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—Papá, recuerdas esa vez... que me perdí en el bosque, antes de mudarnos...

—Estabas sonámbula.  El tío German te encontró recuerdas?— Hizo una pausa— Hija... No quiero que te estreses de más en estos días, sabes no tenemos que hacer esto cada año no estoy seguro de que sea demasiado bueno para tí, se que es una promesa pero...

—Papá—interrumpí.

— Lo sé, lo sé...—levanta las manos en señal de rendición y dejamos zanjada la conversación.

El tío German, hermano de mi madre, el único familiar que tenía cercano a ella me había encontrado deambulando en el patio de su casa, sonámbula. Mi último recuerdo fue volver a casa en bici luego de mi última visita al arroyo, el día que me sentí observada, llegue y me desplome en la cama. Desperté en el auto de papá, y los escuché conversando afuera con preocupación.

Papá nunca quiere hablar del tema "Du antes de la mudanza", así que solo fue un episodio de sonambulismo para él.

¿Saben? Hay un dicho popular que dice, que el que camina dormido es porque tiene cosas que resolver.

Mi vida no era del todo agradable. Pesadillas, caminatas nocturnas. Entiendo la preocupación de mí padre y el porqué  quiso llevarme lo más lejos posible. Aunque es cansador escapar en vez de enfrentar mis problemas y sanar, vivo una vida escapando de mí mente y mis recuerdos, gracias a mi padre.

Yo por mí parte sentía una atracción por este lugar. Su aire... Lo necesito. Volver aquí después de un año es como volver a respirar luego de contenerme por mucho tiempo. Por más que duela siento que tengo asuntos pendientes y qué solo aquí los podré solucionar. Algo desesperado dentro de mi se sacude cada vez que estábamos llegando a nuestra vieja casa en el lago.

La necesitaba.

Después de todo es lo único que tengo de mi madre.

No se cómo. No sé en qué momento, no lo vimos. Pero algo se cruzó en nuestro camino.

—PAPÁ—grité tanto como mis pulmones me lo permitieron.
Sentí mi cuerpo ser sacudido dentro mientras el coche daba una vuelta completa.

Golpes secos me dejaron el oído zumbando. Si no tuviera puesto el cinturón probablemente hubiera quedado estampada contra el frente del auto. Pero sólo sentí mi cuerpo ser sujetado por el cinturón una y otra vez. Mi cabeza siendo golpeada por todas partes, como si estuviera dentro de una lavadora. Hasta que todo paró.

Me dolía el cuello tremendamente, me costaba respirar supe que me había roto un par de costillas. Sentía a la vez la sangre que goteaba desde la cabeza a mi rostro.
Intentaba decir las palabras, intentaba llamar a papá.
Necesitaba saber si estaba bien.

Papá.

Pero no lo conseguí.
Ni siquiera podía abrir los ojos.

Estuve jadeando un rato intentando recobrar el aliento, pero el dolor lo hacía imposible. No podía respirar con normalidad.
Tampoco podía oir bien.

En el fondo, como un eco, escuche como algo se detenía a pocos metros. Una especie de transporte debía ser. Sólo lo supe.
Y antes de dormirme del todo creí escuchar una voz. Sentí como me arrastraban fuera del coche probablemente destruido antes de perder la conciencia del todo.

Hace mucho tiempo. Cuando era una niña insistí a mi padre para dar una caminata en el bosque. Papá aprovechaba a fotografiar cualquier ave que encontraba por el camino y yo tarareando una canción infantil, muy distraída, me aparte de su lado.
Me perdí por horas, pero no tuve miedo, sabía que si caminaba en cierta dirección encontraría el lago,y este me llevaría a casa. Caminé y caminé... Sólo hasta perderme más en él.
Sólo desesperé cuando la lluvia empezó a caer.
Entonces la .
Ella estaba con su vestido blanco sentada bajo un árbol de hojas abundantes que no dejaban pasar el agua.
Hizo una seña para que me sentara con una sonrisa tierna y compasiva.
Yo accedí.

-¿tienes miedo?
Preguntó.
Negué con la cabeza.
Ella soltó una risita.
Su sonrisa era amplia y delicada.
Su tes blanca y su pelo rubio como el sol. Parecía una princesa hada.

-¿Eres mi Mami?
Pregunté.
Ella suspiró.

- No. No soy tu Mami.. Sólo soy..
- Un ángel. Interrumpi.
-Algo así...

Nos quedamos en silencio un rato.
De pronto ella sacó de sus prendas un lirio color lila muy bonito y me lo dio.
-Nos veremos algún día.
Dijo. Y se fué.

Una cálida sensación me invadió cuando desperté, no sabría distinguir si era una especie de sedante o mi sueño que todavía me abrigaba. Lo que si sabía era que me encontraba en el hospital. Y para mi sorpresa... Papá estaba sentado al lado mío.

- Q,Q,que...- el se incorporó rápidamente en la silla.

Yo estaba completamente anonadada.
Lo único que parecía estar mal con el era un dedo de su mano izquierda que se encontraba con una tablilla y vendada y unos pocos rasguños en la cara.
-Du, no no no... nena, quédate quieta, mejor recuperate cariño- dijo él frustrando mis esfuerzos por incorporarme.
-Papá... Que es lo que sucedió.. -logré decir con mucho esfuerzo. Sentía la voz pesada, me costaba hasta formar una palabra. Estaba terriblemente cansada.

-Cariño, un venado saltó frente al auto... Un accidente terrible, quedó destruido.

- Pero Como tú...

- Pero logré salvar esto- interrumpió.
Me señaló en la mesita de luz al lado de la cama mi bolso con mis cosas de dibujo.

-Papá no saliste herido...

-Tu airbag no se activó cielo. Lo siento mucho. Si pudiera cambiar de lugar contigo, sabes que lo haría hija. Lo siento mucho, no me gusta verte sufrir así.

- No es tu culpa papá...

Un doctor nos interrumpió en ese instante. Sabía perfectamente quien era. Hidden Lake no tiene más de 5000 habitantes así que es normal que veas muchas caras conocidas. Y el doctor Roberts era una de ellas.

- Que lindo verte de nuevo Du, lamento que haya tenido que ser en estas circunstancias. Estarás Bien, sólo son una costilla fracturada, y heridas superficiales. Sanaras rápido.

-Duele mucho. - dije con vos ronca.

-Eso que sientes son dolores musculares, es normal sufriste un fuerte impacto. Te daré analgésicos por el momento... ya que estas fuera del shock y todo parece estar en orden.

Sacó de su bolsillo un pequeño recipiente y lo sacudió como si de un sonajero se tratara dejándolo finalmente sobre la mesa.

-Uno cada 6 horas. No antes de ese lapso. Ni aunque duela. Son muy fuertes.

-De acuerdo, la mantendré vigilada con eso. Gracias doctor Roberts-dijo mi padre.

-Antes que lo olvide...-saco una jeringa del otro bolsillo.
-Necesito una muestra de sangre.

-Creí que estaba ya todo bien. Cuestioné.

-Solo para asegurarnos.

Luego de atarme con una goma por encima del codo incrustó la aguja con gran practicidad en mi brazo. Ni siquiera se sintió el pinchazo. Por que eso no era nada en comparación con el dolor que sufría el resto de mi cuerpo.

El doctor Roberts se fue.
Estaba diferente de como lo recordaba
Más viejo. Más cansado.
Me dio los saludos de su esposa Linda y me pregunte si ella habría sufrido los mismos cambios con el paso del tiempo que su esposo. No sólo físicamente si no en su mirada, cansada, como si hubiera tenido suficiente pelea con quien sabe qué durante un largo tiempo.

Dejando de lado esos pensamientos cerré los ojos dispuesta a dormir.

Antes de sucumbir al pesado sueño, casi ya con mi mente dormida me pregunté quien habría sido el que nos habría encontrado. ¿acaso fue papá el que me arrastró fuera del auto?
Estaba segura de que había alguien más. Un vehículo se había detenido, lo podría jurar. Y recuerdo... Un perfume.

Hidden Lake, oscuro pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora