-¿Me puede dejar aquí?- Le dije al conductor del bus.
Él solo me miró por el retrovisor y comenzó a desacelerar para después detenerse en una esquina frente a una panadería.
-Gracias- Susurré bajando del bus- Por fin estoy aquí- Respondí acomodando mi bolso de jeans en mi hombro.
Al fin era verano y le prometí a mi abuela que vendría y pasaría todas las vacaciones con ella así que luego de hablarlo con mis padres y recibir un sí por parte de cada uno, tome un bus desde Dublín hasta Mullingar.
La casa de mi abuela estaba a unas cinco cuadras de aquí, pero no conocía otro bus que hiciera este trayecto así que como siempre tomé este bus y me decidí a caminar aquellas cinco largas cuadras.
Esta esquina es diferente a cualquiera que haya visto anteriormente ya que tiene solo una salida.
Las calles se juntan en forma de ángulo recto dejando en su intersección un callejón de unos cinco metros de largo, no era demasiado pero estaba un poco oscuro. Esta era la única salida para salir a la calle que debía seguir para llegar a casa de mi abuela.
Pasé el callejón y luego me encontré con aquella calle en curva que luego se volvía en recta, en la parte curva no había casas solo había varios locales como minimarkets y de reparación de objetos electrónicos pero todos cerrados y abandonados, con los vidrios rotos y con la pintura descascarándose. Es un poco extraña esta parte porque la vez anterior que vine sola el cuento era el mismo, yo sola y la suciedad del lugar, es raro que no haya nadie siendo las siete de la tarde, bueno quizás es un poco tarde pero tampoco es cómo para que no haya nadie en las calles, aun el sol alumbra un poco.
-Hola hermosa- Dijo un sujeto a mi espalda.
No lo vi solo seguí caminando e ignore totalmente su comentario.
-Es de mala educación no responder cuando te están hablando- Volvió a decir el sujeto que por su voz debiese haber tenido unos “venti-algo”.
Hice caso omiso otra vez y apuré la constancia de mis pasos cuando escuche como unos pasos andaban siguiendo mi rastro. No quise voltear a ver quién era la persona que me seguía yo solo quería llegar sana y salva a casa de mi abuela así que comencé a caminar más rápido aun.
-¿Por qué caminas tan rápido linda?- Preguntó una voz distinta a la anterior.
-No te preocupes que no mordemos- Rió otro además de los otros dos.
Sin pensar en nada me giré y vi como esos tres chicos que traían puesta la capucha de su polerón y caminaban tan rápido como yo, esos idiotas me estaban siguiendo.
-Solo queremos hablar contigo- Dijo el que primero me había hablado.
Sentí como sus pasos avanzaban y luego sentir como uno de ellos me agarraba del brazo.
-¡Suéltame!- Grité en cuando por fin había llegado a la parte recta de la larga avenida.
-No amor, por lo menos no hasta mañana- Sonrió.
-¡Te dije que me sueltes!- Saqué mi brazo de su poder inmediatamente de haberle pegado una patada en sus partes.
-¡Ah!- Se quejó el estúpido.
Al instante de oírlo quejarse por el golpe salí corriendo a toda velocidad por la extensa calle. Me di la vuelta y ahí estaban los tres corriendo tras de mí.
En ese momento sentí tanto miedo de lo que esos tres imbéciles pudieran hacerme. Saque fuerzas interiores para seguir corriendo, ya estaba exhausta y aún faltaban tres grandes cuadras para llegar a mi destino, no podía darme por vencida así que tuve que cambiar mi rumbo y meterme por una de las calles adyacentes a la avenida, giré mi vista hacia atrás y los había perdido de vista, pero no por mucho ya que ellos de seguro me habían visto entrar a esta calle y me seguirían de igual manera, ya no tengo opciones más para huir porque me acabo de dar cuenta que en unos trece metros más la calle se acaba, ¿Dónde está la gente cuando uno de verás la necesita? Y ¿Cómo es que no haya nadie en las calles?