Único capítulo.

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Los personajes no son de mi propiedad, pertenecen a Masashi Kishimoto, del anime/manga Naruto/ Shippuden.

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Estaba malditamente jodido. Cómo esa cosa rosada y de goma podía ponerme así; cómo algo tan común y que muchas veces fue motivo de que mi amigo el Dobe se ganara unas buenas palizas por comer como vaca. ¿Cómo eso puede ponerme duro?

Estamos hablando de un chicle; un jodido chicle que está siendo saboreado por una boquita tan tentadora como ella sólo podía serlo, chupeteado y reclamado por esa lengua, que en estos momentos me la imaginó en otra parte, nada sano por cierto.

Solo de pensarlo hace que mi erección se vuelva más dolorosa; y si sigue así voy a tener que ocultarla o encontrar un lugar para solucionar este "problemita"; ya que no puedo estar así en frente de todo el patio de recreó. Esto es su culpa.

¡Maldita Sakura! ¡Y maldita su forma de masticar ese estúpido chicle! ¡¿Por qué carajos no lo puede hacer como lo hacen las personas normales?! Pero no; lo tiene que saborear de la forma más sexi que haya visto en mi vida, aunque de seguro ni ella misma lo sepa...


Por cierto, todo este asunto del chicle me hizo olvidar de presentarme; soy Sasuke Uchiha, hijo de los empresarios más famosos de todo Japón: Mikoto y Fugaku Uchiha. Tengo los ojos color onix; el cabello azabache desordenado, he tratado de arreglarlo un poco, pero no hay caso, en fin, tengo cuerpo de deportista (nada exagerado) fruto de dos largos años de gimnasio. No es por presumir, pero a quién engaño; soy el chico más deseado por las mujeres y envidiado por muchos hombres; hmp, odiosos.

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Maldición..., esto no es sano para mi salud mental; iría hasta donde está y le comería la boca, justo como esta haciendo con su chicle. En estos momentos su lengua se pasea deliberadamente por esos carnosos y rosados labios que tiene para así quitarse los que quedó de goma, Kami tenme piedad...

¿Cómo decirle a tú amiga de toda la vida que le tienes ganas? No, no es solamente eso; con Sakura me pasa algo más, estoy realmente enamorado de ella. Descubrí que sentía esto cuando ese pelirojo teñido de Sasori se le declaró con una rosa en la mano y una carta en la otra; en palabras que prefiero usar: patético.
Hice fuerza de voluntad para no dejar escapar una carcajada cuando Sakura lo rechazó; dulce y suave como sólo ella puede serlo, regalándole una de sus tantas sonrisas encantadoras. Ja, pero ver la cara de tarado que puso Sasori (obviamente la que ya tiene) cuando escuchó su rechazo, fue lo mejor. Creó que no lo olvidaré por un tiempo.

Empero los celos y la envidia que me agarraron porque aceptase a Sasori, pasaban mis límites. No podía quedarse con él, no con él. No cuando yo descubría que esto que siento por ella no es de ahora, sino de siempre, y que es más fuerte que un simple enamoramiento de adolecentes. Ella siempre estuvo ahí para mí; todavía recuerdo los momentos que pasamos junto a Naruto en el preescolar, los días soleados que corriamos por el parque; y como olvidar los días en los que jugabamos a que Sakura era mi princesa, esos días en los que yo era un niño inocente, y no como ahora.

Si dejo volar mi imaginación, me encuentro con una Sakura llena de crema de frutilla (mismo sabor que su chicle, por cierto), lo sé, soy una depravado de lo peor; pero quién puede resistirse a esa figura de diosa que tiene; desearía pasarle la lengua por esa piel de porcelana, marcarla como mi propiedad hasta que no quede nad...

—¡¡Hey Teme!! ¡¡Llamando desde Tierra!! ¡¡Hola!! —salí abruptamente de mis pensamientos cuando el idiota de Naruto me gritó en el oído.

El juego del ChicleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora