Conociéndote

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Capítulo 2.

-Victoriaaaaaaa.-me gritaba alguien sacudiéndome de los hombros. Me di cuenta que había caído al piso luego de chocarme con una chica que seguramente estaba confundida o muy borracha para saber que yo no era la tal Victoria.

-Didi! Esa no es Victoria, boluda.-dijo una voz masculina con un acento argentino detrás de ella. Ella se empezó a reir y me soltó. Yo opté por levantarme cuando sentí unos brazos fuertes alrededor de mi cuerpo, cargándome para levantarme. El perfume que llevaba era el mejor que había olido hasta ese día. Cuando me quitó el cabello de la cara con sus manos me sonrió. Mi respiración se detuvo. Sus ojos marrones oscuros parecían negros con la oscuridad de la noche, y su sonrisa resplandecía. Su cabello estaba desordenado y su rostro solo esparcía alegría. No sabía si había estado examinándolo mucho pero noté por un segundo que el estaba haciendo lo mismo. Enseguida descarté lo ultimo: un tipo así mirándome de tal forma, era imposible. Miré hacia abajo cuando sentí que mis mejillas se ruborizaron. –¿Estás bien? Tenés que disculpar a mi amiga, esta un poco.. ebrria.- dijo riéndose de nuevo. Noté que la chica se sentó en el piso y empezó a mirar su teléfono riéndose a carcajadas. Completamente ignorándonos. También noté que el chico tenía un acento distinto al argentino, pronunciando la r más de lo normal.

-Si, estoy bien. Muchas Gracias.- le dije mirándolo. El me miró, sonrió y asintió.

-¿Cómo te llamas?

-Karol, tu?

-Ruggero y ella-dijo señalando a su amiga-es Diana, pero le decimos Didi. ¿Sos nueva, Karol?-me preguntó. Instantáneamente me confundí. Hablaba perfecto el español, entendía también, pero su nombre y la pronunciación definitivamente no eran de algún país de Latinoamérica.

-Si, voy a empezar tercer año.-le dije, un poco tímida. Normalmente no era así, pero chicos asi de lindos me ponían nerviosa.-Y tu?

-Soy de cuarto, bueno ambos somos de último año. Nos conocemos desde que entramos al Instituto, entramos desde primer año. –dijo quitando su mirada para ver a su amiga. Seguía distraída en su teléfono. En ese momento sentí mi estomago gruñir de nuevo, lo cuál me hizo querer que me tragara la tierra. Ruggero escuchó y noté como me miró y empezó a reírse. Yo no sabía que hacer. –¿Soy yo o tenés un poco de hambre?-me dijo luego de terminar de reírse.

-Nono, es que.. bueno por eso mismo venía a la cafetería, pero sabes por que está cerrada? Siempre la cierran a esta hora o que onda?-le pregunté, tratando de cambiar el tema. Por el bien de mi dignidad.

-La cierran a las 20:50 si no es a las 21:00. Pero mira si querés me acompañas a dejar a mi amiga en su habitación y te muestro una tienda donde puedes comer o comprar lo que quieras. Te parece?-me dijo. Yo miré la hora: iban a ser las diez. Habían dos cosas deteniéndome: 1. Lo acabo de conocer, no conocía nada de el. 2. Iba a quedar registrado en el carné el hecho de que salí. ¿Y si mi papá se enteraba de que salí del Instituto? Pero no, esperen, el me dejo tirada y con hambre..

-Si, me parece.-le dije y el sonrió antes de asentir.

Ruggero llevaba a Didi en un hombro y la sostenía con un brazo. Ella, con la cabeza mirando a la espalda de el, sólo se reía.

-Y sos de México cierto?-me preguntó mientras caminábamos a los bloques de habitaciones.

-Si, y tu de donde eres?-le pregunté.

-Soy Italiano, pero hablo español desde pequeño, mis padres son argentinos. –eso aclaró mis dudas. Me pareció un poco curioso que siendo italiano estuviera en un instituto para gente de latinoamérica, pero decidí ser prudente y no preguntarle.

Al llegar al bloque de habitaciones en el que vivía yo también, dejamos a Didi en su habitación y ella se acurrucó en su cama apenas Ruggero la bajo de su hombro. Le dejó una nota en su mesita de noche y salimos de la habitación. Luego de salir del instituto nos dirigimos a la calle de enfrente. Al salir con el carné por primera vez Ruggero fue el que me enseño todo al respecto: incluso me dijo que habían hackers en el campus que se podían meter en los registros digitales y cambiar las horas de entrada y salida reales a otras completamente distintas, lo cual me hizo reir mucho.

-Te preguntaría que te apetece comer, pero sólo veo el Café abierto ahora.-me dijo mirando toda la calle a ver si había algo mas.

-No te preocupes.-le dije luego de reirme. Entramos a el Café que estaba completamente vacio a excepción de nosotros dos y mientras miraba que había para comer, lo cual fue difícil pues todo estaba en Italiano, noté que Ruggero se quitó su chaqueta negra y la puso en una mesa al lado de la ventana. Ahí detalle su atuendo: converse, jeans negros y camisa blanca. Cuando alzé la vista vi que se dio cuenta que lo estaba observando, y si lo conociera mejor, diría que se sonrojó.  Voltee de nuevo a ver la comida tratando de pensar que  no había pasado pena en ese momento.

-¿Ya te decidiste?- me preguntó parándose detrás mio.

-Eh,-empecé a mirar y decidí escoger lo que se parecía remotamente a un sándwich. No me iba a arriesgar. Alzé la vista para pedirle al cajero que me lo diera, y recordé que 1. No estaba en México, y 2. No hablaba Italiano. –I'd like this sándwich, please.-El señor me miró con el rostro más confundido que había visto. Okay, no hablaba ni inglés. Me empezó a decir algo en Italiano pero ni al caso amigo, a menos de que me estés saludando no te voy a entender. Sentí la risa de Ruggero detrás mio. ¿Tanta vergüenza tenia que pasar delante de el?

-¿Que no hablás italiano, mexicana? –me preguntó riéndose. Yo rodé los ojos y me reí con el. –Tranquila, yo ordeno por ti.

Al escuchar a Ruggero hablar Italiano por primera vez, me dieron muchísimas ganas de aprender el idioma. Su acento fue de lo más fluido, delicado, elegante y al mismo tiempo perfecto. No podía dejar de escucharlo: el hecho de que el hablara italiano, me hizo pensar en cuanto necesitaba hablarlo. En el momento de pagar, le ofrecí mi dinero, pero el no me dejó pagar. Lo cuál me hizo ruborizarme otra vez. Nos sentamos a comer y decidí hablarle.

-Y ¿qué tal es el Instituto?-le pregunté. Wow Karol, re interesante eres.

-¿En qué sentido?- me preguntó.

-Pues, en las clases, en cuanto a las personas, no sé.

-Las clases son muy buenas, se aprende mucho. La verdad hay veces que las cancelan y nos vamos a otras partes cuando eso pasa. No debemos quedarnos en el salón. En cuanto a las personas, mm, no conozco a todo el instituto, no sabría decirte, pero muchos andamos en grupos y así nos llevamos mejor. De pronto mañana pueda presentarte a mis amigos. –me dijo casualmente, mientras lo admiraba con la mirada. Luego empecé a comer de nuevo. Noté que su celular empezó a sonar y el vio la pantalla y miró su reloj antes de atender.

-¿Pasa algo?-le pregunté.

-No, disculpa, tengo que atender, mi novia me está llamando.

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⏰ Última actualización: Sep 02, 2016 ⏰

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