Eran como las siete y media de la tarde cuando toqué la puerta de Abue y entré a verla. Las cortinas todavía estaban abiertas y a través de su ventana pude ver el brillo rojo-anaranjado de un atardecer distante que se desvanecía sobre el horizonte.

Abue estaba sentada escribiendo en su escritorio, rodeada de papeles, libros, ceniceros y tazas de café vacías.

—¿Cómo te sientes? —me preguntó.

—Muy bien, gracias.

—¿Pudiste dormir?

—Ajá, un poquito.

—¿Tienes hambre?

—No, no, estoy bien. Gracias.

Me sonrió.

—¿En qué piensas?

—Bueno, pues estaba pensando en ir a ver a Ji, ya sabes. Solo para decirle hola y ver cómo le va. ¿Qué opinas?, ¿crees que sería correcto?

No lo sé —dijo Abue titubeante—. Supongo que si Chaerin lo considera adecuado, y si él siente que puede recibirte, entonces está bien. Porque tal vez no pueda, ¿sabes? Es decir, creo que no ha salido de departamento desde lo que sucedió. —Abue me miró. — Tal vez no quiera ver a nadie, en especial a ningún chico.

—Ajá, sí, ya sé. Pero pensé que le puedo pedir a la señora Kwon que le pregunte a Ji si quiere verme y, luego, si dice que no, pues me voy. No pienso presionarla o algo así.

¿Y qué tal si primero le marcas? —sugirió Abue. Me negué con la cabeza.

—Sí, ya había pensado en eso pero siento que no es lo correcto. Preferiría solo subir.

—Bueno, pues está bien. Pero ten cuidado, Topacio.

Sip. —Sonreí levemente.

Se acercó para acariciar mi mejilla y tuve que concentrarme mucho para no darle toques. No estoy seguro de cómo lo hice pero al parecer funcionó. No gritó ni retiró la mano de golpe o algo así.

¿Estás seguro de que estás bien? —me preguntó.

—Ajá.

—¿Seguro?

—Estoy bien, Abue.

—Bien, ya te dije, ten cuidado. ¿Está bien?

Ajá —le dije mientras me ponía la chamarra—. Te veo al rato; no me tardo.

—¿Llevas tu teléfono?

—Ah, ajá, síp. Lo llevo.

Había dos chicos en el ascensor cuando me subí. Uno de ellos era un chavo de Baldwin House cuyo nombre no conocía. El otro era un tipo que se llamaba Kang Dae Sung. Dae vivía en el piso veintisiete y había sido mi mejor amigo en la secundaria. En aquel entonces siempre andábamos juntos, en la escuela, en los jardines, cerca de las vías del tren y en los lotes baldíos. Antes era buena onda, pero hace un par de años comenzó a juntarse con algunos de los Ravers, con varios de los más grandes. A pesar de que insistía mucho en que me les uniera, yo realmente no le encontraba el chiste al asunto, y fue por eso que comenzamos a distanciarnos después de algún tiempo.

—Hey, Seung —me dijo cuando subí al ascensor—. ¿Todo bien?

—Ajá, sí. ¿Tú qué tal? —le pregunté mientras apretaba el botón del piso treinta. Me hizo un gesto con la cabeza y sonrió. Pero se veía un poco nervioso. Las puertas del ascensor se cerraron.

iBoy (Adaptación GTOP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora