El peor día posible.

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La imagen del episodio es de Grace, un personaje que a mi personalmente me encanta y que iremos conociendo más adelante.

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Este texto puede contener faltas de ortografía (Osea, que seguro que las tiene)

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Sólo esas palabras habían destrozado su día por completo. Unas palabras tan simples, escupidas por una persona tan importante, rompieron un corazón en mil pedazos. A veces las palabras son más dolorosas que la mayor de las torturas.

- Eres un bastardo

La voz de la chica resonaba en su cabeza, una tortura constante que no desaparecía. Era curioso, le habían dicho eso tantas veces y nunca le había dolido, se limitaba a sonreír de forma socarrona y soltar un "¿Qué le vamos a hacer?", pero, para todo hay una primera vez.

Destrozado, se derrumbó una vez tumbado en la cama, sabía que la casa estaba vacía, así que lloró sin miedo a ser descubierto, lloró lamentándose por lo que había perdido, por la mujer que había dejado escapar. Sus lágrimas no parecían tener fin, y mientras intentaba expulsar todo el dolor se quedó dormido.

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Sabía que algo no estaba bien, lo había notado semanas atrás, en el comportamiento de la chica, esa persona que había sido tan dulce y cariñosa se comportaba ahora de manera arisca y agresiva. Sabía que que las cosas habían cambiado, pero no hasta tal punto.

El sonido de la bofetada resonó por todo el patio, creando un silencio sepulcral entre los que contemplaban la escena, el golpe había tenido tal magnitud que la marca de la mano era visible en la mejilla del muchacho.

-¡Eres un gilipollas!- le gritó la chica con lágrimas escurriendo por su cara- ¡Solo me has utilizado, aún cuando yo decidí confiar únicamente en ti!

-Grace yo...

-¡No me vengas a joder con tus escusas de mierda! - estalló la chica entre sollozos.

Las lágrimas dejaron de caer y la expresión cambió a una de completo enfado.

-Sólo eres un bastardo- fue lo último que dijo antes de desaparecer entre la multitud de gente que miraba con desaprobación al chico, este seguía de pie en el centro de todos, sin moverse, sin verlos, sólo pensando en lo que acababa de perder por no haberse dado cuenta de que ella era diferente.

Empezó a notar el murmullo que se formaba a su alrededor, y se obligó a si mismo a reaccionar, no podía permitirse el sufrimiento, debía seguir siendo aquel hijo de puta que sólo se encargaba de romper los corazones de las ilusas que se le acercaban. Sonrió, cubriendo su dolor con una máscara de superioridad, y se abrió pasó entre aquellos que le rodeaban, causando la repulsión en muchos de ellos, volviendo a ser el bastardo de siempre.

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Habían pasado ya dos semanas desde el incidente con Grace, y en ese periodo de tiempo la chica no había asistido a clase. Chris estaba preocupado, pero no podía demostrarlo, esos días había continuado con su actitud prepotente, e incluso había conseguido engañar a otra estúpida que se creía especial. Caminaba hacia la entrada del Instituto con aire relajado, muchos alumnos se reunían ahí esperando a sus compañeros. Mientras avanzaba divisó a una pelirroja que parecía mirarlo tímidamente, estaba unos metros enfrente de él y ahora lo miraba sonrojada, desviando la vista de vez en cuando por el nerviosismo. Chris no pudo evitar fijarse en ella, esa cara le resultaba tan familiar, esa muchacha era idéntica a aquella que le había robado el corazón, sólo el color de pelo y las pecas que adornaban el rostro de esta permitían diferenciarlas. Se encaminó seguro hacia ella, esperándose otra declaración, que grande fue su sorpresa cuando la chica pasó de el para abrazar a la persona que avanzaba detrás, pero esa no fue su única sorpresa, pues al girarse pudo ver como Grace, ahora con el pelo mucho más corto, tomaba a la pelirroja y le plantaba un salvaje beso mientras lo miraba desafiante, en ese instante casi se pudo escuchar como el corazón del rubio se rompía.

Se quedó de piedra, mirando a las dos chicas que parecían disfrutarlo, cuando se separaron la pelirroja se cubrió la cara con las manos intentando ocultar el rubor de sus mejillas, acto que demostraba que no estaba muy acostumbrada a esa clase de situaciones. La más alta, sonrió enternecida y le dio un suave beso en la frente para luego cogerla de la mano y entrar al edificio, no sin antes dedicarle una última mirada al chico petrificado.

Las lágrimas se amontonaban en sus ojos y un nudo atascó su garganta, un tsunami de emociones amenazaba con derrumbarlo, y, aun así, oculto su debilidad con una expresión de tranquilidad absoluta y se dirigió a su clase.

Al entrar en su aula se fijó en que el sitio contiguo al suyo, ese que estaba vacío siempre porque el rubio lo quería, se encontraba ocupado por un pelinegro que miraba por la ventana distraidamente. No iba a permitir que ese nuevo le quitase la comodidad que suponía tener dos mesas a su disposición, así que avanzó hacia su sitio, en el que dejo caer sus cosas y con cara de pocos amigos se dirigió a su nuevo compañero.

-Ese sitio está reservado.

El de pelo azabache ni se inmuto y siguió mirando por la ventana a nada en concreto.

-¿No me has oído? ¡Que te largues!

Esta vez si pareció darse cuenta, pues le dirigió a Chris  una mirada asesina que helaba la sangre, de esas que pones cuando estas a punto de matar al jefe final de un juego con solo dos corazones y te distraen. Se quedó paralizado por segunda vez en la mañana al ver esos ojos, amarillos como los de un lobo a punto de matarle, esos ojos lo inspeccionaron de arriba abajo mientras una sonrisa ladeada se formaba en el rostro del chico, ese que seguía pareciendo un lobo, pero ahora uno hambriento.

-Me da igual, ahora es mi sitio ¿Algún problema?

No estaba acostumbrado a que la gente le plantase cara, por eso, y autoconvenciendose de que lo dejaría pasar por ser el nuevo, se sentó resignado.

El timbre sonó anunciando el recreo, todos recogían sus cosas dispuestos a salir cuanto antes de la clase, la mayoría para ir a la cafetería, y Chris no era una excepción.

-¡Eh rubia!- lo llamó alguien desde detrás agarrando su hombro- ¿Crees que podrías enseñarme donde está la cafetería? Me muero de hambre.

No se podía creer lo que acababa de llegar a sus oídos, ¿Acababan de llamarlo "Rubia"? Se giró, dispuesto a partirle la cara al estúpido que había cometido semejante tontería, encontrándose sus penetrantes ojos.

-¿Me has llamado rubia?-le espetó furioso.

-¿En serio te has enfadado por eso, rubia?- dijo enfatizando mas la ultima palabra, con una sonrisa socarrona en su rostro y unas notables ganas de picarlo.

Se dispuso a darle un puñetazo que borrara esa diversión de su cara, pero el pelinegro fue más rápido y le sujetó las manos con fuerza.

-¿Es enserio?¿Ibas a intentar pegarme?

-Voy a pegarte por gilipollas- dijo el rubio confiado, a pesar de tener ambas manos agarradas.

-Dios, eres realmente divertido.- el azabache comenzó a reírse- Déjate de tonterías y vamos a comer de una vez.

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Nueva historia, con personajes nuevos y con salseo nuevo. No se ustedes, pero a mi esto me tiene muy buena pinta XD

(- ¿No será porque es su propia historia?)

(-Déjala, es gilipollas)

En fin, se agradecen los comentarios y los votos si es que le gusta la historia (no a los lectores fantasma). ¡Besos! <3


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