DM 43._ Lo que hice mal

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—Jos... amigo, por favor ya párate —Alonso sacudió al pelinegro, el cual estaba enrollado en sus preciadas sábanas con estampado de ovejitas, acostado en su cama

—Déjenme con mi soledad —murmuró con tristeza tapando su cara con la misma colcha

—¡Hay más chicas! —exclamó Alan harto de su amigo, llevaba dos semanas así... probablemente mucho más que eso

—Navarro, cállate —lo codeó Freddy, extrañamente siendo sensato en la situación. Era la primera vez que hablaba, puesto que se había mantenido al margen  —Es como si te dijeran que Valeria es una chica más —el moreno frunció el ceño, odiaba no tener la razón y... ese era el caso

—Exacto. Es que ella no es como la demás. Jessica es Jessica —saltó Jos irritado, comenzando a enojarse consigo mismo  —Ughh ¡la odio, la detesto! —desearía fuera así, mas era todo lo contrario

Alonso rodó los ojos, observando al exagerado de su mejor amigo —Jos...

  —Ay no, ya va a empezar de nuevo —se quejó Alan dejándose caer en una silla cercana

El resto adoptó la misma posición, listos para una hora continua sobre el tema —No lo entienden. Es la chica más desastrosa, egocéntrica y sobre todo odiosa del mundo. Discute por todo y me dan ganas de que un auto pase encima de su cabeza o se caiga de un acantilado y su cuello... —los ojos del chico ya estaban aguados

—José basta.

Ignoró cualquier rastro de interrupción de parte de sus compañeros — ...Y de repente simplemente me vuelve un revoltijo y se va, muy digna ella. ¿Lo ven? Yo la...

—Amigo, si la quieres simplemente ve a buscarla ya —suspiró Freddy tallándose la cara con sus manos, Canela no era el único con problemas para conciliar el sueño

—Levántate —volvió a decir Alonso, acercándose dispuesto a tomarlo del codo y ponerlo de pie

—Explíquenme que no entiendo muy bien —dijo Bryan alzando una mano, despistado era poco. Los demás suspiraron y Jos tomó aire para contarlo por décima vez, suspiraron al unísono



Jos... comenzó a decir la chica luego de aquellas palabras tan profundas

Mierda Jessica, dime qué me hiciste —insistió él tomándose el cabello entre las manos, con fuerza

Yo... —la castaña oscura y desconcertada trataba de seguir hablando

No digas nada la detuvo irritado poniéndose de pie  Yo de verdad lo siento, te espero en el carro no pudo seguir, y salió corriendo como el gran cobarde que era. Tal vez había perdido la dignidad pero jamás rompería la promesa de dejarla varada en la nada


Sudado, decepcionado y muy enojado llegó a su casa e hizo caso omiso a los gritos de su madre, ya lo arreglaría después. Pero lo de Jessica ya no tenía solución.

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