Capítulo 4

81 7 4
                                    

Estamos en Alaska, hay gente por todos lados con mantas y botellas de agua. De solo pensar en ella me estremezco, el agua me da miedo, es estúpido lo sé, pero fue causante de la muerte de mis padres, solo de verla me acuerdo de ellos, no solo le tengo miedo, la odio.
Perdí de vista a Derek hace rato y el anciano que hace un momento estaba conmigo, ya no más. Estoy completamente sola, en un lugar que no conozco, sin dinero y sin lugar a donde ir. Ah! Y por cierto, un maremoto hace menos de un día destruyó mi hogar y mi vida. No se que más me podría pasar.
—Shailene.
Me giro rápidamente y el dueño de esa voz gruesa y ronca ni es nadie más ni nadie menos que Theo.
—¿Qué? —respondo acelerada, no se que me pasa. Me aclaro la garganta —¿Que ocurre? —digo tratando de sonar tranquila.
—¿Tienes algún familiar al que contactar? —me mira fijamente como si me intimidara aunque dudo que sea esa su intención— ¿Padres, hermanos, algún amigo? —"padres", me estremezco al escuchar esa palabra, se me hace un nudo en la garganta y tengo que parpadear varias veces para apartar las lágrimas que se acumularon en mis ojos.
—Mis padres no... No lograron salvarse —un silencio incomodo se apodera de la situación —mi amigo subió al primer helicóptero, sabes donde están?
—Lamento lo de tus padres... Yo... —se queda pensando las palabras correctas para la situación pero no las hay —El primero según me dijeron esta en Canadá todavía, aunque no se en que parte. Tienes como comunicarte?
—No... —alargo.
—¿Quieres mi móvil? —dice mientras saca su móvil de la chaqueta de piel que lleva.
—Gracias, dame un momento. —tomo el móvil y me alejo unos pasos. Marco al número de Azael unas cinco veces y no atiende ninguna de las cinco llamadas. —No atiende —miro a Theo y hago una mueca mientras le entrego el móvil.

Cuando llegamos era de noche, pasaron tantas horas desde que llame a Azael que ya amaneció.
Veo a Theo hablando con otros rescatistas y me pierdo mirándolo. Cuando el se da la vuelta y nuestras miradas chocan corro la vista avergonzada  y
siento como me pongo roja.
Esta viniendo hacía mi, esto no es bueno.
Tragame tierra.
—Toma, no has comido ni bebido nada desde que llegaste —me alcanza una botella de agua y una manzana. Siento una sensación horrible cuando agarro el agua, pero tiene razón, me deshidratare si sigo así.
Noto como tiembla del frío y suelto una leve sonrisa.
—¿Que? —sonríe mostrando sus blancos dientes. Es aun más lindo cuando sonríe.
—Tienes frío.
—Tu también.
—Lo se —ambos reímos. Luego de un momento de silencio el suelta —¿De verdad no tienes a nadie con quien quedarte?
—Nop —contesto como niña, patético de mi parte.
—Ven conmigo.
—¿Como? —estoy totalmente confundida.
—Digo... Seria solo hasta que puedas comunicarte con tu amigo o conseguir un lugar. —se rasca el cuello —No me perdonaría que andes sola por ahí, pudiendo ayudarte yo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 18, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La ola ||SHEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora