Cerró la puerta mordiendo su labio inferior al mismo tiempo que sentía sus ojos llenarse de lágrimas, no necesitaba siquiera abrir la correspondencia que acababa de llegar porque sabía lo que era, sonriendo irónico porque no podía creer que ni siquiera habían tenido el valor de entregársela personalmente, sino que el cartero se la tuvo que entregar. Se sentó en el sofá y observó el sobre en su mano, podía terminar con su tortura en ese momento o ni siquiera ver la carta, aunque una parte de él le decía que la tirase, no pudo hacerlo, la comenzó a abrir viendo aquel decorado dorado en los bordes de la invitación que acababa de recibir.
Y dijiste que no te casarías, eres un mentiroso.
Leyó la invitación y después la dejó a un lado, pasando las manos por su cabello y sintiendo las lágrimas caer por su mejilla, quería ser fuerte pero simplemente no podía, sus emociones estaban a flor de piel en ese último tiempo y ni siquiera él podía entenderse, comenzando a odiarse porque había sido demasiado ingenuo al creer que no lo haría, que como le dijo, no se casaría, pero ahí estaba, con la invitación que le decía que en menos de un mes ya no sería más un hombre libre y que todo lo que él recibió eran mentiras, limpió sus lágrimas enojado consigo mismo, no quería estar llorando por esa persona sin embargo no lo podía evitar, habían sido tantos años en los que creyó en él que ahora dolía tanto darse cuenta que no habían sido mentiras.
—Tae... sabes que la dejaré —fue tomado de las manos —sólo... —lo vio suspirar —no puedo hacerlo todavía, pero luego de que me convierta en presidente de la empresa lo haré, la dejaré, y serás tú el que esté a mi lado, sólo dame tiempo.
—Pero... tú dijiste...
—Taemin, sé lo que dije, pero no es tan fácil, mi padre no me lo perdonará si arruino por ahora sus planes, pero cuando yo esté al mando no podrá hacer nada —su rostro fue tomando entre las manos del chico frente a él —entiéndeme por favor.
Y no necesitó más que escuchar ese tono para creer en sus palabras, quería creerle que era cierto, que la dejaría en cuanto tomara la presidencia de la empresa de su padre.
Eres un mentiroso, eso eres.
Lanzó su móvil sobre el sofá cuando leyó el nombre en la pantalla, no estaba para escuchar más mentiras de las que él tenía la verdad en su mano, aunque no quisiera no podía dejar de ver aquella invitación mientras bebía una botella de vodka que encontró en la alacena de su cocina, aunque él aparentaba ser lo suficiente fuerte, no lo era, podía derrumbarse con facilidad frente a las personas que más confianza tenía, y le había mostrado esa debilidad a él. Su móvil volvió a sonar y él decidió apagarlo, no quería luchar con esas insistentes llamadas, no ese día, no ese momento, no cuando su voz se escucharía tan débil y le delataría que estuvo llorando, tal vez al día siguiente podría fingir estar bien, pero ese día quería dejar que todo el dolor que sentía.
Ni siquiera notó el tiempo que llevaba bebiendo cuando la puerta de su apartamento sonó, le llamó la atención porque ese día no esperaba a alguien, luego miró hacia su móvil y suspiró, pensaba no ir porque tenía una idea de quién podría ser, pero los golpes no se detuvieron siendo seguido por los gritos que le dijeron que se había equivocado, que él no era lo suficiente valiente como para ir a su casa, sólo podía llamarle por teléfono para decirle miles de mentiras que él creería o así era antes, porque ahora ya no se creía capaz de creerle, no teniendo en sus manos la prueba de que todo lo que había escuchado era mentira.
Caminó hasta la puerta y la abrió, viendo a su hermano parado ahí, parecía demasiado desesperado porque él no hubiera abierto la puerta antes, rodó los ojos, a veces su hermano podía llegar a ser demasiado exagerado, aunque era lógico si se preocupaba por él que era el menor de la familia. Lo dejó ingresar y fue a la sala de estar para reunirse con su nuevo amigo, desde hace casi una hora.
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Tal vez fue nuestro destino.
FanfictionPara impedir una boda se necesita mucho valor, y mucho más si impides la boda equivocada. 2min.