Regalo

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—¡Kei! —Escuché tu voz con alegría por el auricular —¿¡Cómo has estado!?

—Kuroo-san —Aparté el teléfono de mi oído ante tu fuerte voz.

—No, no, pastelito. Hemos estado juntos por más de cuatro años —Suspiraste como si recordaras aquellos momentos —Así que debes llamarme por mi nombre.

—Sabes que sigo sin acostumbrarme —Me alegré que no estuvieras para ver mis mejillas ruborizadas.

—Y yo no me acostumbro a que me sigas llamando así. Suena como si hubiera una brecha entre nosotros —Hablaste con tristeza fingida.

—Si no necesitas algo voy a colgar.

—Está bien, está bien —Te apresuraste —Kei ¿Recuerdas que nuestro aniversario de cuando comenzamos a salir es la próxima semana?

—Sería patético no recordarlo.

—Cierto. Escucha, no voy a poder estar contigo debido al trabajo.

—Lo sé muy bien. Ya me lo comentaste y te dije que no habría problema.

—Pero no significa que no tenga algo para ti. ¡Así es pastel de mi vida! ¡Te tengo una sorpresa!

—¿Una sorpresa? —Volví a separar el auricular.

—Una carta para ser más precisos —Eso llamó mi atención —El día de nuestro aniversario te llegará una carta y debes seguirla al pie de la letra.

—Con una llamada telefónica o una tarjeta electrónica hubiera sido suficiente.

—Vamos Kei, eso es poco romántico —Ambos reímos —Pero enserio Kei, prométeme que seguirás las instrucciones.

—No puedo prometerlo si no sé de qué trata.

—¡Kei!

—Bien.

—Prométeme que pase lo que pase, seguirás las instrucciones. Llueva, truene o relampagueé. Incluso si hay una tormenta de nieve o un ataque zombie.

—Lo prometo —Hablé no muy convencido por lo último.

—Ese es mi Kei —Exclamaste con alegría —Kei.

—¿Sí?

—De verdad lo siento... el no estar contigo ese día.

—Está bien.

—Pero la sorpresa que te daré compensará eso.

—Suenas muy confiado.

—Lo estoy porque te gustará. Lo sé —Ambos guardamos silencio durante varios segundos —¡Ah, demonios! ya debo irme. El avión está a punto de partir.

—Ve con cuidado.

—Te amo, Kei.

—Yo también te amo... Te... ¡Tetsuro! —Dije lo último con fuerza y rapidez. Gritaste con sorpresa y estabas a punto de decirme algo pero me adelanté y colgué.

Los segundos pasaron y yo seguía pegado al teléfono. Levanté la vista y me avergoncé más al notar mi cara sonrojada reflejada en el espejo. A nada de cinco años y sigo preguntándome cómo eres el único en lograr que mi rostro indiferente haga ese tipo de expresiones.

————

—Esto es absurdo —Exclamo con pesadez.

Me encuentro en esa enorme entrada donde hemos estado infinidad de veces. La gente pasa a mi lado pero me son indiferentes, todo me es indiferente. El aire fresco golpea mi rostro y observo de nuevo la carta que tengo en mano.

Cartas Para Una Ocasión EspecialOù les histoires vivent. Découvrez maintenant