Parte I: Hell above

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14 de diciembre: 

—'Tú, entraste aunque no te abrí la puerta, me dejé llevar.

Tú borraste el mecanismo de defensa que nadie logró descifrar...'

La melodiosa voz femenina de Malú interpretando el tema 'Caos' suena como cada mañana en el cuarto pintado de rosa de una joven rubia que hoy cumple sus deseados 16 años. Una mano de uñas pintadas de un brillante verde esmeralda da un suave toque al teléfono para apagar la alarma. Dalia se frota los ojos para desperezarse del todo y los abre, analizando la situación; es viernes, son las 7 de la mañana y es su cumpleaños. Un torrente de alegría le llena el cuerpo de una agradable sensación al pensar en el bonito día que va a tener. 

Bueno, eso piensa ella, porque realmente no tiene ni idea de que todo lo que conoce en cuestión de horas se va a derrumbar.

Sale de la cama de un salto y siente el fresco del parqué en la planta de los pies y sonríe al ver su reflejo en el espejo; la chica alta y delgada de preciosos ojos color miel vuelve a aparecer en el cristal como siempre, pero con un año más, ya oficialmente. Se pasa la mano por la larga cabellera para desenredarla un poco antes de salir al baño a lavarse la cara y bajar a desayunar. Su madre la está esperando en la planta de abajo con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Bueno, bueno, ya se despertó la princesa de la casa! -la dijo mientras se acercaba a darle un beso y a tirarle de las orejas, con un par de piercings en cada una- Aunque ya con un año más. ¡Mírate, eres mi vivo reflejo con tu edad! Estas preciosa, mi niña, y muchas felicidades. Te he preparado el desayuno y tienes ahí en la mesa una cosita que te ha dejado tu padre antes de irse a trabajar. Cuando vuelvas del instituto te damos el resto, pero te toca esperar.

Miró hacia donde había señalado y, al lado de un plato de tortitas con caramelo y un café, había sobre la mesa una pequeña cajita. Se acercó a la mesa y se sentó en una de las sillas y la cogió con cuidado. Había un post-it sobre ésta que decía «Para la niña de mis ojos, aunque sé que no te gusta que te llame niña, para mí siempre lo serás.» Sonrió para sí misma y abrió lentamente la caja. Era un collar precioso de una luna de plata con adornos en una piedra de color violáceo. soltó una pequeña exclamación. Su madre se acercó.

—Que, ¿te gusta? Es un amuleto que trajo un amigo nuestro de su viaje a México, aleja las desgracias y protege a su portador. 

—¡Me encanta! Es una preciosidad. Lo voy a estrenar hoy mismo.

Dalia se puso la cuerda alrededor del cuello y se la ajustó. Dio un beso a su madre y tras comerse el desayuno subió a vestirse. Eligió una camiseta blanca de manga larga con un Smiley amarillo, una chaqueta de cuadros azules y blancos, unos vaqueros azul claros y unas deportivas blancas y azules. Agarró su mochila, se despidió de su madre y se encaminó al instituto, sin tener ni idea de lo que se avecinaba.

Cuando llegó, como siempre, le esperaban sus amigasen la puerta, y le llovieron felicitaciones y abrazos por parte de todo el mundo. Algún que otro chico le guiñó el ojo y le dio dos besos. Cuando llegó a clase se sentó al fondo del salón con sus amigos a pasar olímpicamente de la clase, como era habitual. La profesora empezó a pasar lista. Daba comienzo la clase, y no muy lejos de allí, concretamente sobre sus cabezas, sobrevolaba Madrid el comienzo del fin.

Tras cinco horas de vuelo ininterrumpido hacia su destino, Estados Unidos, Kyle ya empezaba a sentir la fatiga psicológica que suponía un vuelo desde Polonia a América sin un solo minuto de descanso, pero sabía que no debía parar. Tenían que destruirlo cuanto antes o podría suceder una catástrofe. Estaba empezando a multiplicarse demasiado como para controlarlo... Quien sabe cuando podía explotar y hacerse con la humanidad entera. Pensar lo que llevaban en la parte de atrás del avión dio fruto a un sudor frío que le bajó por la espalda. Gota a gota. Su corazón empezó a acelerarse. ¿Y si se había abierto la caja con la susodicha pesadilla real? ¿Y si las azafatas se acercaron para investigarla por inocente curiosidad y...?

Proyecto X: El principio del finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora