Capítulo 2 - Jeff (1)

55 4 1
                                    

Ese domingo por la noche, cuando me moría del asco en mi cama y me aburría a lo bestia, me uní a la red social Kren. Esa red social de contactos para conocer gente, y empecé a buscar chicos. Sí, soy bisexual, me costó asumirlo pero al fin al cabo era algo que había estado sumerge ahí y que necesitaba sacar hacia fuera. Quería conocer chicos, saber qué es lo que piensan, descubrir si de verdad me gustaban, descubrir si me acabaría enamorando de alguno y cosas varias que a lo largo de esta historia se verán.

Odio los lunes. Y odió levantarme pronto. Si unimos ambas cosas, tenemos como resultado algo que odia la gran mayoría de la gente y algo en lo que sí estamos de acuerdo.

Yo en clase me sentaba en la fila de antes del final. Ese día, como faltaba gente, Miguel y yo nos sentamos al final de todo. Y yo estaba misterioso con mi móvil y eso pues le parecido muy raro, porque normalmente estaba igual que mirase lo que hacía yo con este.

Furtivamente intentaba poner los ojos en mi móvil para averiguar qué era lo que yo tanto escondía. A su vez, yo, que me daba cuenta de lo que intentaba hacer, porque en ese entonces le conocía mejor que nadie sabía que estaba espiando.

Cansado de tanto esconderme el móvil, se lo puse delante de la cara y exclamó:

- ¡Qué fuerte, te has hecho Kren!

- Dilo más alto, que no te ha oído la profesora - le dije susurrando - y si, me he hecho Kren porque me aburro y no se, me apetece conocer gente.

- Bueno, ve con cuidado aquí, que la gente en estas redes sociales sueles estar pirada y van a lo que van - me dijo Miguel cauteloso.

- Lo tendré, descuida - le dije.

Esther, que estaba a nuestro lado y era la novia de Miguel, nos había escuchado todo y se unió al cotilleo y ambos empezaron a cotillear tíos y a recomendarme a los que a ellos les parecían guapos y atractivos.

Me habían hablado como 10 personas, y yo pasaba de la gente, porque, o eran mayores para mi gusto, o porque eran feos.

Si, se que no soy nada del otro mundo, pero la fealdad es algo muy subjetivo.

Justo en ese momento me hablo alguien. Rápido, los tres fuimos a ver a ese alguien en la red y era un chico que era atractivo y guapo. Y sobre todo, como a mi me gustaban, latino.

Estaba muy bien y por las facciones y forma de la cara, supe que era paisano mío, pero de la zona de la sierra. Estaba bastante bien físicamente, se notaba que se cuidaba y hacia deporte.

A Esther le gustó cuando le vimos y dijo: "Me gusta, me gusta, está muy bien para que te inicies en el mundo homosexual".

Yo simplemente pensaba en que habría hecho que ese chico tan guapo me hablase.

Bueno cuando digo, lo digo con mi percepción, claro está, porque no es lo mismo la percepción de belleza que tiene un chico, que la que tiene una chica, creo yo.

Le conteste con un "Hola" y me respondió "¿Qué tal?". Yo ya estaba pensando en que la conversación había muerto, porque esa frialdad a la hora de hablar era típica de mi cuando no quería hablar con nadie. Sería a lo mejor porque yo en ese entonces era muy impaciente. La verdad es que esperar no me gustaba nada, quería que las cosas se dieran en el momento, y por tanto, quería que aquel que me había hablado me respondiese al momento.

Acabaron las clases por ese día. Me despedí de mis amigos de clase, y me dirigí a la parada de siempre con Miguel.

Este vivía en la siguiente parada después del hospital. Una persona con suerte, no como yo, que tenía que coger dos líneas de Metro y/o dos autobuses para irme a mi casa.

Hubo una temporada en la que iba con Miguel todos los días de vuelta en su autobús, porque por allí cerca, donde estaba la parada de su casa, estaba uno que me dejaba cerca de mi casa. Sí, no me importaba nada andar, no hay que ser vago en esta vida.

En el autobús, iba con Miguel hablando sobre aquel día, ya que había sido agotador, sobre todo las clases de Química Analítica del Dr. Avellán, una muerte asegurada siempre de 11 a 1. Vamos, lo que viene siendo una bonita transición de media mañana.

Miguel era más alto que yo, me sacaba como media cabeza. Era majo, gracioso, serio cuando había que serlo, y le gustaba mucho dejar en jaque a la gente.

Como iba diciendo, en el bus hablaba con Miguel del día, y como no, su tema principal ese momento era saber qué le diría al chico que me había hablado por Kren.

Era el primer, el primero de todos. No sé de cuántos, pero sería el primero de todos. Digamos que sería alguien que marcaría mi vida, porque una vez adelante con uno, no hay vuelta a atrás. Es como una transición muy difícil y frustrante. No es fácil asimilar que a partir de ahora iba a estar con chicos, en su mayoría. Yo ya no sabía si era bisexual o gay, pero heterosexual seguro que no.

Miguel me sugirió que pensase en él como si pensase yo, ya que al fin y al cabo, era un chico, y no tendría esa "mente complicada" que se presume que tienen las chicas.

Cuando quedó claro lo que iba a hacer, hablar con él poco a poco, nos despedimos y me fui rumbo a mi autobús.

Me metí en mensajes y no había nada. Nada de nada. Se ve que estaría ocupado o algo, normal, todos tienen cosas que hacer, pero bueno, eso me fue indiferente.

Una vez en casa, dejé todo encima de la mesa y me dirigí a la cocina a por algo de comer. No sé por qué, pero el hospital hacía que llegara a casa con hambre de mil demonios.

Una vez comido, me dedique a limpiar mi habitación. Hecho histórico, ya que casi nunca lo hacía. Y, ya puesto, y tenía un ataque de limpieza y orden, decidí arreglar la ropa para el gimnasio.

Cuando salí por la puerta de casa, eran las 16 y recibí un mensaje de Jeff; lo llamaba así para acortarle el nombre tan extravagante que le habían puesto al pobre.

Me empezó a contar su vida, a que se dedicaba, que estaba haciendo en Madrid y, llego un momento en el que me pidió el número de teléfono, para enviarme mensajes.

A ver, para mí esto era un paso enorme, ya que nunca había dado mi número a un desconocido que había conocido por una página web. Era, digamos, mi primera vez en este tema. No sabía qué hacer. ¿Y si era un pirado que se dedicaría a llamarme cuando le diese la gana o a enviarme mil mensajes sin dejarme vivir? ¿Y si no era así? ¿Y si era alguien agradable buscando simplemente a alguien con quien hablar?

Tras pensarlo un buen rato, rato que pasé sin contestarle, me decidí a darle mi número. Se lo di y me habló al momento.

Todo comenzó con un "Hola", la forma más básica de saludar.

Perdido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora