Capítulo 5

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Decir que el ambiente para KyungSoo era muy ameno y feliz, sería una total mentira. Desde que JongIn abrió la puerta y su madre junto con su hermana entraron a su hogar, la situación para él se volvió muy incómoda, puesto que la señora Kim ó HyeSook; como ella prefería ser llamada, le había estado matando con la mirada.

Cabe destacar que en la pequeña familia de JongIn, KyungSoo nunca fue aceptado completamente. Pues creían que su hijo merecía algo mejor que un aspirante de policía, pero que aún así lo dejaron estar juntos porque JongIn era muy feliz a su lado. Pero con la única condición de que nunca lo hiciera sufrir, y que si algún día le hacía daño, él iba a pagar las consecuencias.

JongIn estaba muy distraído jugando con sus pequeños cachorritos que no notó aquel ambiente que se formó apenas KyungSoo salió de su habitación. Al contrario de su madre, SooJung; quien era la hermana de JongIn,  estaba muy feliz por ver a su cuñado después de ya mucho tiempo. Se podría decir que eran grandes amigos desde adolescencia. Gracias a ella, KyungSoo pudo conocer a JongIn y fue así como cayeron en el hechizo del amor.

Después de una larga hora escuchando las indirectas y preguntas de su querida suegra, la hora del almuerzo había llegado. La señora Kim se había ofrecido a cocinarles, y los chicos no se podían negar, ya que la comida de HyeSook era muy deliciosa.

HyeSook aprovechó la situación y llamó a KyungSoo con la excusa de querer un poco de ayuda, pero claramente eso era mentira, el pelinegro sabía que ya había llegado la hora de su fin.

Dejó a JongIn y a SooJung hablando animadamente de cosas triviales y se aventuró a la cocina. Donde su suegra lo esperaba con un cuchillo en su mano, lista para cortar la carne. Pasó saliva nervioso.

–¿E-en qué le ayudo? – Preguntó con miedo, mientras se lavaba las manos.

– Ayúdame en picar los vegetales. –Ordenó.

KyungSoo acató la orden, tomando las verduras que se encontraban en la mesa para lavarlas y luego empezar a picarlas.

Mientras tanto la señora Kim picaba la carne, rebanando cada pedazo delicadamente. Hasta que en un movimiento brusco, acuchilló el pobre filete, asustando al más chico.

–KyungSoo... ¿Te acuerdas de lo que te dije antes de dejarte ir con mi hijo? –Preguntó, mirándolo fijamente.

El pelinegro la vio y asintió, esa mujer sí que era de temer.

–Entonces, ¿Por qué veo los ojos de mi hijo apagados? –Hubo un sepulcral silencio– Te dije que lo tenías que hacer feliz, tenías que hacer que sus ojos brillaran de dicha y amor, pero yo no veo nada de eso. Lo único que veo ahí es decepción y tristeza cada vez que te ve.

KyungSoo bajó la mirada, él sabía que era verdad, JongIn ya no era feliz a su lado. Pero él no era capaz de dejarlo ir, lo amaba demasiado como para hacerlo. Prefería mil veces que JongIn estuviera a su lado, estando infeliz, que verlo con otro y verlo radiante, mientras que él se moría internamente por la soledad. Era egoísta, lo sabía, pero no podía evitarlo.

–Si me entero que le has estado haciendo daño a mi bebé, te juro por todo lo que quieras que lo pagarás el doble. –Amenazó, cerca de su rostro– JongIn no está solo en esta vida, él tiene una familia que lo ama y que haría todo lo posible para su bienestar.

–Lo sé –Contestó serio– Yo nunca le haría nada que lo lastimaría... es sólo que últimamente por mi trabajo o su estudio hemos estado distanciados, y no hemos estado conviviendo lo suficiente.

–Más te vale que sea por eso, KyungSoo –Dijo volviendo a cocinar– Te puedes ir, yo haré el resto.

El chico asintió y volvió a la sala de estar, donde se encontró al moreno echado completamente con dos bolas de pelos en su cara, lamiéndole el rostro feliz, pudo apreciar la hermosa risa del moreno, que hace mucho no escuchaba.

MaltrataD.Or.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora