dos

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una vez más lucia tenía peladas las rodillas a causó de el maltrato por parte de sus compañeros se sentía impotente y muy triste.

En su casa no había nadie, como siempre, camino asta la cocina y había un plato con lasaña junto a él se encontraba una nota, Era de su nana deseándole un lindo día.

Lucía podía ser una niña pero aun así se daba cuenta que esa nota sólo era por lástima, pesco el plato llevándolo asta el baño principal, ahí limpio el plato con un tenedor luego camino hacia el espejo más cercano para poder verse.

Era verdad, todo era verdad. Ella era fea su rostro pálido y sus grandes ojeras por oír las largas peleas que sus padres tenían frecuentemente por la noche. Aún así, después de estar acabada, no sentía rencor por nadie, era una niña dulce y buena por dentro y eso era lo único que nunca le arrebatarian.

volvió a la cocina por un vaso con jugo y una galleta con dirección a su habitación, subió las largas escaleras asta llegar a ese cuarto, blanco con sábanas blancas como una habitacion de huespedes, su madre nunca se lo arregló y su padre estaba muy ocupado.

caminó asta una mesita ahí se encontraba una foto de ella y su pálido rostro junto a su madre y su padre, su padre era gordo, bajito y calvo de pelo negro mientras que su madre era muy delgada y rubia.

Todos salían felices en las fotos menos su madre, siempre con el ceño fruncido, volvió a mirarse al espejo pero esta vez utilizo uno sobre su mesita.

Sus orejas estaban chuecas, sus labios eran rojos y su nariz fina como la de su madre mientras que en sus ojos se parecía a su papa pues eran claros color miel, siempre ocultaba su rostro bajo sus lisos y negros cabellos que le llegaban casi a la cintura.

Dejo su comida de lado, ya se le había quitado el apetito, se recostó en su cama blanca y suave quedándose dormida profundamente por unas horas.

Su reparador sueño fue interrumpido con unos fueres golpes.

Corriendo se acercó a la escalera y entre los fierros puedo divisar que era su padre que había llegado borracho, tambaleándose de un lado a otro asta caer sobre una mesa de centro que por desgracia estaba hecha de vidrio.

- ¡¡papá!!- gritó mientras corría para ayudarlo.

-quítate traidora- dijo empujandola -de seguro tu te irás igual que la arpía de tu madre.

Lucía comenzó a llorar por el dolor que causaba que su propio padre la empujaba de una manera tan frívola siendo ella su única hija además había caído enterrandose un vidrio en la pierna.

Su padre la ignoro, se levantó, volviendo a tambalear se acostó en el sofá y de inmediato cayó rendido en un sueño profundo.

Lucía siguió llorando de el dolor un par de minutos asta que sintió que habrían la puerta, era la nana.

-¡¡Señorita Lucía!!-gritó mientras corría asta ella.

-nana me duele mucho no puedo pararme Ayúdame por favor- suplicó Lucia, la mujer la tomó en sus brazos, era una mujer fuerte y subió con ella por las escaleras asta acostarla.

-ahora traigo el botiquín, señorita, ya vuelvo- estaba desesperada por curar a Lucía, ella era una niña no se merecía eso ni las negligencias que desde siempre cometían sus padres.

-nana - dijo Lucía mientras ella se daba vuelta -gracias- ella solo sonrió y corrió a buscar el botiquín.

Luego de curarla bajo a prepararle el desayuno se lo llevó y ella con apetito se lo comió todo.
-Señorita iré a despertar a su padre, preferiría que no salga el en este momento no se encuentra bien, esta enfermo- la niña sólo asintió mientras ella le cerraba la puerta y bajaba por las escaleras.

solo su alma y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora