Capítulo 1

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Rumores – Capítulo 1

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Yuuri se sentía curioso esa noche.

—¿Alguna vez has besado a alguien?

La pregunta sorpresiva de carácter íntimo tomó desprevenido a Wolfram. Bastante acostumbrado a estas conversaciones al azar, continúo abrochando su camisa de dormir tranquilo.

—Sí, lo he hecho.

—Mmm —asintió Yuuri como si fuera una respuesta que esperaba—. ¿Cuántas veces?

Lo pensó un momento. —No lo sé.

—¿No lo sabes? ¿Han sido tantas? —Eso había despertado la insaciable curiosidad del joven japonés.

—No, no tantas —dijo con clama—, es solo que en este momento no lo recuerdo. Teniendo en cuenta alguna que otra cosa que haya pasado de niño, habrán sido tres o cuatro personas.

Volteo para ir a la cama. Yuuri estaba sentado de una manera poco grácil sobre el colchón como siempre, de piernas cruzadas y agarrando con las manos sus tobillos desnudos. Tenía esa mirada de curiosidad tan típica de él en estos momentos. Pensó que si esta conversación se hubiera dado hace tiempo se hubiera desesperado buscando algún doble sentido implícito. Las cosas eran diferentes ahora, su relación era tranquila y bizarramente cercana, pero para nada romántica.

—¿Besaste a alguien de niño? Algo así como en el jardín de niños o algo similar de aquí ¿verdad?

Sabía que "jardín de niños" debía referirse a algo de su mundo por la forma en que lo dijo. Pero aunque no tenía idea que era eso, recordó algo similar.

—A veces, en la casa de mi madre en tierras Spitzberg, nos juntábamos a jugar en el jardín de rosas todo el día con varios niños de las fincas vecinas. Recuerdo que nos gustaba aprovechar cualquier oportunidad para formar pareja con alguien que te gustara y correr al laberinto a esconderse. Era una buena excusa para tomarle la mano a alguna niña. Eran solo juegos inocentes, pero recuerdo haberme besado con alguien en varias ocasiones.

—Eso suena tierno, pero como salido de una película de época. Jardines de rosas y niños hermosos con trajecitos perfectamente arreglados correteando por ahí. En cambio yo jugaba el arenero del parque y terminaba comiendo arena por pelear con otros niños por culpa de los juguetes.

Yuuri se reía con la boca abierta. A veces podía ser todo un salvaje, era fácil imaginar una versión pequeña de él maleducada y temperamental. A sus ojos, el rey era digno y muy apuesto, pero a su vez tenía esa extraña mezcla de plebeyo que le desconcertaba.

—Eso realmente suena como tú —dijo mordaz.

—No voy a pensar que quisiste decir con eso —se quejó entrecerrando sus ojos, ya conocía cual era su forma de insultar.

—Tú turno. —Le dio pie para que respondiera la misma pregunta con la que había empezado esta conversación. Las charlas íntimas no eran algo poco común entre ellos, pero se daban en ciertas ocasiones especiales y le gustaba aprovecharlo para que sean un intercambio justo de información de ambos lados.

—No he besado a nadie aun. —Yuuri hizo una pausa e intento recordar detalles—. Bueno, en realidad se podría decir que técnicamente lo he hecho, pero no estoy seguro de que cuente como un beso.

Estaba muy interesado en escuchar más sobre eso, así que tomo su lugar en la cama y le escuchó.

—¿Recuerdas cuando estaba en Caloria?

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