Capitulo 3 - Pillados

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El silencio que se había formado a causa de la noticia solo se veia roto por el ruido de los motores. No nos atrevíamos a decir una palabra, no sabíamos que sería lo más adecuado en esta situación. Una guerra, una puta guerra se nos venía encima, ¿qué ibamos a hacer para pararla? Parar a Eloy no sería suficiente, los demás países creían que había sido una declaración de guerra, y no un intento de salvar a la humanidad.

No quise romper el silencio, no tenía ganas de ello. Prefería no hablar, sólo relajarme mientras pudiese. Me tumbé junto a Marina y la abracé, puede que no pudiese contactar con ella, pero en ese momento su calor era mi único consuelo. No me sentía a gusto abrazando a esa chica, así que instintivamente volví a hablar en verbis diablo.

Vuelve a mostrar tu apariencia

Otra nube roja volvió a envolverla y dejó de nuevo a la Marina que yo conocía. Ahora sí que estaba cómodo, aunque, en el fondo, estaba frustrado por no poder ayudarla, me sentía completamente inútil en ese momento. Le di un beso en los labios, un beso que no pudo ser correspondido, mientras una lágrima corría por mi mejilla y pasaba a la suya. Volví a abrazarla y cogí su mano.

Justo cuando lo hice todo se volvió negro. Tras unos segundos desperté en una habitación completamente roja. Había todo tipo de juguetes sexuales tanto masculinos como femeninos. Había una enorme cama con mantas de terciopelo rojo sobre la que había una mujer recostada. Me acerqué y vi que era Marina, su iris era rojo al igual que su piel, y había dos cuernos que salían de su cabeza.

- Pero qué coño...

Ella se abalanzó sobre mi para abrazarme. No me negué aunque la situación era un poco extraña.

- Marina, ¿dónde estamos? - Pregunté.

- En mi mente. - Dijo un poco avergonzada.

- Sabia que eras depravada pero no hasta estos extremos. - Respondí con una sonrisa.

- Ya me conoces. - Contestó con una sonrisa pervertida.

Nos dimos un beso que me pareció que duraba una eternidad. No sabía como decirle lo que le ocurría.

- Sergi, lo sé. - Dijo con una sonrisa forzada.

- Marina, no se cómo voy a poder estar sin ti tanto tiempo...

- Bueno, mientras hagas lo mismo que has hecho ahora, vamos a poder hablar. - Contestó con otra sonrisa.

- Ese es el problema, no tengo ni puta idea de como he llegado aquí.

Su sonrisa se borró al instante. No pude evitar abrazarla, puede que fuese la última vez que pudiese hacerlo en mucho tiempo. No sé cómo, pero de repente estaba desnudo sobre la cama con unas esposas que me ataban al cabecero. Marina se acercaba poco a poco a mi, como si fuese una serpiente a punto de engullir a su presa. Mi tatuaje comenzó a desenroscarse y a descender hasta a mi pierna, cuando Marina ya estaba junto a mi, se puso encima mía. Mientras subia y bajaba lentamente la serpiente subía a través de su espalda y empezaba a enroscarse alrededor de su cuerpo, hasta que llegó al cuello y la mordió. Esto la excitó aún más y comenzó a aumentar el ritmo, mientras yo solo podía ver la escena sin poder actuar, solo sentir mi lívido aumentando. Mis esposas se rompieron y me puse encima suya. Al poner la mano sobre uno de sus pechos la serpiente volvió a mi brazo, pero siguió subiendo hasta llegar a mi cuello y morderme a mi tambien. Un enorme subidón de adrenalina hizo que mi corazón se acelerase y subiese el ritmo. Sentí las uñas de Marina en mi espalda, notaba como mi piel se abría y daba paso a mi sangre que corría por mi cuerpo. Llegamos al climax a la vez y nos tumbamos agotados.

-Ahora te tienes que ir, necesito descansar.

Fue decirlo y despertarme en el avión. Saqué el móvil para usarlo como espejo y vi la mordedura de la serpiente en él. ¿Cómo era posible? Todo lo que había ocurrido había sido en mi mente, bueno la de Marina, ¿cómo era posible que las heridas estuviesen en la vida real?

Demasiadas preguntas en tan poco tiempo y sin una respuesta clara. Dejé de pensar en eso, lo único que iba a conseguir era confundirme aún más si cabe. Me incorporé y vi a Mesistófeles durmiendo y a Dolor de copiloto, le habría dado el relevo por el cansancio. Me incorporé y miré a Marina, también tenía la marca de mordedura en el cuello. Cogí una botella de agua del Edén y se la unté en la herida, que empezó a cerrarse lentamente. Hice lo mismo con la mía y me puse a mirar por la ventana, siempre me habia gustado volar. Las nubes tapaban la vista del cielo, pero era algo agradable y relajante sentirse dentro de una de esas grandes masas de vapor.

Me acerqué a la cabina de pilotaje y vi a Ángela concentrada en el GPS.

- ¿A dónde vamos? - Pregunté.

- A Canadá, hay un cuartel en Toronto.

- Perfecto, pero en algún momento tendremos que volver a España.

- Eso es algo secundario y lo sabes, ahora necesitamos servicios médicos para Marina.

- Cierto.

- Ve a descansar papichulo, lo necesitarás. - Dijo con una sonrisa.

Me acerqué y le di un beso en la mejilla.

- Ya te echaba de menos. - Respondí también con una sonrisa.

Me fui de nuevo a tumbarme y en cuestión de segundos había vuelto a dormirme.

Estaba de nuevo en aquel lugar donde siempre veía a Kaos. Este estaba en su trono de hueso, ahora mas musculado, con el pelo mas largo, y sus uñas eran de color azabache.

- Has hechado un polvazo mental. - Río.

- Anda callaté, no estoy de humor. - Respondí cortante.

- Aún no podemos hacer nada por ella, no te martirices. - Intentó consolarme.

- No puedo evitar sentirme inútil e impotente.

- Lo mejor que puedes hacer es acabar con Eloy para que esta guerra absurda acabe cuanto antes.

- Ha desbloqueado el nivel dos en cuestión de días, es imparable.

Kaos se llevó la mano a la barbilla.

- Sí, y tú has desbloqueado el nivel tres con ira y rabia, puede que su forma de desbloquear sus poderes sea absorbiendo otros. Si conseguimos que tú los desbloquees antes que él podrás derrotarle.

- Lo dices como si fuese fácil. - Dije con pesimismo.

Kaos se incorporó y me soltó un puñetazo en la cara que me tiró al suelo. Luego me cogió del cuello y me obligó a mirarle a los ojos.

- Mira, como no te espabiles pronto, te juro que tomo el control total de tu cuerpo y acabo con esto yo mismo, ¿entendido?

Asentí en forma de afirmación.

- Perfecto. - Dijo con una sonrisa burlona antes de soltarme.

Volvió a su trono y se sentó tranquilamente mientras cogía una piedra. La miró y sonrió.

- Esto por gilipollas.

Una pedrada me impactó de lleno en la frente y desperté de nuevo en el avión, que ahora había aterrizado. Me levanté y me fijé en que Marina seguía durmiendo, como era de esperar. Salí al exterior y entonces entendí por qué no había nadie dentro del avión. Mis compañeros con las manos en alto estaban siendo apuntados por un montón de militares con armas bendecidas. Al bajar yo unos cuantos me apuntaron a mi, nos estaban esperando.

La Guerra de los PlanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora