solo su alma y yo

tres

luego de que nana bajará y despertará al padre de Lucía, quien se fue al trabajo, terminó de hacer el aseo como siempre mientras Lucía veía sus caricaturas.

A Lucía le encantaba ver de todo un poco a veces veía "los simpsons" o el único anime que le había gustado asta el momento "Black jack".

Como eran ya las 14:30 de la tarde nana entró a su habitación para despedirse, era una mujer anciana que tenia hijos a los que cuidar por eso le preparaba el almuerzo a Lucía y se iba.

-señorita Lucía ¿segura que no quiere que me quede?-Lucía movió su cabeza de un lado a otro. Sabía que ella debía llegar temprano a casa para cuidar de sus niños.

-Adiós nana, gracias por todo-dijo mientras le daba un fuerte abrazo -te quiero mucho.

-y yo a usted senorita, que pase buena tarde.

Lucía quedó completamente sola, le dolía un poco la pierna pero podía caminar. Camino asta su armario buscó un lindo vestido floreado para salir a jugar a el jardín.

Bajó las escaleras muy entusiasmada, se comió la comida que le dejó nana y salio corriendo hacia el jardín, si había algo que le gustará hacer difinitivamente era jugar con insectos. Salía todos los días a buscar bajo las piedras para jugar con ellos.

Le gustaba pensar que eran sus amigos así que les hablaba y les hscia pequeñas casitas y edificaciones que nunca usarían.

Era un pasatiempo tan divertido que pronto calló la noche, se vio obligada a regresar a casa. Como era de costumbre devolvía a sus pequeños amigos donde los había encontrado.

Al llegar a su habitación se puso el largo vestido de algodón con el que dormía, unos calcetines de lana porque sus pies no eran fáciles de calentar, mientras estaba arropada mirando el techo en la oscuridad sintió fuertes golpes en la puerta principal.

bajó despacio las escaleras y abrió la puerta con mucho miedo, no quería que su padre le volviera a causar algún daño pero sorpresivamente no era el.

-Hola niña, ¿se encuentra a tu mama?- dijo el hombre con gafas, era un policía.

-no, me abandonó- el policía la miro con mucha tristeza pero con las gafas no se le notó.

-¿tienes algún pariente con el que pueda conversar?.

-en casa no, pero papá tiene una agenda de números en su despacho, de seguro el numero de la tía Wendy esta ahí, pase señor policía iré por el- dijo la pequeña mientras corría, las orejas de oso en su bata que rebotavan.

Lucía buscaba en el despacho de su padre buscando la gran agenda azul, apenas la encontró se la llevó de inmediato al policía.

-Es este señor.

-gracias.

El hombre llamó al teléfono de su tía. Ambos se quedaron esperando a que la tía Wendy llegará, la niña le ofreció unas galletas y un vaso lleno de su leche favorita (de platano).

-Lucía, mi pequeña ¿que paso?- dijo tía Wendy preocupada mientras le daba un beso en la frente  -¿te encuentras bien?.

-si tía, aunque me corte un poco la pierna pero nana me curo esta mañana.

-señora Wendy, necesito hablar con usted, es algo serio- dijo el policía muy serio mientras dejaba el basó vacío arriba de una mesita.

-Lucía, ¿puedes ir a tu habitación un momento?-dijo tía Wendy mientras acariciaba su precioso cabello.

-si tía- dijo Lucía corriendo.

-Lucía,  gracias por el vaso con leche y las galletas- dijo el policía mientras la niña le sonreía y subía las escaleras corriendo.

-señora Wendy, lamento ser yo quien le de esta noticia pero el señor William Lamore se suicidó esta noche- La señora Wendy se tapó la boca mientras habría los ojos.

-no puede ser, pobre Lucía.

-señora Wendy, Lucía me comento que su madre la había abandonado ¿eso es cierto?.

-si, mi hermana se fue con un hombre fuera del país, pero ella no quería ni un poco a su hija.

-necesito a alguien que se haga cargo de la pequeña porque no puede quedarse sola aquí y me veré obligado a llevarla a un hogar de menores.

-¡AY POR DIOS NO!-dijo la señora Wendy gritando - yo me haré cargo de Lucía, soy su tía, lo único que, ahora, tiene en el mundo- dijo parándose de el sofá y secándose las lágrimas -la criare como si fuera mi propia hija.