Su vista se concentró en ese cuerpo blanco, con tres cables unidos a una máquina que parecía agregarle un ritmo aburrido y constante al ambiente.
Observó su rostro desvaneciéndose justo en frente de sus ojos, sin ningún cuidado.
Recordó los momentos felices que pasó junto a ese hombre para nada trabajador que en ese momento exacto dejaba su último suspiro en este mundo.
Una lágrima se escapaba de sus ojos, sin permiso. El tiempo se detuvo al mismo tiempo que un sonido devastador e interminable inundaba la habitación y un grupo de enfermeras desesperadas intentaban reavivar ese cuerpo blanco que había sido postrado en esa camilla de hospital dos años atrás.
El aire dejó de inundar sus pulmones y sintió cómo se desvanecía en el sucio suelo de hospital. Sólo pensar que estaba perdiendo a su figura paterna le hacía lamenta haber discutido, haber olvidado.
Haber abandonado...