- ¡No te muevas! - Gritó un soldado mientras me apuntaba con su arma.
Obedecí y alcé las manos. Se fue acercando lentamente hasta llegar a mi, era un hombre joven, de unos treinta. Sacó unas esposas negras y me las puso, en ese momento noté como me comenzaba a debilitar.
- Pero qué cojones...
- Estáis detenidos.- Me interrumpió.
- ¿Pero por qué...?- dije incorporándome.
El soldado me colocó el cañón de su pistola bajo la barbilla mientras me miraba con autoridad. Pude mirar unos segundos a sus hombros y percatarme que eran del Gobierno estadounidense, cosa que me sorprendió y no porque estuviésemos en Canadá, sino porque le entendía a la perfección y el inglés no es que fuese mi fuerte, aunque claro mi duda se resolvió al instante ya que me acordé de que Kaos afectaba a mi cerebro de forma contínua por lo que los conocimientos generales que tenía me los transmitía a mí.
- Ni una palabra más. - Ordenó.
Asentí con la cabeza en señal de afirmación, el soldado retiró la pistola y se puso detrás mía.
- Andando.
- No. - Contesté secamente.
Me dedicó una mirada penetrante que me intimidaba.
- He dicho que andes. - Respondió con tranquilidad.
- Hay alguien en ese avión que necesita ayuda. - Dije señalando el avión.
El soldado me miró a los ojos. Al cabo de unos segundos hizo un gesto a uno de sus compañeros para que entrase y volver más tarde con Marina en brazos.
Me dirigió una mirada sugerente, como esperando que afirmase algo.
- Gracias. - Dije en voz baja.
Comenzamos a andar hasta un enorme descampado. Entramos en los coches de aquel extraño pelotón y nos dispusimos a esperar lo que se avecinaba.
Fue cosa de media hora hasta que llegamos hasta una enorme pared rocosa. El soldado que me acompañaba se acercó a la pared y sacó un extraño aparato que tenía una luz roja parpadeante. Fue andando a lo largo de la pared hasta que la luz se volvió verde. El soldado dio un paso hacia adelante y, como si fuese por arte de magia, atravesó la pared. El resto del pelotón hizo lo mismo obligándonos a avanzar a mis amigos y a mi. Al traspasar la pared me encontraba ante un enorme pasillo rocoso muy iluminado. Seguimos avanzando hasta llegar ante una puerta metálica. El soldado se quitó el guante y puso su mano sobre un escáner de huellas. Este emitió una luz verde y una voz femenina habló.
Sargento Morgan Dohran, regimiento 2756, adelante.
La puerta se abrió y todos entramos por ella. Estábamos ante una enorme sala llena de gente ensimismada en sus ordenadores escribiendo a gran velocidad. Un hombre vestido de general miraba una enorme pantalla. El sargento Dohran dio un paso al frente y se llevó la mano a la frente a modo de saludo militar.
- General Brown, hemos encontrado a los fugitivos, pero faltan tres, los dos demonios y el otro Alma Inmortal.
El general se volteó a mirarnos, era un hombre de unos cincuenta, tenía el pelo cano y unos ojos azules que parecía que tuviese helada hasta el alma.
- Retírese sargento Dohran, buen trabajo. - Dijo con una sonrisa de satisfacción.
Brown se acercó a nosotros y nos miró con detenimiento. Tras un largo rato se decidió a hablar.
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La Guerra de los Planos
Novela JuvenilTras la explosión de la bomba en Maracay, ha habido grandes conflictos bélicos dando lugar a la Tercera Guerra Mundial, aunque los que realmente saben el motivo la llaman La Guerra de los Planos. Ahora Sergi debe hacerse más poderoso para derrotar a...