Te hago esta carta a ti, aunque no sé bien cómo empezarla. Han pasado más de dos meses y me estoy dando cuenta de lo mucho que te necesito. Y me jode porque tú diste todo y yo no dí nada. Tengo una mala maña de darme cuenta tarde de las cosas y esa fué la razón por la que terminamos, porque no me di cuenta de lo mucho que te amo. Hijueputa vida, ¿por qué tuvo que pasarme esto a mi?
Me acuerdo muy bien el día en que llegué a ver por primera vez tus ojos. Estaba tan nerviosa y tan feliz, me la pasé escuchando todo el día la canción de Charlie Puth que tanto te gusta(ba) hasta que me escribiste que estabas al frente de mi casa. Me arreglé el cabello y me acomodé los lentes, salí y mi corazón dió un vuelco. Llevabas un suéter rojo, unos jeans desgastados azules, unos zapatos elegantes negros y el cabello obscuro desordenado y ensortijado como siempre me ha gustado, caminé despacio tratando de volver todos los pensamientos que tenía en mi cabeza en orden y casi no puedo abrir las rejas verdes. Te ABRAZÉ y no podía mirarte a los ojos por la vergüenza de que pensaras que no era bonita. Entramos y mamá te invito a sentarte. Cuando supo que no te había conocido como ella pensaba se enfureció, pero luego de que le dijeras y expresaras el amor que le tenías a la música se dió cuenta de que "valías la pena"
Tenías que dejarme a clase de actuación, me acompañaste por toda la 70 caminando en silencio conmigo hasta que llegamos a la academia. Me dejaste al frente y lo único que hice fue rodearte con mis brazos fuerte, aunque fué muy efímero. No quería que te fueras, en el camino de entrada me mordía la lengua para no llorar, sentí que te llevaste una parte de mi contigo pero no lo quería aceptar
