Introdución

449 46 9
                                    

¿Cuál es tu nombre?–Preguntó firmemente.

– So-soy Saitama.– Trató de sonar serio, pero no podía, estaba muy nervioso.

Entonces quieres trabajar aquí...– Lo miró de abajo hacia arriba. –Eres muy joven... Tal vez demasiado.–

–So-solo será por algunas semanas.– Sintió la necesidad de escudarse con sus manos.

¿Semanas? ¿Un trabajo pasajero? ¿Para qué?– El hombre se inclinó hasta estar casi frente a frente.

–Solo quiero ganar algo de dinero para...– Este tipo estaba siendo muy extraño, lo ponía muy incómodo y nervioso.

¿Para qué? ¿PARA DROGAS?

–¿QUÉ? No, yo so.- Fue interrumpido.

PUES, adivina que. YO no le DOY dinero a cualquier JOVENCITO ni aunque trabaje solo para que vaya y se destruya la vida.–

–Pero yo no...– No lo dejaba continuar.

ASÍ QUE SI QUIERES DINERO PARA DROGARTE, PUEDES IRTE A OTRO LADO, AQUÍ NO HAY LUGAR PARA MENORES.– Lo agarró del brazo, era tan fuerte que Saitama estaba siendo prácticamente arrastrado a la salida de ese lugar. –¡DESPEDIDO!– Y fue arrojado con brusquesedad, raspándose en el proceso. La puerta fue cerrada.

–¿Despedido? ¡Si estaba pidiendo empleo!– Suspiró de forma frustrada. Otro loco.

"¿Por qué todos en ciudad Z son así? Tan... Como mi maestro de hace 4 años..." Saitama odió a ese viejo los años que estudio en la secundaria. Tan exagerado, y parecía que todos eran igual que él. No le daban ni la oportunidad.

Se levantó del suelo y se sacudió todo para sacarse el polvo.

–Auch.– Se tocó el raspón en su rodilla, parecía que quería sangrar. –¿Cómo conseguiré dinero ahora?–

No es como si lo necesitara de inmediato, pero quería ahorrar el suficiente dinero para ir a una convención que vendría a su ciudad en algunos meses, y gracias a su maldita pobreza se veía obligado a conseguir trabajo para siquiera comprar la entrada.

"¡Vamos, ahí estará tu héroe favorito! ¡Hasta podrías obtener su firma!" Se daba ánimos, en verdad quería ir, Seria su primera vez y le emocionaba.... Si conseguía dinero.

...

Volvió a su casa al atardecer al no encontrar algún trabajo cerca de casa. Que bueno que ya tenía hecha su tarea.

–¿Cómo te fue hijo?– Su madre se estaba secando las manos con una toalla.

–Nada aún...– Dijo triste.

–¿Qué te pasó ahí?–Vió su rodilla.

–Me...caí.– Mintió.

–Vamos... Deja me curarte.– Por más amorosa que fuera su madre ni ella podía darle todo lo que quisiese a su único hijo. Su padre muerto y sin mucho dinero.

"Ah."

–¿Me permites darte una sugerencia?– Dijo la mujer después de poner el curita en la herida.

–Eh...– No iba a ser grosero, pero como le iba... Tal vez necesitaba un consejo.

–¿Por qué no trabajas por este vecindario?–

–¿Cómo?–

–Digo, en vez de buscar trabajo hasta casi salitre se la ciudad... Deberías de trabajar de algo... ¿Qué tal si trabajad de niñero? Es algo que puedes hacer aquí.–

Te Odio, MocosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora