cap 2

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Pasé una noche bastante inquieta, me costó mucho dormir y no pensaba en ella precisamente, simplemente estaba desvelada. Me vi toda una temporada de una serie que me gustaba mucho, hasta que me quedé dormida en el sofá.

A la mañana siguiente me sentía terriblemente cansada, era domingo, por suerte solo trabajaba medio día y el lunes era fiesta.

Cuando finalicé mis clases serían las 14:00 del mediodía.

─         ¡Lauren! –escuché que alguien decía mi nombre a lo lejos.

─         Oh simon, ya me iba para casa. –respondí cuando vi quien era. Supuse que vendría a pedirme ayuda, y dado mi cansancio quería irme ya a casa.

─         A muy bien. –comentó, tras unos segundos dijo–. Venía a decirte que me voy el martes al pueblo, iré a por los potros nuevos que han nacido y el mozo no se puede quedar por las noches en la hípica...

Sabía perfectamente que eso era una indirecta, podía negarme perfectamente pero era como mi padre y por eso siempre estaba dispuesta a ayudarle.

─         Vale ya me quedaré yo. –murmuré–. Por cierto, ¿Hasta cuándo estarás allí?

─         Regresaré el lunes siguiente. –menos mal, eso era poco... ¡siempre solía irse durante un mes! Y me tocaba a mí quedarme allí. Era mi segunda casa.

─         Vale perfecto. ¿A qué hora te irás?

─         No creo que coincidamos, me iré el martes a la madrugada.

─         Vale, pues me voy ya que estoy reventada.

─         Muy bien cariño, muchas gracias. –me dijo dándome un beso en la frente.

─         Sabes que para mí no es nada. –y le regalé una de mis sonrisas.

─         ¡Adiós preciosa! –dijo chillando un poco, porque yo ya me estaba alejando.

─         Que vaya bien el viaje, recuerdos a todos los de allí. –y me encaminé hacia el coche sin mirar atrás.

Me di cuenta que ese día apenas me había cruzado con camila, tan solo un par de veces entre cambio de clases. Mejor así, tomando distancia.

─         Soy tonta... para que hablo... -dije de manera casi inaudible.

Me la encontré justo cuando iba a entrar al coche que pasaba por detrás de mí.

─         Hey, ¿qué tal el día? Apenas nos hemos visto... -comentó contenta pero poniendo cara de triste apropósito.

─         Si... la verdad que ha sido un día bastante duro. –comenté mientras me pasaba la mano por la cara y luego el pelo, expresando el cansancio.

─         Oh, no me lo puedo creer, y ¿tú eras la que querías una compañera marchosa? ¿Aguantando tan poco? –se estaba riendo mientras me devolvía el golpe que le di yo al hacer ese comentario el primer día.

─         Emm... Si bueno he pasado mala noche, y cuando lleves más semanas aquí me entenderás. Igualmente prefiero montar potros que dar clases a niños...

─         Jajaja, ¡eso es cierto! Yo también lo prefiero. –dio un paso hacia mí.

No pude recular más porque tenía el coche pegado en la espalda. Empecé a sentirme invadida en mi espacio, estaba incómoda, quería empujarla un poco con mis manos para tener aire y que no me invadiera. Sus ojos color chocolate se los veía poco, tenía las pupilas exageradamente dilatadas.

motivación en el trabajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora