Trastornos | Serie de one shots | Larry Stylinson

Obsesivo-Compulsivo

—Uno, dos, tres, cuatro —contaba Harry mientras daba golpes a la pared—. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho.

Era como una voz que te decía lo que tenías que hacer o si no pasaría algo malo.

Harry estaba esperando a la llegada de Louis cuando se le pasó por la mente que su novio tendría un accidente.

Toca madera, se decía mentalmente. Si no tocas una vez más, será tu culpa si le pasa algo.

La puerta finalmente se abrió y Harry corrió a los brazos de Louis. Le dio unos diesiseis besos y luego lo dejo liberado.

—¿Sabes? Creo que el último beso no fue perfecto, tendrás que darme otro más, amor. —mencionó Louis bromeando pero consiguiendo un beso más del rizado.

—¿Como te fue en el trabajo? —preguntó dulcemente Harry.

—Lo mismo de siempre, aburrido —contestó mientras jugaba con el cabello de su novio ya que ahora estaban acostados en el sillón—. ¿Como estuvo tu día?

—El perro del vecino entró por unos momentos, fue muy vergonzoso porque por más que quería agarrarlo no podía. Veía todos los gérmenes por su pelaje y... El vecino tuvo que entrar por él mientras me miraba con cara de marica delicado. Nada del otro mundo. —dijo mientras sonreía irónicamente.

—Ya sabes que no todo el mundo puede entender... ¿que tal si salimos a almorzar para relajarnos un rato?

–¡Muy bien!

Harry se cepillo los dientes diez veces, porque ninguno de los nueve fueron lo suficientemente bien.
Cerró la puerta de la calle unas doce veces para estar seguro de que estaba bien cerrada.
En el restaurante saco sus propios cubiertos porque temía que los gérmenes lo tocaran si comía con los que te daban allí.

Harry era una persona muy noble y amorosa, pero se necesitaba de paciencia para estar con él, esa misma que Louis estaba perdiendo.

Cuando llegaron a casa, Harry estaba comprobando cada sector para asegurarse que no hayan entrado intrusos.

—Harry, ya es tarde, vamos a dormir. —dijo con cansancio Louis.

—Solo me falta la cocina y el baño.

Por más que Harry no quisiera hacerlo, se sentiría aún peor si no lo hiciera.

Louis esta vez no espero a Harry y se fue directo a la cama pero no durmió, más bien se quedo analizando las cosas.

Cuando Harry entro a la habitación, prendió y apago las luces dieciocho veces.

El ruido ya estaba irritando a Louis, pero no quería gritarle o decirle que deje de hacer aquello porque sabía que era algo que no podía controlar.

Prefirió irse lentamente hasta el punto de desaparecer de la vida de Harry.

No quería lastimarlo y si seguía a su lado, estaba seguro que lo iba a hacer.

Louis amaba a Harry, pero ya se había cansado y eso el rizado no merecía eso. Él merecía algo mejor que Louis.

Louis no era un creyente de Dios, pero le rezo con todas sus fuerzas que Harry encontrará a esa persona que lo comprendiera y este con él para toda la vida. Lo mismo que él le había prometido una vez al rizado y no pudo cumplir.

Luego de que Louis terminará con Harry a través de una carta, él escribió otra dirigida a la nada misma, simplemente era para descargarse de todos sus pensamientos.

Querido nadie:

La primera vez que lo vi, todo en mi cabeza se tranquilizó.
Todos los tics, todas las imágenes que aparecieron siempremente desaparecieron.
Cuando tienes un trastorno obsesivo-compulsivo, no tienes momentos tranquilos, la verdad.
Incluso cuando estoy acostado, pienso: ¿cerré las puertas? Si. ¿Me lavé las manos? Si.
Pero cuando lo vi, lo único en lo que pudia pensar era en la curva cerrada de sus labios o en la pestaña sobre su mejilla, la pestaña sobre su mejilla.
Sabía que tenía que hablarle.
Lo invite a salir seis veces en treinta segundos. Dijo que si a la tercera, pero parecía que ninguna vez me había salido bien, entonces seguí intentándolo.
En nuestra primera cita, estuve más tiempo organizando mi comida por color que comiéndola o hablándole a él.
Pero le encantaba. Le encantaba que le diera un beso de despedida dieciséis veces o veinticuatro si era miércoles.
Le encantaba que me tomara una eternidad regresar a casa porque hay un montón de grietas en la vereda.
Cuando nos mudamos juntos, me dijo que se sentía seguro, como si nunca nadie nos robaría jamás porque definitivamente cerraría las puertas con llave unas dieciocho veces.
Siempre miraba su boca cuando hablaba.
Cuando decía que me amaba, su boca se acurrucaba en los bordes.
En las noches, se recostaba en la cama y me veía apagar las luces y prenderlas, apagarlas y prenderlas, apagarlas y prenderlas.
Cerraba sus ojos e imaginaba que los días y noches pasaban frente a él.
Una mañana comencé a darle besos de despedida pero se fue porque lo estaba atrasando para llegar al trabajo.
Cuando me detenia en frente de una grieta en la vereda, él simplemente seguía caminando.
Cuando decía que me amaba, su boca era una línea recta.
Me dijo que yo estaba haciéndole gastar mucho tiempo y desde la semana pasada que está durmiendo en la casa de su mamá.
Me dijo que no debió haberme dejado apegarme tanto él, que todo esto era un error.
¿Cómo puede ser un error si no tenía que lavar mis manos después de tocarlo?
El amor no es un error.
Y me estaba matando que él pueda escapar de esto y yo no.
No puedo simplemente salir y encontrar a alguien más, porque siempre estoy pensando en él.
Por lo general, cuando me obsesiono con las cosa, veo gérmenes moviéndose dentro de mi piel.
Me veo a mi mismo siendo atropellado por una sucesión interminable de automóviles.
Él fue la primera belleza en la que he quedado atrapado jamás.
Quiero despertar cada mañana pensando en la manera en que él toma su volante.
La manera en que gira las perilllas de la ducha, como si estuviera abriendo una caja fuerte.
La manera en que sopla las velas.
Ahora, solo pienso en quien más lo está besando.
Siento que no puedo respirar, porque lo besan solo una vez y a esa persona no le interesa que el beso sea perfecto.
Quiero tanto que vuelva que deje la puerta sin llave y las luces prendidas.

.......
La carta final está escrito realmente por una persona que padece TOC. En multimedia está el autor del poema.