Ya de vuelta al hemiciclo, las cosas seguian igual. Aún no habian tenido ocasión de hablar y la tensión podia palparse en el ambiente. Cuando acabo la sesión Pablo abordo a Albert en el pasillo.
-Albert tenemos que hablar
-Dejame en paz
-Pero tengo que...
-Ya te lo he dicho Pablo. No voy a estar para cuando tu quieras, no soy un juguete. No quiero saber nada de ti.
Y con esas palabras se fue dejando a Pablo pasmado. Estaba cabreado con él, por no haberse dignado a escuchar ni una sola palabra de lo que tenía que decirle pero lo estaba aún más con él mismo. Por haber sido tan gilipollas.
Esa misma tarde le llamó. Se escucharon todos los timbres hasta que finalmente se colgó automaticamente. Esperaba un rato y llamaba, para obtener el mismo resultado.
Mientras iba haciendo cosas hacía pausas solo para llamarle, hasta que llegó la noche y paró. No queria molestarle a esas horas.
Tenía el estomago cerrado, asi que se limitó a apagar la luz y tirarse en el sofá. Notó una humedad en su mejilla, estaba tan absorto en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que había empezado a llorar. Por la impotencia de que ya todo estaba roto, como cuando sueltas un globo de helio, por mucho que lo intentes no puedes recuperarlo y cada vez se aleja más y más de ti. Ya solo quedarian recuerdos, y pensamientos de lo que hubiera podido pasar y se quedó ahí.
Con el paso del tiempo solo quedaban cenizas de lo que había sido. Se sentía vacío, y por mucho que intentara contactar con Albert este siempre le evitaba. Creyó que no podía ir a peor hasta que vío un titular.
Albert Rivera le ha cedido su puesto a Inés Arrimadas, y él a pasado a ser el portavoz de Ciudadanos en el parlamento catalan.
Ya ni siquiera podría verle en el Congreso o en debates. Solo le vería en la televisión, o en algun que otro acto.
Lo peor de todo es que ya nunca volveria a estar a su lado. No volveria a haber ni amistad, ni cordialidad y ni siquiera rivalidad. A menudo se desvelaba, y se quedaba mirando el telefono pensando si intentar llamarle o mandarle un mensaje. Hasta que un día, harto de todo, decidio salir. Andó y andó, por mucho que se cansaba no se detenía. Hasta que comenzo a amanecer y decidío volver a su piso, pero en lugar de entrar decidio subir y subir hasta llegar a la azotea. Estaba a una altura apróximadamente la de un séptimo. Se sento, con los pies colgando viendo la ciudad.
¿Que pasaria si saltaba? Él ya sentía su alma negra y su vida carente de sentido. Ni siquiera la politica le entusiasmaba ya. Nadie podía animarle. Nadie podría nunca sustituirle. Seguia dandole vueltas, hasta que decidío hacer una última cosa.
Querido Albert:
Se que no quieres saber nada de mi. Pero tenía que despedirme. Lo siento, lo siento muchisimo. Por mucho tiempo que pase nunca te olvidare, has sido el amor de mi vida y siempre lo seras. La cague, y te perdí. Esto no es para pedirte que volvamos, ya he aceptado que eso nunca pasara. Te has alejado de mi todo lo que has podido y lo entiendo. Pasé lo que pasé no te sientas culpable, quiero verte feliz aunque no sea conmigo, nunca te he merecido. Tu siempre decías que eras un cobarde pero en esta relación tu, aunque no lo supieras, eras el fuerte. Yo soy tan cobarde que no puedo afrontar una vida sin tí. Hay un antes y un después de nosotros en mi vida, estoy vacío, soy un cuerpo más arrastrado por el viento. No queda nada por lo que luchar, no hay motivos no hay amigos no queda ningun sentido. Estoy muy cansado de vivir. No quiero que te sientas mal, hazlo por mi. Es mi última petición. Si existen otras vidas, quiza en alguna de ellas podamos estar juntos.
Te querra siempre, Pablo
