CAPITULO 2

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Habían pasado 5 semanas con 6 días, habían sido las semanas más lindas que ella podía a ver imaginado, eran semanas en las que no solo ella disfrutaba, él también lo hacía. 

¿Disfrutaba? Sí; ambos disfrutaban de la dulce espera, de la llegada de su mayor sueño, del amor de sus vidas.
Su hijo, hijo del fruto de su amor, amor de años, un amor que no tenía limites, un amor que estaba dispuesto a enfrentar juntos cada obstáculo, a defender su amor a capa y espada.
Ambos soñaban tanto con tener al bebe, que cuando supieron la noticia juro que tuvieron la sonrisa más grande y sincera de todas sus vidas.

En el transcurso de esas semanas ella había estado teniendo constantes dolores en el vientre, casi siempre se los hacia saber a él, hasta que decidió ir con un médico, debido a que los dolores habían aumentado; ya cuando se encontraba con el medico lo único que recibió fue reproches y malas noticias, el médico le dijo en un tono muy fuerte - que ocurre contigo - ¿perdiste la cordura? - ¿Cómo has podido embarazarte? – tu salud y la del bebe están en riesgo; ella con lágrimas en los ojos dijo- solo importa él -. Aunque por dentro se moría de miedo, ya que la vida de ella y de su hijo estarían en peligro, pero sabía bien que no era momento para lamentarse y solo tenía que asumir lo que estaba pasando.

Era su amor de madre el que hablaba por ella, ella estaba dispuesta de dar su propia vida por el bienestar de su bebe; y quien no lo haría; si se trataba de su sangre, de un pedacito de ella y de su gran amor.

Pero a veces no todo sale como uno quiere, el doctor le tenía preparada una mala noticia, se trataba del desarrollo de su bebe, el embrión estaba creciendo fuera del útero ¡sí! se trataba de un embarazo ectópico, el cual no permitiría desarrollar al bebe. – cómo proteger a tu más grande amor – si es algo que escapa de tus manos –. Tuvo que enfrentarse a su peor pesadilla, lloro inconsolablemente, sentía que la vida se le iba en un suspiro, no era perder una moneda, olvidar un juguete en el parque; era perder un hijo, se trataba de una vida; su vida entera.

En ese momento solo pensó en salir del consultorio e ir a los brazos de su amado, pero algo la detuvo, pues recordó que eso no sería posible a sí que fue a casa, se dejó caer en la cama y lloro hasta quedarse dormida; con la esperanza de que todo sea un mal sueño, pero no, no era un mal sueño; y al despertar cogió el celular y con lágrimas en los ojos escribió un mensaje a su amado, y al paso de unos minutos el celular sonó era él, su amado; el cual le devolvió la calma y la tranquilidad.

Él le había escrito un mensaje animándola y dándole fuerzas para poder seguir de pie, tal vez eran palabras sencillas y simples pero significaron mucho para ella.

El mensaje decía: Linda, estate tranquila todo saldrá bien recuerda que mientras estemos juntos todo estará bien. A mí también me preocupa y me duele lo que está pasando, tú más que nadie sabe cuánto amo a nuestro hijo y lo feliz que me hace saber que él estará con nosotros. Porque estará con nosotros, lo veremos crecer y lo llenaremos de amor, va tener un poquito de los dos y sin duda alguna va ser muy feliz porque nosotros nos encargaremos de que lo sea. Te necesito fuerte y tranquila, si tú lo estas él bebe también lo estará. Los quiero demasiado.

Efectivamente el mensaje le devolvió el alma al cuerpo, le hizo entender que si seguía mal anímicamente él bebe también lo estaría y eso no ayudaría en nada, y solo empeoraría las cosas.
Así que seco sus lágrimas puso sus manos sobre su vientre y le dijo a su bebe – Pase lo que pase, debes saber cuánto te amamos tu padre y yo, y lo feliz que somos de que estés aquí –.

Pasaban los días y para ella cada día era especial sus mañanas eran otras, casi todo el tiempo sentía esa necesidad de hablar con su bebe, de sentirlo ya hasta su modo de dormir había cambiado, se acostaba temprano y con las manos sobre su vientre, era su manera de demostrarle a su bebe que no estaba solo que ella estaba con él y que cuidaría de él pese a cualquier adversidad.
Cada noche le explicaba por qué su papá no estaba a su lado, pues no era porque él no quería, sino porque la familia de ella no estaba enterada de su estado, y él no era bienvenido en casa de ella; pero ella se encargaba de darle el doble de amor, y él a pesar de encontrarse lejos también se los daba a ambos, siempre estaba pendiente de cualquier cosa que ella necesitara, sabía que ya no solo se trataba de cuidar de su amada si no de su más grande sueño, de su felicidad, de su hijo.

Los tres eran muy felices, eran el claro ejemplo de que para amar no se necesitaba ver, que todo depende de uno, de la intensidad del amor que ambos puedan sentir, de la confianza que ambos se brinden; y cuando estaban juntos, esas milésimas de segundos ambos eran demasiado felices, reían a carcajadas y eso, eso era amor.

Cada noche él le escribía a sus amores, a los cuales los tenía muy engreídos, tanto que no dormían hasta recibir un mensaje de texto dándoles las buenas noches y su besito para que descansen tranquilos.
Y al amanecer eran la cursilería hecha persona, ella le mandaba fotos para que él vea cómo iba creciendo su hijo y él era inmensamente feliz con eso, claro que más feliz serian si pudieran estar juntos; así que planificaron salir un sábado a engordar juntos, comer pizza, caminar tomados de la mano, e ir de compras.

Estaban pensando vivir juntos, ya que ella necesitaba el apoyo constante de él, y era algo que ellos habían planificado desde antes, ya estaba decidido vivirían juntos; y juntos defenderían a su bebe.
"MIENTRAS ESTEMOS JUNTOS TODO NOS IRA BIEN"
se había convertido en su frase, y así seria ya que siempre habían estado juntos, en los buenos, malos y peores momentos siempre estaba el uno para el otro, incluso ni cuando el otro se soportaba a sí mismo.


ME SONRÍE DESDE EL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora