-¡Basta! ¡Para, para de una vez te lo suplico!-gritaba él chico sentado en la camilla con las manos enredadas en su cabello, cinchandolo.
-No, tu harás lo que yo te diga, entiendelo, no tienes opciones. Yo te controlo- La voz lo masacraba, mataba cada una de sus energías por luchar, de salir de este infierno.
El chico, ya no aguantaba mas, desesperado, implorando que todo vuelva a la realidad.
Su mas preciado amigo, su mejor amigo, ¿donde estaba en estos momentos? Lo necesitaba, eso no había quien lo negara, lo necesitaba como a nadie.
Sentía una culpa terrible, ¿pero que opciones tenia? Era su mejor amigo o él.
La voz lo amenazaba, no lo dejaba tranquilo, no tenia opción.
El siempre tuvo miedo a morir, no podía soportar la idea, le costo mucho, pero al fin decidió que su vida le importaba mas.
La voz no cumplió su trato, no lo dejo tranquilo.
Como se arrepentía de eso ahora, porque, ¿que es la vida? Esto que él estaba viviendo seguro que no, ni siquiera estaba
"viviendolo", era mas una pesadilla.
Blanco, mucho blanco. Lo terminaba de enloquecer de a poco.
Días enteros encerrados, ¿y el mundo?
-Tu sabes que no eres nada. La muerte es lo mejor, deberías morir. Ya no eres nada. Traición es lo único que eres- hablaba esa pequeña pero sin embargo poderosa voz que solo él podía escuchar.
-¡Lo haré! ¡Lo haré si con eso me dejaras tranquilo! - Gritaba él chico totalmente demacrado.
El quería volver a sonreír.
El quería volver a bailar.
El quería volver a ver a HoSeok.
El quería volver a vivir.
Pastillas a su alcance.
Se levanto de su camilla y se dirigió a una cámara, la miro con una triste sonrisa y la dio vuelta. No habrían testigos en su reencuentro con su mejor amigo ni en la muerte de su voz interna, ya estaría en paz.
