4. Pena, penita, pena

15 1 0
                                    

Hacía ya cuatro meses que Jaime y Elena habían desaparecido, pero yo aún tenía mis días raros. Ya no me paseaba por la casa con cara de cachorrito abandonado en una cuneta de carretera nacional, pero pensaba que a estas alturas ya me habría repuesto completamente. ¿No habéis oído eso de que una relación se supera en tantos meses como años llevabas con el susodicho? Pues yo había compartido tres años y medio con Jaime. ¿Dónde estaba mi maldito punto y final? 

No me entendáis mal. No estaba deprimida, sino enfadada. Y mucho. Ya no intentaba contactar con Jaime por el móvil porque antes o después podría cogérmelo. Entonces me volvería loca y le lanzaría una maldición a distancia, o lo arrojaría a los cuatro jinetes del Apocalipsis. Una de dos.

A Teresa le daba igual si era pena, furia o hepatitis B, seguía opinando que debía salir más y que no hacerlo era de lo más penoso. A mi lo que me fastidiaba era que estaba completamente de acuerdo con ella, pero me había acostumbrado a mi papel de chica abandonada y me costaba prescindir del helado. Nadie juzga lo que comes cuando te acaban de dejar tirada, algo bueno tenía que haber.

Sin embargo, hubo un día en que quizá —y sólo quizá—se me fue un poco de las manos. Estaba viendo alguna chorrada en la tele mientras comía palomitas cuando se abrió la puerta. Era Óscar cargado de bolsas de la compra. Pasó junto al sofá, de camino a la cocina, y vi que me miraba de soslayo.

— ¿No crees que deberías ducharte y quitarte ese pijama...? — comentó tranquilamente mientras empezaba a guardar la compra.

— ¿No crees que debería quitarme el pijama primero y ducharme después? — repuse sin apartar la vista de la pantalla.

— Ya sabes lo que quiero decir... Últimamente no haces más que quedarte aquí sentada viendo la tele.  

Nos habíamos hecho amigos rápidamente desde que me enseñó sus dibujos. De repente la convivencia era fácil y las chicas de la habitación de al lado molestaban menos. Parecía que ya no nos visitaban tanto, o quizá me estaba acostumbrando a sus gemidos. El caso es que Óscar estaba intentando preocuparse por mí y no pude tomármelo a mal. Había sido mucho más delicado que Teresa. Sin embargo, me sentó como una patada en el culo. Sabía que tenía razón, y por eso preferí no contestar.

— Daniela, tienes que cortar esto por lo sano — continuó.

— Bueno, vale ya. ¿No tienes que asar un pollo o algo? — agité una mano por encima de mi cabeza, como espantándolo.

— Pensaba hacer una pizza artesana. Voy a amasar la base yo mismo, ¿sabes? Y le pondré un montón de queso que voy a rallar a mano. Y champiñones. 

Sabía que lo que intentaba era captar mi atención, y aún así estaba funcionando perfectamente. Lentamente y fingiendo indiferencia me volví hacia él.

— ¿De cuánto queso estamos hablando?

— De todo este taco de emmental francés... — sonrió y alzó la palma de su mano para que pudiese observarlo. Era una pieza espectacular.

— Vaya, pues será mucho queso para ti solo, ¿no?

— Demasiado. Necesitaré que me ayudes a deshacerme de él.

— Bueno, supongo que podría... ¿Para qué están los compañeros de piso? 

Le dediqué una sonrisa amplia que intentaba aparentar inocencia. Óscar dejó de sonreír abruptamente y el emmental desapareció. 

— Si quieres pizza, tendrás que ganártela. Entra ahora mismo en la ducha y arréglate, quiero que te vistas como si fueses a salir. Esmérate porque la porción que te dé será directamente proporcional al resultado.

— Pero bueno, ¿qué clase de chantaje es ese? — protesté. 

Estaba muy indignada, pero había llegado a hacerme adicta a las comidas que preparaba Óscar. Esa pizza sería espectacular. Incluso más, si se tenía en cuenta la bolsa de palomitas que me había comido media hora antes. 

Levanté el culo del sofá a regañadientes y me dirigí a la habitación. Óscar me sonrió de nuevo como se sonríe a una niña que hace lo que le piden sus padres. Él se lo había buscado, me pondría tan mona que tendría que darme toda la pizza.



Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 31, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Un tercero sin ascensorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora