Capitulo 1

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Odio mi nueva clase, aunque siempre he odiado todas mis clases y a la gente de ellas. Tal vez lo que siempre me ayuda a sobrevivir es el delicioso batido de vainilla de la cafetería
Con mi primer batido en mano desde que empezó el verano, me dirijo a mi rincón solitario de todos los años. La estúpida súbdita de Ainhoa, Sasha, me hace la zancadilla y al tropezar me choco contra una dura espalda haciendo que mi tan deseado batido caiga sobre mi camiseta de nirvana y las puntas de mi pelo rojo dejándolo con olor a vainilla.
El tipo contra el que he chocado se voltea a verme y enseguida lo reconozco, es el chico por las que prácticamente todas las chicas del instituto babean, y este año, estoy en su misma clase, ni se su nombre, ni me interesa, ni quiero saberlo.
Sus ojos verde oscuro se clavan en mi y puedo sentir un escalofrío al ver su mirada recorrer mi cuerpo mojado. Su perfecta boca de rompecorazones del instituto esboza una espeluznante sonrisa al verme.
-Ahora ya tendrás un buen motivo para quemar esa horrible ropa - dice burlándose de mi, se ríe de su propio chiste y se sienta junto a sus amigos que se ríen de su gracia a dos mesas mas adelante.
Hipócrita, desagradable, chulo, espeluznante, idiota, inútil... Ahora mismo podría hacer una lista de todas las palabras que se me ocurren para describir a esa persona. Ese tipo no sabe lo que le espera. Cojo el batido de chocolate de Sasha, que ha estado admirando toda la escena como si fuese la mejor comedia del mundo y me dirijo a paso decidido hasta la mesa en la que se ha sentado ese espécimen de extinción.
Me coloco tras él y sostengo el batido sobre su cabeza. La gente con la que esta sentado me mira y el a notar mi presencia mira hacia arriba para poder observar me. Sin pensarlo dos veces giro el vaso haciendo que su pelo castaño oscuro sea cubierto por batido de chocolate recién hecho. Cuando el vaso de plástico esta vacío, lo arrugo y lo tiro al suelo. Todos sus amigos tienen la mandíbula desencajada. La cafetería se ha quedado en silencio y todos nos miran.
-No querrás saber las consecuencias de lo que pasará si sigues haciéndote el chulito conmigo- y dada la amenaza mi dirijo a la salida de la cafetería con todas las miradas sobre mi espalda.
Al cerrar las puertas tras mi todo estallo a carcajadas y murmuros. Idiotas...

Idiotas...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora