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Tomé mi bolso escolar, un amigo mio rubio de ojos sangre me estaba hablando. Él era completamente egocéntrico mas ya me había acostumbrado.

De hecho, sino fuera porque me dice cosas tontas para mi, no habría comenzado a buscar la forma de quererme. En ese modo agradesco tenerlo a mi lado.

—Estoy seguro de que la conquistaré— mencionó con ánimo Gilgamesh.

—Claro, como eres tan perfecto y todos te aman será imposible que diga no— respondí suspirando, ya era la vez número quince que lo escuchaba; al parecer estaba realmente conmocionado esta ocasión.

—Me alegra que lo entendieras lindura, ahora tengo que hacer algo— dijo marchandose por un pasillo que llevaba a la clase paralela a esta (con diferente letra).

Caminé por los pasillos hasta salir nuevamente en busca de la sombra de algún árbol para hacer una tarea de química, luego de pasar la fracción molar, molaridad y molalidad. Ahora teníamos que sacar la presión de vapor y el descenso de esta.

—No entiendo— dije algo fuerte mientras revolví con fuerza mi cabello.

Escuché el ruido de alguien deteniendose y cuando observé me encontré con una mirada de color ónice, el ver aquellos ojos me transmitió dolor a mi alma y me quede sin habla.

Era Nico Di Angelo, con su cabello hasta la altura de los hombros y su piel pálida, su negativa ante usar el úniforme y su ropa oscura (su remera con una calavera en medio) y, además es él chico al que le envio cartas de ánimo.

"Te enamoraste inconscientemente de ese chico, estoy seguro que es una reacción al saber que no puedes estar conmigo", recordé en ese minuto las palabras de Gilgamesh. Quien me manda a tener ese tipo de amigos.

—¿Eso es química?— preguntó con una voz algo varoníl mientras señalaba mi cuaderno.

Esta era la primera vez que él me dirigía la palabra en estos dos meses que llevaba en este colegio. Fue raro que llegara una vez iniciado el año escolar.

—Si, estoy intentando hacer la tarea que dejo nuestra profesora. Aunque esto es imposible, ni hablar japonés debe ser tan difícil— respondí con mi voz más tranquila que de costumbre.

Usualmente soy muy gritona y alegre.

—De todas formas no creo ser la única que...—Te enseñaré si quieres, ya terminé— me interrumpió mientras hablaba.

Debí poner una cara muy impresionada porque él solo movió los hombros, en ese minuto me percaté de que aguantaba la risa, rápidamente volvió a su actitud seria.

—Te enseñaré— dijo él mientras tomaba el lápiz que utilizaba.

En ese momento me mostro de que iba bien, sólo que mi error era que no transformé algunas unidades.

—Dios, que tonta me siento— dije cuando terminamos de hacer los ejercicioa en conjunto.

—Las personas inteligentes tienden a decir que son menos que los tontos, así y al contrario con los tontos— rebatió él.

Era algo muy sabio.

—Entonces supongo que sigues tu propio consejo— yo mencioné para ver su reacción.

Él frunció un poco el ceño y se levanto.

—La verdad es que no, pero alguien últimamente me esta dando que pensar— y luego de eso se marchó del lugar.

Entonces según lo que me dijo estaba funcionando.

Dear NicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora