fallarle, él confió la vida de Dean en mis manos.

Lo he seguido a Dean todo este tiempo, cuidándolo desde las sombras, no necesito estar con él para protegerlo.

En este mes, conocí mucho de este joven, debo admitir que se parece mucho a su padre, tez morena y esa mirada tan característica de los Schmidt. Descubrí que es un chico muy impulsivo, terco al igual que Mark; tiene metas a futuro, estudia en la universidad de aquí y vive en una pequeña casa a unas calles de esta apestosa fábrica. Lo he pillado varias veces yendo a la playa para pintar y fotografiar los atardeceres de Atlanta, y le ha llorado tanto al mar que de seguro Dean se ha quedado sin lágrimas al igual que yo.

Un feo sonido me saca de mis pensamientos, fue cuando reaccioné de que el sol se estaba escondiendo y comenzaba a refrescar. Ese sonido no paraba de aturdir mi cabeza y recordé que Steve, líder de la mafia, me dio esta mañana un celular para poder ubicarme cuando me necesitara.

-Steve- se oyó de mi parte al atender la llamada.
-Exocet, necesitan tu ayuda sobre el tema de los Griffin- la voz grave del viejo se oía preocupada.
-Avisa que estaré ahí lo antes posible, pásame la dirección por mensaje- antes de cortar la llamada, ya había bajado de la fábrica.

Segundos después me llega la dirección del lugar, la ubiqué enseguida, es en un galpón abandonado, donde los hermanos Griffin se encargan de distribuir la droga que le compran a Steve.

Corrí a toda velocidad, no esperaría un taxi, probablemente llegue más rápido de este modo; tampoco tenía tiempo que perder.

"Esos cobardes no saben en lo que se han metido."

Mi corazón latía con mucha velocidad, la respiración era sumamente agitada y el calor junto con la adrenalina del momento invadieron mi cuerpo. Allí, frente a mis ojos se encontraba el mugroso galpón. Escuché voces provenientes de adentro, tenía que entrar a la acción.

Me adentré en el lugar, su pelea se transformó en un completo silencio con mi llegada.

-Nos volvemos a ver Griffin- Su mirada estaba llena de odio hacía mi persona.

-Lo mismo digo rubia- una risa burlona se posó en mis labios, me es imposible no divertirme en estas situaciones -Me enteré que gracias a ti, el negro está muerto. ¿Qué se siente cargar con otra muerte?- quería golpearlo hasta que me sangren mis manos, pero en lugar de eso, mi mueca seguía presente como si su comentario no me afectara, punto a mi favor.

-Exocet para tí, Griffin- mis pies comienzan a avanzar en su dirección, sintiendo las miradas de mis compañeros y su hermano atentos a mis movimientos. -No te acuerdas lo que pasó la última vez- Elevé una ceja, mientras noto como se remueve en su lugar, nervioso. - Ahora dime, que cagada te mandaste-.

EXOCETDonde viven las historias. Descúbrelo ahora