Roma

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Capítulo 1.

El Instituto tiene el nombre de Istituto Latinoamericano di Roma. Consiste de 7 bloques de edificios gigantes, 3 de clases y 4 de dormitorios. Hay una cafetería, la cual sólo usan los estudiantes pues los profesores no duermen en el campus, canchas de tennis, volley, basket, futbol, y una pista de atletismo. El instituto estaba lleno de guardias de seguridad, según papá. Al entrar nos dirigimos a uno de los bloques ubicados para clases donde se encontraban las oficinas de administración. La recepcionista entendía cero español ni ingles, lo cual me preocupó. ¿De verdad iba a tener que aprender Italiano para comunicarme con todo el mundo acá?  Mi padre sólo le dio mi nombre y le señaló los papeles en su mano, y la señorita asintió con una sonrisa. Luego me miro sonriendo.

-Hola, mio nombre e Estella.-me dijo tratando de hablar español y sonriendo. Le sonreí de vuelta y asentí.

-Karol Sevilla.-le dije estrechándole la mano. Ella hizo lo mismo. Luego de presentarnos, empezó a hablar Italiano por teléfono con quien suponía era el Director del Instituto, pues salió apenas ella dijo mi nombre de la oficina de atrás. Nos sonrió a ambos.

-Por favor, pasen!- nos dijo haciéndonos señas de que pasáramos a la oficina. Llevaba puesto un traje de ejecutivo, y se veía ya mayor. Su acento sonaba muy extranjero, lo cual me indicaba que no era de Latinoamérica, pero al menos si hablaba español. –Soy El Director del Instituto, me llamo Tomas Paccini.

-Hola señor Paccini, soy Miguel Sevilla, el padre de Karol. Hablamos por teléfono hace unos días.-le dijo papá sentándose al lado mio en la oficina. Su oficina tenía muchísimos libros detrás de su escritorio, lo cuál me pareció hermoso.

-Si claro! Recuerdo perfectamente. Aquí tengo listo todo para ustedes. La llave de la habitación, la tarjeta de la cafetería, el carné del Instituto, creo que me falta algo, déjenme ver..-El señor Paccini tenia muchísimos papeles regados en su escritorio. Su aspecto era muy al estilo de el profesor de Victorious. Me pregunto si se inspiró en el. –Ah! Aquí esta, tu horario de clases.-me entregó todo y yo lo tome.

-Gracias.-le dije y el asintió.

-Bueno, debo explicarte mas o menos como son las Rutinas aquí. Al entrar a tu habitación te darás cuenta que no tienes baño propio, cada piso tiene su propio baño en todos los bloques de habitaciones.-me entro un retorcijón en el estomago el solo pensar que debía compartir el baño con chicas que ni conocía. Genial. –La tarjeta de la cafetería la recargan tus padres mensualmente, es tu decisión que tanto y como la utilizas. Tan sólo la entregas a la cajera y ella registrará el pago. El carné del Instituto es muy importante. De esta manera sabemos cuando sales los fines de semana y a que hora regresas: como la mayoría de jóvenes aquí no conocen a nadie en la ciudad, si no regresas en 24 horas después de haber salido, debemos llamar a tus padres, por esto tenemos carnés, para evitar que ocurran accidentes.-Casi me rio en su cara. NUNCA salía de mi casa, ni siquiera para encontrarme con mi mejor amiga. Que por cierto, era la única amiga que tenia en México, y se me había olvidado llamarla antes de despegar. María me iba a matar. –Tu horario de clases es el que escogiste hace un par de semanas, hubo un problema con Literatura Avanzada, pues la clase se llenó, entonces tuvimos que pasarte a Literatura Nivel Medio, la que sigue luego de la básica.

-¿Qué? No espere, esa clase la tuve ya el ultimo año. No puedo repetirla.-Lo interrumpí.

-Bueno, si algún lugar se desocupa, te estaré avisando. Pero por ahora no podrás cambiarla, lo siento.-me dijo haciendo gestos de disculpa. Yo solo asentí y mire al piso.-Entonces espero que te sientas  a gusto en las instalaciones, por favor no dudes en contarme apenas algo te incomode.

-Muchas Gracias.-le contesté y le sonreí.

Al llegar al bloque B de habitaciones de mujeres subimos en el ascensor al piso 4 donde se encontraba mi dormitorio. Papa llevaba mis maletas y yo llevaba la pequeña y mi maletín. Las habitaciones eran privadas, lo cuál me parecía excelente pues odiaba compartir habitación. Abrí la puerta  a mi nueva habitación que tenia el numero 408 y papa entro primero. Los pasillos del bloque tenían paredes amarillas y puertas de madera, además de estar repleto de chicas y chicos a la vez. El Instituto era moderno, comparado con mi antigua casa en México. Mi habitación era pequeña pero tenia todo lo necesario. Bueno, todo menos el baño. El closet estaba al lado izquierdo de la cama y era de la misma madera que todas las puertas del edificio. La cama tenia una cabecera con la misma madera y una mesita de noche. Me llamo la atención una ventana grande al frente de la cama con un rincón que seguramente iba a usar para poder sentarme y leer. Tenia un escritorio pequeño al otro lado de la ventana, cortinas blancas como las sabanas de la cama, una lámpara pequeña en la mesita de noche, otra igual en el escritorio, y dos estantes encima de éste para los libros. Era pequeña, y no tendría mi propio baño, pero me gustaba mucho. Por la ventana podía admirar todo el campus e incluso parte de Roma, lo cual me resultaba hermoso. Ya era de tarde, entonces el atardecer resplandecía en la vista.

-Karol.-mi papa me llamó, me di cuenta que estuve tan distraída admirando la vista que me estuvo llamando todo el tiempo sin que yo me percatara.

-Si?

-Debo irme, surgió un problema.-me dijo mirando su teléfono y frunciendo el ceño.

-¿Cómo asi?

-No te preocupes, es solo trabajo.-dijo antes de darme un pequeño abrazo y salir por la puerta. Rodé los ojos y empecé a desempacar.

Luego de estar horas desempacando, hablando con mamá por Skype y luego con Maria, mi estomago empezó a gruñir. Revisé el reloj: 21:34. No sabia si la cafetería estaba cerrada a esta hora, pero decidí ir a investigar. Me puse mis converse y mi chaqueta de Jean, tome mis llaves y el celular y salí de la habitación. Comparado con esa mañana, no había nadie en los pasillos, pero la luz seguía encendida. Al salir me di cuenta que probablemente no había empacado suficiente ropa de frío. Aunque era fines de verano, neta que me congelaba. No sé si era yo o que.  En rumbo a la cafetería vi varios grupos de gente corriendo, lo cual me alarmó. ¿Por qué todos corrían? Cuando vi las puertas del comedor y vi las luces apagadas instantáneamente rodé los ojos y puse mis manos en mi cintura. Algo que siempre hacía cuando estaba frustrada, estresada o simplemente enojada. Apenas volteé sentí como una persona un poco más alta que yo chocaba conmigo.

Buscándote || RuggarolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora