CAPÍTULO 3

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Frente a mis ojos, había un hermoso lugar repleto de fauna y vegetación que jamás había visto. Además, había una pequeña ciudad un poco más lejos con edificios enormes y muy avanzados. Todo eso de un simple vistazo.

—¿Te vas a quedar viendo? -dice David al ver mi asombro.

—Se...se... señor. Usted dijo que Ribellione era un pequeño pueblo... ¡pero esto es el paraíso! —exclamo anonadado por el bello lugar que tenía ante mis ojos.

David solo soltó una carcajada y emprendimos camino a la ciudad.

—A ver, ahora sí —dice David—. Te contaré cómo está la situación, creo que no es justo mandarte a la batalla sin saber el motivo de esta.

—¿Batalla? —pregunto asustado—. Con todo respeto señor, creo que se equivocó de persona. Al personal de seguridad de la empresa le pagamos el gimnasio, creo que ellos debieron ser su primer opción... lo mío son los negocios y lo sabe.

—Creo que debes madurar un poco —dice mientras se ríe—. No creas que no me pensé más de una vez el traerte o no... pero las circunstancias y tus ancestros me obligaron a hacerlo.

—¿Ancestros? Ya por favor explique bien las cosas. Pero bueno, comience.

—Hace muchos años, bajo las ordenes del emperador Iroas, se crearon ocho objetos a los que se les llamaron Celestias... como abreviación de Armas Celestiales. Estos objetos le cedían poderes inimaginables a los portadores que estas sentían dignas. Los Lester se enteraron de su fabricación y organizaron un complot a base de mentiras, para usarlo de distracción y poder robarlas para sus propios intereses. Este complot consistía en un plan a largo plazo donde cometían actos de tiranía por todos los territorios de Deregal en nombre del emperador desencadenando una brutal guerra por el descontento social. A pesar de sus ingeniosos planes, no consiguieron lo que querían gracias a los Titanes. Estos eran las ocho personas más fuertes del Imperio, a quienes se les encomendó la tarea de resguardar el bienestar de las Celestias. Aethos, Lykaios, Leon, Cynthia, Adara, Zenos, Cyril y Zale eran sus nombres . Recientemente —suspira—, me enteré de unas fuentes confiables que los Lester tienen tres en su poder, las elementales para ser exactos.

—¿O sea que tienen clasificaciones? —pregunto.

—Oh, cierto. No he dicho cuáles son —dice David mas para él mismo que para mí—. El primer objeto es la Espada de Aethos, capaz de controlar el espacio y el tiempo; el segundo es el Escudo de Leon, que domina la materia y la energía; y la Capa de Lykaios, que permite controlar la gravedad. Estas tres son las "Armas Cósmicas". Después la Lanza de Zenos, con ella te harás el amo de los cielos; el Bastón de Cyril, que domina los suelos; y el Tridente de Zale, que domina los mares. A estas tres se les dio el nombre de "Armas Elementales" por obvias razones. Y... desconozco las otras dos.

Entonces David desenfunda una majestuosa espada que no sé cuánto tiempo llevaba cargándola.

—Aquí tienes una de ellas, la espada de Aethos —dice triunfante.

—¡No te creo! —digo sorprendido.

—¿A no?, mira esto —alza la espada y la dirige con fuerza al suelo—... ¡SLOW TIME... ALL! —grita al golpear con la espada.

De pronto, todo comenzó a sentirse pesado

—Prueba a correr —me reta David.

Lo intenté y por alguna razón, a pesar de que iba lo más rápido que podía... no avanzaba, o más bien, avanzaba demasiado lento.

—¿Qué... está pasando? —digo lentamente de manera involuntaria.

—Pasa que estás dentro de mi radio de alcance, y en este el tiempo transcurre unas 100 veces más lento que allá fuera. Esta es sólo una pequeña prueba del enorme poder que tienen. Yo sólo las puedo usar de manera muy reducida, pero estoy seguro que tú, con el tiempo, las dominarás todas.

Deshace el campo invisible y al enfundar la espada, esta vuelve a desaparecer.

—¡Cool! —digo asombrado.

De repente, no se cómo pero ya estábamos en la entrada a la ciudad, pero esta se veía abandonada y deteriorada. David se acercó a un árbol que estaba por ahí y dibujó una especie de patrón. Entonces la fea ciudad se vio pixeleada y sin darnos cuenta, aparecimos en el centro de una bella plaza con muchas personas que tal parece nos estaban dando una bienvenida.

—¡Señor RL! ¡Joven Ribellione! ¡Bienvenidos! —exclaman las personas.

—Gracias chicos, gracias. Él —me apunta—... él será nuestro pase a la victoria. ¡Les presento a Isaac Ribellione Vill! —grita David.

—¡Salve Isaac! —gritan todos.

—Gracias... gracias. No quiero sonar irrespetuoso pero... ¿quiénes son ustedes?

Las caras de esperanza y alegría se convirtieron en caras de desagrado hacia mí. Consciente de ello, David se dirigió a mí al oído.

—Ellos, Isaac. Serán tus compañeros... no, tu familia de hoy en adelante. Nosotros somos... el Ejército Rebelde de Deregal.

De nuevo, había dejado de entender lo que sucedía. Sinceramente ya no me extraña en lo absoluto.

Hey, quedan pocos capítulos de información masiva (si no es que este es el último). Disculpen pero es necesario para desenvolver la historia sin meter información forzosamente. Sin más, no olviden dejar sus sugerencias. Addio Ribelli.

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