Harmonía

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A fin de cuentas siempre supe que si mi supuesto padre o madre divino me reconociera, los demás se burlarían —o la gran mayoría e incluso incluyo a Gilgamesh dentro de eso— como todos unos idiotas.

Y vaya que no me equivoque.

Fue en una tarde en la que acompañaba a la estúpida Barbie debido a que no tenía nada más que hacer y digamos que tampoco tenía mucha compañía que digamos, estar en la cabaña de Hermes era casi insoportable para mí debido a todo el desorden, caos y jugarretas que se llevaban a cabo en el lugar.

Diciendo eso podría haber sabido yo misma quien era mi madre, después de todo siempre veía vídeos frikis en internet sobre datos y cosas que la población no suele saber, o al menos un gran porcentaje de esta.

Casi suspiro mientras miraba a todos esos semidioses luchando en el área de entrenamiento, por un lado estaba ruidoso Gilgamesh, alardeando sobre sus victorias y todo su potencial que aún seguía en desarrollo y por otro lado estaba una chica corpuñenta que quería arrancarle la cara con la espada, o su cabeza lo que fuera primero.

Y..., en ese momento fue que ocurrió.

Un extraño símbolo se posó sobre mi cabeza y casi todos dirigieron su atención hacía mi, para mi mala suerte también pasaba cierto chico por el lugar. Para algo peor fue que se volteo a observar que pasaba y me vió. O quizá las burlas que todos conenzaron a hacer en ese lugar me hizo intimidarme un poco, era como si yo estuviera incomodando en ese espacio.

Con tranquilidad me levante y fuí a dar aviso en casa grande según lo que me dijeron que debía hacer.

Cuando estaba llegando al lugar y, por alguna razón con lágrimas en los ojos, alguien tomó una de mis manos haciendo que me volteara a observar. En ese momento deseé no haberlo hecho, ya que estaba Nico Di Angelo en ese lugar y... sujetando mi mano.

—Dioses... ¿Estas..., no olvidalo, sería estúpido preguntarlo— con velocidad limpié mis ojos y mi mirada se torno seria.

—¿Qué es lo que quieres?— mi voz sonó algo mordaz y atemorizante.

—Arreglar un error— Nico con seguridad pronuncio esas palabras.

—¿Qué necesitas arreglar tú...

—Sé lo de las cartas, Gilgamesh me envio el resto. Me sentí tan idiota y arrepentido al saber que eras tú... y yo... te trate pésimo y tampoco aguanto que le hagan eso a alguien preocupada por los demás. Arruinaron la gloria de tu reconocimiento y eso necesita una venganza.

En ese momento al fin me di cuenta de algo importante con respecto a él.

No hablamos en mucho tiempo, pero él... él ya estaba diferente.

No se mostraba titubeante ni inseguro, era como si tuviera el control sobre si mismo podiendo soportar al mundo sobre sus hombros. Algo así como debería ser un verdadero héroe y según yo lo sabía, Nico sí era un héroe. Y algo así eran las descripciones en mis cartas de lo que debería tener para enfrentar cada problema..., como si él las hubiera leído siendo eso absurdo porque las tiré.

Espera..., él acaba de decir que...

—¿Cómo dices que dijiste?— pregunté aún atontada.

—Que te vengarás y yo te ayuda...

—No, lo otro— le interrumpí —. Lo de las cartas.

—Ah, eso — soltó finalmente mi brazo —. Gilgamesh me envió las cartas que escribiste durante este último mes y... para ser hija de Harmonía acumulas más odio que yo cuando quieres.

Dear NicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora