Querido mejor amigo:
Nunca me he olvidado de él. Todos los días me paro a pensar cómo habría sido todo. Ayer cometí el error de releer los mensajes; sí, lloré como una magdalena, sobretodo cuando llegué al que sabía que era el último sin darme cuenta. Todo volvió a caer, pero ¿Cuándo se había levantado?
No te voy a mentir, me duele, aún. y, ¿sabes? me duele más pensar en todo lo que le quedaba por vivir que el propio hecho de que se haya muerto. Joder, van más de dos años, ahora estaría e su segundo año de carrera, ¿Te das cuenta?
Todavía recuerdo cuando me lo dijiste: no podía creérmelo. Pasé por ese estado de negación durante muchas semanas; simplemente era imposible. Esta vez era definitivo, no había manera de salvarle y eso me mataba. Casi acaba con nosotros, ¿Te acuerdas?
Siempre me pregunto porqué se transformó en un tema tabú para nosotros. ¿Tanto dolía? Sí, ya sé que sí, sólo que yo seguía sin poder creerme que fuese cierto. Tu mejor amigo, mi amigo, que ya no estuviese para reñirme, para cuidar de mí, de ti, para ayudarme a conocerte... Era tan importante y ocupaba tanta parte de mi vida que me sentí vacía. Me hundí en una grande oscuridad. No sé si llegué a tener depresión o era simplemente ese tiempo de duelo del que los psicólogos hablan.
Me gustaría que hablásemos de él algún día, que pudiese conocerlo, sus gustos, sus manías y su vida.
Hasta la próxima, querido mejor amigo, mi todo.
Te quiero