El Expreso de Hogwarts

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Albus y Rose caminaban por el corredor del tren; en ocasiones se sujetaban de las paredes para evitar caerse, en especial cada vez que el expreso de Hogwarts tomaba una curva. Hacia un rato que habían comenzado el viaje; sin embargo, los jóvenes no se tomaban la molestia de entrar en algún compartimiento.

La señora del carrito de dulces venia hacia ellos en sentido contrario. Ella al verlos en el corredor creyó que los jóvenes la estaban buscando, por ello les dijo: "¿Quieren algo del carrito, queridos? ¿Pastel de calabaza? ¿Alguna rana de chocolate?".

Rose negó con la cabeza al recordar que Albus amaba las ranas de chocolate, en especial por el serio problema que él tenía con el azúcar. Cada vez que el pequeño Potter estaba bajo el efecto del azúcar se convertía en un chico súper hiperactivo. La señora del carrito al ver su respuesta negativa hizo una mueca y se marchó.

– Al, necesitamos concentrarnos.

– ¿Concentrarnos por qué? –le respondió él.

– Concentrarnos porque tenemos que elegir a nuestro nuevo amigo. Es decir, mi mamá y mi papá conoció a tu papá en su primer viaje a Hogwarts, ya sabes...

– ¿Entonces necesitamos escoger ahora quién va a ser nuestro amigo de por vida? Eso es un poco escalofriante.

– Por el contrario, Al, es emocionante. Yo soy Granger-Weasley, tú eres un Potter, todo mundo va querer ser nuestro amigo, nosotros podemos escoger a quién queramos.

– ¿Cómo decidimos eso? ¿Entramos algún un compartimiento y vemos quienes están dentro y hacemos un de tinmarin de do pingue?

–No seas tonto. Te explico. Veremos todos los compartimientos y al final tomamos la decisión. Todo depende de a quienes encontremos.

El expreso de Hogwarts tomó una fuerte curva, provocando que la puerta del compartimiento más cercano abriera y Albus cayera al suelo dentro de este. Rose algo agita cogió a su primo del brazo e intentó ayudarle a levantarse.

Cuando lograron ponerse en pie se percataron que no estaban solos. Un solitario chico rubio se encontraba sentado en el compartimiento, junto a la ventana. Albus le sonrió tímidamente debido a lo embarazado del asunto. El rubio le regresa la sonrisa.

– Hola, este compartimiento esta...

– Esta libre, sólo estoy yo –dice el rubio completado la frase.

– Genial, entonces podemos quedarnos aquí, ¿si te parece? –le dice Albus a Rose.

– Está bien por mí –contestó el rubio sin dejar de apartar su mirada.

– Hola. Yo, Al... Mi nombre, yo. Soy Albus.

– Hola, Scorpius. O sea, yo Scorpius. Tú Albus. Yo soy Scorpius. Y tú debes ser...

La cara de Rose se colocó gélida cuando Scorpius se dirigió a ella. Estaba muy enojada con su primo, este había olvidado por completo el plan de hacía unos minutos, y había decidido hacer amistad con Scorpius. El mismo chico que su padre le había prohibido –mitad broma, mitad en serio– que no entablara alguna relación más que enemigos a muerte.

– Soy Rose.

– Hola, Rose. ¿Te gustaría un poco de Fizzing Whizbees? –dijo el rubio intentando ser amable.

– Acabo de desayunar, gracias.

– También tengo Shock-o-Choc, Pepper Imps y unos Gusanos de goma. Idea de mi mamá, ella me dijo: "Los dulces, siempre te ayudaran hacer amigos" –dijo colocando un poco aguada su voz. Pero se dio cuenta que imitar a su madre fue un error–. Una idea estúpida, probablemente.

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⏰ Última actualización: Sep 09, 2016 ⏰

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Albus Potter: El legado MalditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora