Es tarde en la noche, se siente un frío que quema la piel, pero reconforta mi alma, mis pensamientos me abordan y una vez más me es difícil pelar el sueño, ya llevo dos semanas sin dormir bien, pero tampoco es que me haga mucha falta, después de todo la oscuridad misma me quita el sueño y no siento cansancio.
La noche de hoy en partícular se me hace bastante linda, bastante inspiradora, me ayuda a conciliar mis ideas, las cuáles últimamente andan bloqueadas con todo lo sucedido...
Aún no me presento, me llamo Evan, tengo 16 años, y creo que debo contar una historia...Todo comienza un día de escuela, sí, el primero, acababa de ser transferido, mi familia había tenido ciertos problemas en la ciudad anterior y por seguridad nos mudamos, en fin, poca importancia le dí al asunto, no es que tuviese tantos amigos (ni el perro era mi amigo).
Al llegar, noté de inmediato que todo iba a seguir siendo igual, la misma basura irremediable de siempre, todo tenía el mismo aspecto tétrico y gris de cada escuela, los pasillos repletos de personas falsas, sonrientes de verse con sus viejas amistades una vez más, hablando de las estúpideces que hicieron en sus vacaciones, los profesores en su sala bebiendo café y yo sin esperanzas de encontrar algo nuevo, al fin y al cabo, era otro año más, otro año repleto de la misma porquería monótona. Luego de eso, hice lo típico, buscar mi salón por mi cuenta, ignorar a mi alrededor con mi música hasta que sonaran el timbre, irme a un rincón del colegio a dibujar mientras todo mundo me miraba raro, y los malotes de turno lanzándome burlas tan repetidas que me las había aprendido de memoria, ya saben, cosas que siempre le pasan al nuevo.
En fin, salí al patio a respirar un aire un poco más puro que esa inmundicie llena de polvo, me senté en el lugar más apartado que había, y derrepente la oí
-¡Hola! ¿Eres nuevo aquí? -me dijo una voz súper dulce, como el canto de un querubín tras quitarme el audífono del oído -No te había visto antes y estabas por acá sólo. Mucho gusto, me llamo Amalia, Amalia Wildsun.
-Eh... -me quedé atónito al verla.
Cabellos oscuros como el cielo de la noche, y largo como dedos de bruja, que llegaba hasta las caderas, piel clara como la nieve, unos labios que pronunciaban casa palabra como si de una poesía de Shakespeare se tratara y unos ojos profundos que atrapaban tu alma en un instante, en ese momento no logré pronunciar una sóla palabra.
-¿Qué pasa? Parece que el gato te comió la lengua -dijo después de una risita de niña que en cualquier otra persona me habría molestado, pero en ella fue como escuchar a un ángel, así de dulce -Ven conmigo, ya casi suenan el timbre y parece ser que estamos en el mismo grupo.Me tomó de la mano y le importaron un bledo mi libreta y mis lápices, casi se me caen, y yo seguía viéndola como idiota sin lograr pronunciar una mísera palabra, me sentía petrificado, como si por fin alguna cosa me importara, era simplemente fuera de lo normal, me sentía incómodo, pero dicha incomodidad me agradaba. Por el pasillo yo me tambaleaba, pues me había tomado por sorpresa e iba caminando demasiado rápido para mi gusto, las miradas a mi alrededor se tornaron en asombro, como si hubiese hecho algo increíble de lo cual admirar, pero en varios grupitos de personas lograba escuchar ciertas carcajadas burlonas dirigidas a mí, o quizás era mi imaginación, cómo sea.
Una vez en el salón, me preguntó si ya había escogido un lugar y yo le señalé, aún no lograba asimilar nada, todo era un completo caos ahora en mi cabeza, mi armonía y paz se habían roto, estaba en alerta roja, pero no quería salir de ella, luego de eso buscó sus libros y se sentó a mi lado, yo me ubiqué en la parte de atrás como de costumbre, de cualquier manera, solo me notaban al pasar asistencia, y si faltaba a clases no les hacía falta mi presencia, además, era el sitio adecuado para pensar, nadie me molestaba, sin embargo, ahora ella iba a estar sentada a mi lado ¡socializando conmigo!
-Oye, aún no conozco tu nombre -dijo con una mano bajo su barbilla, apoyada sobre el escritorio como si tuviese algo interesante que decir.
-Me... Me llamo Evan, E... Evan Burn -dije por fin.
-¡Qué lindo nombre, Evan! ¿Cuántos años tienes? ¿De dónde vienes? -preguntó ansiosa.
-Eh... Pues, yo... Tengo 16, eh... Disculpa... -y con mucho nerviosismo me levanté y fui al baño.¡Nunca había estado en una situación tan incómoda! Yo, por primera vez en mi vida me encontraba nervioso frente a alguien, ¡era una locura! Inclusive sudaba, me sentía sofocado, sentía las manos heladas, la boca seca y los ojos me ardían tanto que se me hacía difícil ver.
Ya en el baño, me retiré los anteojos, me mojé el rostro e intenté tranquilizarme frente al espejo
-Vamos Evan, ¿qué sucede? -me dije a mí mismo, cuestionando mi estúpidez.Sin embargo, ahora no lograba sacarmela de la mente, era una idiotez, ¿cómo era eso posible? Intercambios unas cuantas vagas palabras, pero ¿qué significaba todo ese rollo? No lograba entender porqué una chica como ella me hablaba a mí, yo, el nuevo del cole con pintas obscuras y alejado de todo.
Yo simplemente deseaba pasar un año escolar normal, uno igual a todos, con mis calificaciones por el suelo, los constantes llamados de atención de los profesores por mi falta de interés en clase, ese sentimiento extraño, pero no incómodo de que a nadie le importo. Sí, pasar desapercibido de nuevo, ¿por qué vino a arruinar mi paz?
Ya era irremediable, mi año escolar no iba a ser normal, me apoyé sobre el lavamanos del baño y bajé la mirada, aún me encontraba nervioso, cada vez me sentía más helado.
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La noche de Dama Oscura
Teen FictionEvan es un joven de 16 años de edad, muy apartado socialmente e indiferente a casi todo, su único resguardo son sus dibujos, desde niño ha llevado una vida problemática, pero nunca le ha afectado, sin embargo, las cosas cambiarán para el joven artis...