El otro lado del espejo

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Un relato de Leyna Mei Leyna-Mei06

Después de esa tarde...— ¿Cómo fue que llegaste a este lugar? –le preguntó el policía. —Verá usted, yo estudiaba artes en la universidad...antes de perderla...Olía a vainilla toda la habitación, todo el pasillo, todo el maldito edificio estaba infestado con ese dulce y empalagoso olor. Nadie sabía explicar de dónde venía, pero era insoportable para ella, así que sin nada de ganas metió las cosas que creyó necesarias en su mochila y salió por la escalera de incendios. Estaba enojada, su humor rayaba en lo desesperante por eso buscaba un lugar para estar sola, estudiar y respirar algo más que vainilla. —Estúpidos chicos hippies con su estúpido incienso hippie –murmuró asomándose a la azotea para luego pasar sus piernas por encima del muro y saltar del otro lado. Estaba a nueve pisos del suelo y la idea de caerse le daba risa, sabía que eso era muy loco, aunque nadie podría juzgarla solo por las ideas que se movían por los rincones de su mente. Se sentó en una banca de madera y observó el cielo que empezaba a pintarse de tonos grises y azules al atardecer. Respirando hondo sintió sus pulmones limpiarse del olor dulce que los había estado llenando desde hacía horas, era mejor tener frío en una tarde oscura a seguir oliendo a empalagosa fragancia dentro de su habitación. En silencio, siguiendo el orden de sus pensamientos sacó una libreta en la que había estado garabateando un retrato. Era ella, la chica que había estado viendo en el almuerzo, se parecía mucho a ella misma, con los ojos color avellana, el cabello largo y los labios gruesos. No atrevía a pronunciar su nombre, solo reconocía que le llamaba la atención que ambas se parecieran y el que no se hablaran más hacía todo más raro. Pero la conocía, sabía que ella era una chica de anonimato, de las que se me mueven en la sombras, las que ven cosas que nadie más ve, las raras chicas que cuando hablan de algo saben lo que dicen... esa era ella, una loca joven con rostro sencillo y un nombre que pocos sabían. Risas a la distancia la sacaron de sus pensamientos, de sus ideas raras que la ponían como una potencial acosadora. Sus pies se movieron antes de que tomara la iniciativa y se asomó al campus de la universidad desde la azotea. Apoyó sus manos en el muro y respiró profundo una vez más. A la distancia apenas distinguía los edificios de Artes y Ciencias, ambos del mismo color, aunque tomaba clases en solo uno de ellos. Luego vio salir a la chica que había estado pintando y notó como su cabello se movía con el viento. ¿Cómo era que dos personas que habían sido unidas y que ya no se soportaban se parecían tanto? Mientras pensaba en una respuesta a esa pregunta que tanto la molestaba vio como un chico alto corría detrás de aquella chica. Tuvo que haberle dicho algo porque ella se detuvo y lo esperó. Empezaron a hablar y deseó tener unos binoculares para poder leerles los labios. Se sintió como una espía y no importaba. Estaba casi segura que no podían verla. Todo parecía ir bien con esa pareja, la chica de cabello largo y el chico hablaban. Ella seguía observando e inventándose una conversación es su cabeza, frases tontas y torpes porque el joven estaría nervioso y la muchacha sería una rompe corazones. Pero fue él quien le dejó en claro las cosas cuando tomó la mano de la chica y empezó a tirar de ella con fuerza, casi la arrastraba.— ¿Qué demonios le hace? –se preguntó en voz alta sin dejar de mirar. La chica empezó a forcejear y le dio un empujón que lo hizo tambalear. Casi aplaude en ese momento, pero el chico se acercó más a ella. La sostuvo con fuerza cerca de él y antes de que pudiera entender lo que ocurría dos detonaciones se escucharon a la distancia. Su corazón empezó a dar golpeteos acelerados mientras trataba de encender la cámara en su celular. Con sus dedos temblorosos tomó fotos de lo que estaba viendo y a través de la pantalla de su celular vio el cuerpo de la chica, de esa dulce y guapa joven que tanto había estado observando -tras haberla alejado- caer al suelo de golpe. No se lo podía creer mientras sostenía el celular y se tapaba la boca con la otra mano.¿La había matado? ¿Era todo una broma? ¿Se lo estaba imaginando? ¿Qué demonios pasaba? Cuando vio al tipo ese irse despavorido le quedó claro que aquello no era un juego. Casi corriendo empezó a bajar las escaleras de incendios los nueve pisos hasta tocar el suelo con sus pies, corrió con todas sus fuerzas por el césped del campus apenas con un rastro del sol alumbrando su paso. Gritando por ayuda se acercó a ella. No sabía qué hacer mientras pasaba sus manos por las mejillas de la chica que tenía la vista ida y la sangre corría por la acera saliendo de su costado. —Hey. No, no te mueras –le dijo llorando, escuchando de fondo como la gente reaccionaba a lo que pasaba y como llamaban por ayuda. Los paramédicos llegaron minutos después. Todo se volvió negro en el cielo y la chica que pudo parecer su gemela yacía en el suelo sin pulso y envuelta por un charco de su sangre. — ¿Quién le hizo esto? ¿Alguien pudo ver algo? –preguntó uno de los profesores del campus acompañado por policías. Sabía que debía hacer algo, pero seguía asustada viendo como cargaban el cuerpo de la chica de los ojos hermosos en una bolsa blanca, reaccionó aún llorando y sin poder vocalizar solo levantó su mano con el teléfono en ella.—Así fue como entré en el programa de protección a testigos –dijo ella levantando la vista al policía al que le había contado como había visto a su ex mejor amiga morir en el campus. El uniformado le entregaba su nuevo nombre, su nueva identidad. —Ahora te llamas Jane, como el segundo nombre de la chica muerta –le explicó el policía, y ella asintió pero ya no serían parecidas ya que se había cortado el cabello y ahora usaba lentes. Además debía desaparecer para siempre. Igual no importaba, la chica del otro lado de su espejo ya estaba muerta. FIN.


Nota del editor.

Morí con la mejor amiga. Disculpe la demora.

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⏰ Última actualización: Sep 01, 2016 ⏰

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Tinta y papel #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora