Por Toda La Ciudad.

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Cuando estoy dentro de la gran fortaleza miro por última vez detrás de mí.

«Paranoica»

Ignoro a mi subconsciente y me alivio de no tener a ningún rubio psicópata mirándome con fijeza cuando tanteo el terreno. Aparto la sensación que me sobrecoge al recordar al supuesto susodicho.

Niego con mi cabeza mirando hacia todas partes antes de sacar el papel arrugado qué hace unas horas me metí en el bolsillo. Por primera vez en mucho tiempo me felicito a mí misma por ser lo suficientemente lista como para anotar el número del salón, de lo contrario esta audición puede haber terminado en desastre.

Estiro el arrugado papel-que resulta ser una servilleta manchada con un poco de café en el extremo-y chequeo el número del aula antes de correr en su búsqueda.

Con ojos ágiles comienzo a leer los números posicionados sobre cada puerta cuando lo encuentro.

Me demoro cerca de cuatro minutos en encontrarla, sin embargo confío en que las cosas se hayan atrasado el tiempo suficiente.

Para serles sincera pensé que sería más difícil, las cosas me estaban saliendo extrañamente bien hoy y para serles sincera no sabía que tan bueno podría ser eso teniendo en cuenta que generalmente todo comenzaba a venirse abajo al final del día, pero ¿Qué más da? Las cosas había que aprovecharlas.

Llenando mis pulmones de el aire más puro qué mi nariz es capaz de filtrar me asomo por la puerta del salón.

Espero le haya ido bien.

-No te molestes en volver -Dice el sujeto que se encuentra en medio apartando la mirada con desdén cuando la pequeña chica se torna violeta y sale corriendo de la estancia casi tirándome en el proceso.

Bueno...ahora es cuando mi suerte se termina.

-¡Siguiente! -Llama el mismo anciano alzando las manos para dar un aplauso teatral a nadie en particular. Sin embargo él, aún así dirige sus ojos calculadores en mi dirección. Alguien ayúdeme -¿Te vas a quedar ahí o vas a entrar?

Como si mi cabeza se hubiera puesto en mi contra, ella se gira para mirar tras de mí, como si estuviera preguntándose a quién le hablaba.

Pues a mí, maldita sea ¡A mí!

-¿Yo? -Mi lengua también me traiciona y de repente estoy apuntandome, para hacer las cosas todavía más vergonzosas.

«Brillante, sí. Esta soy yo»

-Claro que tú, niña -Me urge dando uno de esos aplausos qué termina por petrificarme en mi lugar, junto al marco de la puerta- ¡Vamos! No tenemos todo el tiempo del mundo.

-Ah, s-sí-No digo más mientras entró en la sala.

Es mejor así.

Con timidez miro a los tres tipos que se encuentran sentados con una larga mesa delante de ellos. El primero pasando completamente de todo en su lugar y no lo digo solo porque no está haciendo nada sino porque... Está dormido y no domido en plan "uy pero qué sueño que hace" No, este tiene más pinta de... A ver pues tenía un hilo de baba callendo por la comisura derecha de su boca.

No sé de qué otra manera describir su falta de interés, así que, para continuar tenemos al de los aplausos. Sí, el mismo. El que a mí parecer es el que se toma las cosas más en serio, comenzando por la tensión y el impetú con el qué me miran sus ojos ancianos, analizando hasta la Gota de sudor qué cae por mi espalda.

¿Cómo es que la nota? Pues no lo sé.

Aparto mi atención de él y me enfoco en el tercero, decidiendo que si no muevo mis ojos terminaré teniendo un colapso nervioso.

Dark Demons© (Libro I) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora