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NARRA ANA:

Desperté por los rayos de sol en mi rostro. Froté mis ojos acostumbrando mi vista a la incandescente luz. Me reincorporé sentándome en el cálido asiento e hice mi coleta de nuevo. Suspiré y deslice el cierre de mi mochila negra. Saqué de ella una lata de frijoles y con mi cuchillo quite el metal tratando de no cortar la piel de mis dedos. La sangre atrae a los caminantes. Apoyé el filoso borde de la lata sobre mis labios y fui comiendo el contenido de esta.

Hace dos días no comía y saboree esos frijoles como si fueran unos dulces. Bebí un poco de agua de una de las botellas recogidas el día anterior y la guardé de nueva cuenta dentro de la mochila.

Me la colgué a los hombros y suspiré. Ya estaba lista para otro día de incesante caminata y lidiar con los caminantes. Abrí la puerta del auto y sin darme tiempo a reaccionar un caminante salta encima mio. Lo retengo poniendo mi brazo derecho sobre su pecho mientras que con el otro saco el cuchillo de uno de los bolsillos laterales de la mochila, que es donde siempre lo guardo. Ya con el cuchillo en mano, rápidamente lo clavo en su cabeza dejándolo inmóvil sobre mi brazo. Con fuerza empujo el cuerpo ahora ya sin vida contra el pavimento y salgo ya por fin del auto haciendo que la brisa de la mañana choque contra mi rostro.

El día esta soleado y el sol irradia su luz incandescente haciendo con tan solo mirarlo te derritas del calor que emana. Me quito la camisa y tomo las mangas poniéndolas alrededor de mi cintura haciendo un nudo para que así no se caiga, dejando ver mi camiseta de tirantes blanca que ya esta no muy limpia que digamos.

Empecé a caminar viendo a mis alrededores. Todo a mi alrededor son arboles con todas sus hojas danzando al compás de la brisa.

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Luego de dos horas de estar caminando sin parar ni un segundo decidí sentarme un rato. Ya estoy perdiendo el aliento y este calor no ayuda mucho. Me senté sobre un tronco ya que he estado caminando por entre los arboles. Con la respiración agitada y el corazón latiendo rápidamente toqué mi frente helada. Aunque haga calor todo mi cuerpo esta completamente frío y sudado. Seguro me ha bajado la presión. Descansé mi rostro sobre mi mano y cerré los ojos intentando recuperarme.

Mis sentidos se ponen en alerta cuando cuando oigo pasos detrás mio, escuchando como las ramas y las hojas secas crujen repetidas veces.

******: ¿Estas bien?-dice una voz algo ronca detrás de mi-.

Rápidamente saco el cuchillo del bolsillo lateral de mi mochila y me levanto del tronco dándome vuelta rápidamente, estirando mi brazo izquierdo con el cuchillo en mano. Miro bien a la persona. Es un chico y su aspecto me parece conocido.

Un momento... lleva la misma ropa del chico que vi ayer en la casa del pueblo y es igual de alto ¡Es el! ¡El chico que vi ayer!

Rápidamente salto el tronco y cojo al chico de los hombros empujándolo contra un árbol, acción que hace que mi cabeza de vueltas por el estado en que estoy, lo disimulo con facilidad.

Ana: ¿Que quieres?-pronuncio con brusquedad, apretando mi mandíbula-.

******: N-nada es solo que t-te vi así y q-quise ayudarte.-dijo nerviosamente mirando hacia todas direcciones-.

Ana: -suspiro con brusquedad-¡Que quieres!-grito tomando su cuerpo para luego golpearlo otra vez contra el árbol, suelta un gemido de dolor-.

******: E-es que te vi aquí y pensaba en formar un dúo contigo para poder usar nuestras habilidades para sobrevivir.-hablo rápidamente, más nervioso que antes-.

Miré sus ojos unos segundos y sonreí bobamente. Reí de forma aguda.

Ana: ¿Enserio?-pronuncié dulcemente-.

******: ¿Si? ¡D-digo si!-exclamo dudoso-.

Me acerqué lentamente a su oído y susurré de forma fría y dura <<No te creo>> acto seguido lo tome otra vez de su camiseta azul empujándolo con fuerza contra el árbol. Apoyé mi cuchillo contra su cuello con un poco de fuerza haciendo que tragué saliva.

Ana: ¡Dime la verdad!-grité-.

******: ¡E-esta bien! ¡T-te la diré, tranquila!-dijo poniendo sus manos al aire, haciéndose el inocente- L-la verdadera razón es que como te vi sola y tan indefensa... yo...-suspiró- Quería robar tus cosas.-dijo suspirando-.

Ana:-suspiré- Dame tu mochila.-ordené sacando el cuchillo de su cuello dejando un marca roja, creo que no debí apretar tanto-.

******: ¿P-porque?-dijo confundido-.

Ana: Cállate y dámela.-ordené estirando mi brazo con mi mano extendida-.

******: Vale, toma.-dijo extendiendo la mochila-.

Me agaché y apoyé su mochila junto con la mía sobre las hojas secas. Abrí el cierre de la mía y de la suya e introduje de dentro de mi mochila dos latas de comida, dos botellas de agua y una linterna ya que yo tenía dos que tomé de ayer. Cerré los cierres de las dos mochilas y le entregué la suya dejando la mía colgando en mi mano.

Ana: Toma.

******: ¿E-enserio me das todo eso?-pregunto sorprendido- Creí que ibas a golpearme y robar mis cosas.

Ana: A mi me gustaría que hagan los mismo.-dije firme, guardando mi cuchillo en el bolsillo lateral de mi mochila que seguía en mi mano-.

******: Pues entonces, g-gracias.-dijo sonriendo-.

Asentí con mi cabeza mientras colgaba mi mochila en mi hombro izquierdo y caminé fuera de entre los arboles, para seguir caminando por el pavimento. 

Apocalypse ~ R.d.gDonde viven las historias. Descúbrelo ahora