Capítulo 2

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Dicen que ningún adiós duele tanto como el que dices cuando no te quieres ir.

Lo primero que se me viene a la cabeza es ir a buscar a mis padres, así que me asomo por la baranda de la escalera para ver cual es la situación del agua. Lamentablemente mi oído no falló, el agua esta avanzando por el tercer piso. Pero me niego a dejar a mis papás allí abajo.
—Mamá! —grito mientras bajo cuidadosamente la escalera para no resbalar-me.—Papá! —a medida que avanzo, el agua va tapando-me más y más. Primero los pies, luego las rodillas, y ahora mis caderas.

—Hija! Sube a la terraza, sal de aquí! —ordena mi padre, el cual esta agarrado a el extintor que hay en la pared.
—No! Vine por ustedes, y mamá? —me niego a subir y abandonarlos para una muerte segura. Miro hacia todos lados buscando a mi madre pero no hay signos de que este aquí, solo esta la señora Muller agarrada al lateral de su puerta. —Y Azael señora? —el es su hijo y mi mejor amigo.
Ella abre la boca para responder a mi pregunta pero mi padre la interrumpe.
—El esta en la terraza, tu madre... —no logra terminar la frase cuando una puerta estalla por la presión del agua y golpea con la fuerza de un huracán a mi padre haciendo que su cuerpo inconsciente debido al golpe sea arrastrado junto con puertas, sillas y vidrios por el agua.
Automáticamente me suelto y corro hacía donde es arrastrado. Pero es inútil, caigo y me ahogo, saco mis brazos para agarrarme de algo y doy en el blanco. Cojo una bocanada de aire que me faltaba.
—Papá! Papá! —grito con todas mis fuerzas pero ya no esta, ahora solo quedo yo y mi llanto. Pa... —intento que sea un grito pero no es más que un susurro latiente.
La señora Muller expectante a la escena suelta un sollozo, ella lo quería y a mi padre igual. Eran amigos desde la secundaria.
—Y... Y mi... Mamá? —intento formular bien la frase pero los ruidos del llanto no me lo permiten. Ella nada hacia mi sosteniéndose de las barandas que hay a la vista y cuando llega me da un largo abrazo.
Esto no es bueno, la gente se porta bien contigo cuando saben que las cosas van mal, sienten lastima por ti.
—Lo lamento... —me mira con los ojos cristalizados —ella se... Se ha ido.

De repente viene a mi el recuerdo de cuando ella se preocupaba cuando le decía que  me sentía mal, yo era adolescente y solo me enojaba y contestaba mal por querer cuidarme. Al igual a lo que acabo de hacer antes de que mi padre se fuera... Pero no, el no se fue, ni ella, ninguno lo hizo. Esto es una maldita pesadilla.

—Escucha amor, ahora vamos a subir a la terraza donde esta Azael — me mira decidida pero intenta no ser tan dura conmigo —ya vendrán rescatistas... Haz me caso! —ordena cuando yo balbuceo incoherencias señalando por donde se fue mi padre. —Es lo que el querría.
—Es cierto.

Logramos subir al cuarto piso gracias a las barandillas de la escalera. Aquí el agua me llega a la cintura y a la señora Muller al pecho por su baja estatura.

Solo nos quedan dos pisos para llegar al ultimo y poder subir a la terraza. El agua sigue subiendo pero nosotras corremos con ventaja y esta no nos supera la cintura en el caso de la mamá de Azael y las rodillas en el mio.

En la terraza están nuestro vecinos, pero noto como faltan algunas de sus mascotas o en el caso de mi vecino Derek, su esposa.
Me asomo hacia la punta de en terrado y veo como en agua aumento hasta el quinto piso.
Solo son siete. Eso quiere decir que dentro de poco nos alcanza. En lo que  antes era la calle, ahora solo hay un río de autos, árboles y escombros flotando.
—Shai... —alguien toca  mi hombro y por su voz se que es Azael.
—Hola... —me quedo mirando unos segundos, cierro los ojos y lo abrazo tan fuerte como son mis ganas de llorar.
—Se lo que le paso a tus...
—Shh... —no lo dejo terminar, no quiero aceptar el hecho de que se fueron, de que no pude despedirme de ellos de la forma correcta, simplemente no.
Se escucha a todos gritar y aplaudir. Me despegó de Azael y ya veo porque todos están así. Son helicópteros.
—Vinieron a salvarnos.

El hermosisimo Azael en la multimedia

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