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Cada vez estaba más cerca de su gran final.

Cada vez más su alma pedía a gritos un rayo de valentía pura.

Tenía miedo; no lo negaba.

Con el corazón latiendo de forma
Rápida; llegó a la puerta de la casa de su compañera de clases.

Llegó a su encuentro con Marinette.

Tres toques. Abren la puerta.

- ¿Desea algo, jovén? - Preguntó Sabine.

- Quiero hablar con su hija. Si me lo permite - dijo con la poca valentía que poseía.

- Claro, pasa por favor - dijo amablemente Sabine.

Al entrar a la casa, su corazón más latía.

Ya había empezado a transpirar por todo el cuerpo.

Sobraba decir que estaba nervioso.

Cuando llegó a la sala, observó a Marinette; comiendo una manzana roja.

Tan roja como la misma sangre.

Marinette al notar su presencia, por poco no se atora con el pedazo de manzana.

La sorpresa pasó a ser odio, en menos de un minuto.

Ahí estaba él.

Él imbécil de su compañero de clase.

Adrien Agreste; estaba al frente de ella. Sonriendo como idiota; típico de él.

Adrien, no sabía que hacer. ¿Disculparse y asumir la responsabilidad o sonreír como idiota?

Pues claro; tuvo que sonreír como idiota.

Las mejillas le ardían de tanto sonreír.

Aparte el silencio era muy incómodo.

Adrien observó los ojos negros de Marinette.

La extrañeza llegó a él.

Su compañera tenía los ojos azules. No, negros.

Eran tan negros como un akuma.

Aquí huele a gato encerrado; ¿No lo crees, gatito?

LadyBug [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora