Capítulo 4

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Ya es viernes y estaba a un día de mi gran fiesta.

Me resultaba medio complicado dejar de pensar en Sarah, vivimos muchos momentos hermosos; obvio, duramos un año entero.

Varias personas puede mal interpretar demasiado el hecho de que yo y ella hubiéramos tenido relaciones sexuales. Pero lo que más mal se interpretaría era el hecho de que ella se había acostado con cinco chicos diferentes aparte de mí y tan solo tiene quince años.

Quería olvidar todo, cada minuto y cada segundo al lado de Sarah.
Hay algo típico también en todo esto, que todas las personas estarían con su "ay, tan joven y sufriendo por amor" o "es joven y no sabe qué es el amor" ¿sería medio obvio que sufriera, no? Es como que yo dijera a las personas mayores "tan viejo y sufriendo por amor", CLARO! A cualquier persona que la engañen en su propia cara y más encima con sexo le parecería devastador y muy triste.

Mi consciencia también lloraba y muchas veces me sentía deprimido por todo lo ocurrido. Necesitaba desahogarme y qué mejor que hacerlo con mi mejor amigo Max. Se me ocurrió llamarlo y así fue.

-¿Hola?- preguntó Max como si no supiera quién era yo.

-Imbécil necesito que vengas.

-¿Quién eres?.

-Max, soy Drew, no te hagas el gracioso.

-Ah, lo siento, ya voy. En 20 minutos estaré allá.

-De acuerdo, nos vemos.

En esos 20 minutos que Max tardaba en llegar ordené algunas cosas de la casa para el día siguiente (el día de mi fiesta).

Suena el timbre, era Max.

-Hola, maldito- dijo con una sonrisa y el dedo de en medio levantado.

-Pasa, tonto.

-¿Qué sucede?.

-Max, necesito toda tu ayuda, que me hagas reír, que salgamos a divertirnos y que me ayudes a olvidarme de ella...

-De... E... Ella?.

- Si, de Sarah. Necesito olvidarla.

Max subió al segundo piso de mi casa en dirección a mi habitación y rompió los cuadros, cartas y recordatorios que tenía de Sarah.

-¡¿qué haces?!

-me dijiste que te ayudará a olvidarla, ¿no?.

-Ehh... Sí.

-Ya, comenzamos así y no me dirás que no rompa los recordatorios porque me pediste ayuda a mí y así partiremos.

-Está bien- dije con algo de tristeza y alegría.

Se fueron todos los recuerdos físicos a la basura.

Max me ayudó a preparar las cosas para el próximo día, comprar alcohol para los que bebían y bebidas para los que no. Lo demás lo llevaban los que iban a la fiesta.

Las horas se me hacían eternas, solo quería divertirme en mi casa con la fiesta.

Invité a muchos de mi liceo a la fiesta y la mayoría eran mayores que yo (de segundo, tercero y cuarto grado).

Mi madre para el día de la fiesta no estaría y me dejaría a mí y a mis hermanos solos. No me preocupaba mucho eso, de hecho estaba feliz porque mi madre no estaría (aunque suene cruel), porque la mayoría de los que asistirían beben y fuman y a mí madre no le agradaría eso.

Mis hermano Nicholas tenía diecinueve años, mi hermana Ashley diecisiete y yo dieciséis, estábamos casi a la misma altura en tanto a la manera de pensar.

Una última vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora